La estabilidad del latifundismo es una de las pocas obras que existen sobre la agricultura española en la que, además de emplear el término " relaciones de producción ", se lleva a cabo un análisis profundo de las mismas. Este análisis -referido fundamentalmente a la gran explotación de la Campiña de Córdoba- ocupa un lugar central en el trabajo de Martínez Alier, ya que le permite explicar en buena medida el comportamiento y las ideas de obreros y latifundistas. Así, se llega a hacer un estudio bastante completo de la estructura social que resulta de la agricultura latifundista de esta región y a analizar las posibles tendencias al cambio que nacen en su seno.
Para conseguir esto, el autor -como él mismo señala en el prefacio- tuvo que empezar por estudiar el vocabulario y las técnicas agrícolas propias de la zona, lo que le permitió sacar el máximo partido a las entrevistas más o menos formales que realizó con empresarios y obreros agrícolas.
La primera parte del libro constituye un interesante estudio de la forma en que se traducen en la conciencia obrera los conflictos de intereses que tienen lugar en las relaciones de producción y de cómo influyen en ella la represión del régimen y la " unión " de los obreros, que a su vez resultan de tales conflictos. La forma más elevada de la conciencia obrera es la idea del "reparto " revolucionario que sigue vigente entre los obreros -a pesar de que lo consideran muy poco probable "dada la balanza de poder existente "- lo que haría posible por lo que a ellos se refiere este " reparto" de cortijos andaluces que hoy sólo podría darse dentro de un cambio revolucionario global.
También resulta interesante constatar cómo los obreros agrícolas aprecian las ventajas de la explotación de los cortijos en colectividad, al ser general en la Campiña la opinión de que sería mejor llevar a cabo el hipotético " reparto" revolucionario en forma de colectividades y no en explotaciones familiares ; sólo los obreros de zonas de regadío consideran factible esta segunda posibilidad.
Después de haber estudiado cómo se encuentra presente en la conciencia obrera esta forma de disolución revolucionaria de la actual estructura, en los siguientes capítulos se analiza la postura de los latifundistas ante una serie de problemas clave que se derivan de la explotación de sus fincas, lo que permite al autor definir otras posibles vías de evolución no revolucionaria por las que puede discurrir el sistema.
Tiene gran interés la discusión que se desarrolla en estos capítulos sobre los móviles que orientan las decisiones de los latifundistas y que llevan al autor a concluir que existe entre ellos un claro predominio de los móviles "rentabilistas". Asi, los resultados de esta investigación, basados en informaciones obtenidas directamente de los interesados, vienen a confirmar lo que otras veces se había supuesto por motivos lógicos: que existe una correspondencia clara entre el carácter capitalista de las relaciones de producción vigentes y la mentalidad de los latifundistas.
El paro que se da en la zona estudiada es precisamente un resultado del carácter capitalista de las relaciones de producción y de la mentalidad " rentabilista " de los grandes agricultores ya que -como dice Martínez Alier- " no se trata de señores "feudales" que se sienten constreñidos a proporcionar empleo a todos sus vasallos : son más bien capitalistas que compran el trabajo de los obreros para emplearlo en lo que resulte rentable " (p. 273). Por ello es un contrasentido decir, como ha ocurrido algunas veces, que existen importantes residuos feudales en el campo español y criticar seguidamente el paro. Este tipo de planteamientos se desmorona con facilidad ante la consistencia de los análisis de Martínez Alier: al menos en la zona estudiada brilla por su ausencia la tan traída y llevada "aristocracia terrateniente " de corte feudalizante y queda claro que los latifundistas -dispongan o no de algún título nobiliario- actúan realmente como buenos burgueses y tratan de mejorar en lo posible la rentabilidad de sus fincas.
La reliquia quizá más importante de una actitud " patriarcal ", ajena a esta mentalidad " rentabilista ", ha sido el sistema de "alojamiento" mediante el cual las autoridades municipales distribuían obreros parados entre los agricultores acomodados para que les dieran trabajo. Pero, según los análisis del autor, "en Córdoba ya hace tiempo que no se emplea el sistema de " alojamiento " [...] " (p 254).
El resultado de todo esto es que a medida que suben los salarios los agricultores dejan de hacer una serie de labores no imprescindibles y de mejoras cuya rentabilidad es difícil de medir, o abandonan ciertos cultivos que por exigir mucha mano de obra consideran que no "traen cuenta". Es precisamente el predominio de la mentalidad "rentabilista" entre los grandes agricultores lo que lleva a una situación en la que, por una parte, hay trabajos sin hacer y podrían intensificarse algunos de los cultivos mientras que, por otra, existen obreros parados. El autor trata de evaluar a cuánto podría ascender el aumento de la producción si se utilizara adecuadamente el trabajo desempleado, pero el incremento resultante es más bien moderado, lo que le lleva a concluir que los argumentos económicos no deben ser el elemento base en la defensa de una reforma agraria revolucionaria. " Los perjudicados podrían criticar, no sin razón, una reforma agraria que se quisiera justificar por razones de tipo económico como "una operación de apendicitis para curar un resfriado", parafraseando la frase célebre; un medio desproporcionado y mal dirigido. Sería mucho más eficaz y más barato perfeccionar el servicio de extensión agraria " (p. 284). Esto pone de manifiesto la falta de base real y el carácter demagógico que tiene la postura que considera la reforma agraria como un requisito previo e indispensable para un "sano " desarrollo económico y ayuda a situar el contenido y alcance que podría tener hoy una reforma agraria en España.
El intento de los grandes agricultores de aprovechar el trabajo desempleado origina -según analiza el autor- fuerzas dentro del propio sistema latifundista que tienden a modificarla por un camino distinto del revolucionario antes apuntado. " Este -afirma Martínez Alier- no es el único camino que lleve al cambio en el sistema de producción latifundista. Hay otras fuerzas, de carácter económico, engendradas también dentro de la propia estructura, que pueden conducir a que la tierra pase a manos de quienes la trabajan. La presión sobre los costes de trabajo que proviene de la " unión " podría llevar a que los latifundistas prescindieran del uso de trabajo alquilado en el mercado de trabajo y consintieran en dar tierra a los obreros en arrendamiento o aparcería y posiblemente en venta [...] El incremento de los costes de trabajo puede también ocurrir con la ayuda de otros factores : la escasez de obreros por la emigración y el descenso en los rendimientos en el trabajo. Estos son factores que han intervenido recientemente y que han motivado un incremento de la cantidad de tierra que se da en arrendamiento o aparcería. " (p. 335).
El proceso que describe el autor en los párrafos transcritos aparece analizado con precisión en el capítulo titulado " Medianerías y parcelas ". El ceder su tierra en arrendamiento o aparcería es la única actuación a la que se resisten los latifundistas aunque sea aconsejable por motivos de rentabilidad, debido paradójicamente a que su conciencia de agricultores empresarios se resiste a dejar la dirección de la producción en manos de arrendatarios y aparceros. Pero existen otras tendencias de gran importancia a las que el autor dedica menos atención que se desarrollan con el aumento de los salarios y que limitan la cesión de la tierra parcelada a arrendatarios y aparceros.
Una de ellas es el abandono o la sustitución de ciertos cultivos o aprovechamientos que exigen mucha mano de obra por otros que requieren menos. A esto se refiere el autor en su capítulo titulado " Los cultivos no rentables". Otra es la sustitución de mano de obra por maquinaria y medios químicos mediante el empleo de nuevos métodos de cultivo más capitalizados. Así, por ejemplo, mientras en otra época -como señala Martínez Alier (p. 308)- en los países capitalistas más desarrollados la remolacha y el algodón se cultivaban frecuentemente con aparceros, hoy están en estos países generalmente mecanizados y ya no es posible la vuelta a la situación anterior. En estos casos la aparcería se ha mostrado como un estadio transitorio motivado por las características de los cultivos y el aumento de los costes de la mano de obra.
¿ Cuál es el papel de la cesión de parcelas en aparcería y arrendamiento en el logro de la "reforma agraria" espontánea de que habla Martínez Alier? " En el caso concreto de Andalucía, de la región de la Campiña en la provincia de Córdoba que es la que he estudiado, la "reforma agraria" espontánea no llegará. Aparte de las condiciones que impiden el cambio y que se dan vigorosamente, la emigración de los obreros al norte de España, a Francia, a Alemania, en plena expansión, es extraordinariamente intensa, como también lo es la sustitución de trabajo manual por medios mecánicos y químicos. Las necesidades de trabajo se van a reducir drásticamente, y el carácter de las relaciones sociales cambiará. Así pues, mi análisis, aunque explica lo ocurrido y lo que ha podido ocurrir en la estructura latifundista andaluza, no tiene un valor predictivo para Andalucía, debido al factor excepcional de la rapidísima despoblación que se avecina. " (p. 338).
Trataremos de apuntar algunas ideas que pueden ser de interés para completar este aspecto predictivo que el autor deja fuera de su estudio. A nuestro juicio, completar este aspecto exigiría un análisis detallado de las tendencias al abandono o sustitución de ciertos cultivos y a la introducción de maquinaria, tendencias que resultan de la influencia de dos elementos exteriores a la estructura estudiada por Martínez Alier: la despoblación y la existencia de nuevas técnicas.
Habría que explicar, por ejemplo, por qué los aumentos de salarios han llevado a una mecanización integral del cultivo del trigo en la gran explotación mientras que el cultivo del algodón -cuya mecanización también está técnicamente resuelta-no ha seguido este proceso, sino que se ha tendido a sustituir por otros cultivos mecanizables o a llevar su explotación en aparcería. ¿Es que muchas de las tierras que se destinaban al algodón no daban rendimientos que hicieran rentable la mecanización de este cultivo ? ¿ Es que los salarios no han subido lo suficiente como para empujar a la mecanización en aquellas otras tierras en las que los elevados rendimientos podrían justificarla? ¿Es, por tanto, el empleo de aparceros un estadio transitorio en estas tierras de elevados rendimientos, hasta que una mayor elevación de los costes de la mano de obra lleven a la mecanización de este cultivo ? Los puntos de vista de los empresarios habrían ayudado a contestar este tipo de preguntas sobre la evolución futura de cultivos y formas de producción que modificarán sustancialmente las relaciones sociales estudiadas por Martínez Alier.
Habría que precisar asimismo la importancia de los cultivos en los cuales podrían desarrollarse las parcelaciones en aparcería o en arrendamiento y que a primera vista parece bastante limitada.
Finalmente, nos parece oportuno señalar que, a nuestro juicio, los aumentos de salarios pueden influir de manera distinta en la decisión y forma de los latifundistas de ceder la tierra en aparcería o arrendamiento, según sean el resultado de la lucha reivindicativa de los obreros o de una despoblación consecuencia de un proceso emigratorio.
En el primer caso, al ser la " unión " de los trabajadores la que empuja al alza de los salarios y no la escasez de mano de obra, muchos obreros tratan de escapar al paro ofreciéndose a trabajar como arrendatarios y aparceros en unas condiciones que se fijan al margen de la "unión" y que resultan más beneficiosas para los latifundistas. En estas condiciones, es lógico que los latifundistas prefieran desentenderse de la explotación directa de sus fincas -evitando así tener que enfrentarse con sindicales fuertes- y las cedan a pequeños arrendatarios o aparceros, o incluso las vendan en parcelas. Así había ocurrido -como señala Martínez Alier- en los años anteriores a la guerra civil.
Sin embargo, si el alza de los salarios no resulta de la presión de los sindicatos sino de la despoblación del campo motivada por la emigración, lógicamente existirá una relación más estrecha entre la evolución de los salarios y las condiciones de los contratos de arrendamiento y aparcería -dado que la despoblación disminuye también el número de posibles arrendatarios y aparceros- limitándose, en relación con el caso anterior, las ventajas relativas que suponía para los latifundistas el abandono del cultivo directo.
En esta situación se refuerzan las tendencias a la mecanización y, en los casos en que ésta no sea posible o rentable, los latifundistas tratan de luchar contra los salarios crecientes y el esfuerzo en el trabajo decreciente que las condiciones del mercado imponen, contratando los obreros a destajo aunque esto vaya en contra de la calidad del trabajo; en los cultivos en que ésta influye sustancialmente en los rendimientos, acuden al empleo de aparceros. Este es un ejemplo típico de lo que Martínez Alier denomina " colonato rentable " en el que la remuneración del colono tiene la función de un salario con incentivo. Pero, a nuestro parecer, este tipo de aparcerías -que normalmente se contratan para cada ciclo completo de cultivo para que el aparcero no adquiera ningún derecho sobre la tierra- difícilmente podría llevar a la "reforma agraria" espontánea de que habla el autor, pues los propietarios siguen manteniendo un control pleno sobre los medios de producción.
En todo caso, no debe olvidarse que en la mayoría de los países del "tercer mundo", dadas las elevadas tasas de crecimiento demográfico que en ellas se registran, difícilmente se producirá en un futuro previsible una despoblación del campo como la que tiene lugar en Andalucía y, en consecuencia, la tendencia al desarrollo del cultivo con arrendatarios y aparceros que estudia Martínez Alier puede tener gran importancia. Su libro apunta ideas muy interesantes para el análisis de otras zonas de latifundio en las que se presentan problemas similares.
Pero sobre todo el libro comentado es un análisis importante de la estructura socioeconómica que se deriva del latifundismo andaluz y contribuye a desmitificar y situar en su verdadero lugar el papel que podría tener hoy una reforma agraria en España.
En Cuadernos de Ruedo ibérico nº 33/35, octubre 1971-marzo 1972