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La larga lucha por la amnistía, la reforma de Suárez, el desdoblamiento de ETA y las elecciones del 15 de junio


El 22 de noviembre, según las previsiones sucesorias contenidas en las Leyes fundamentales franquistas, Juan Carlos de Borbón es nombrado rey de España. Si alguna ilusión pudiera despertar este hecho en el pueblo, bien pronto se marchita. La amnistía que todo el mundo esperaba no tiene nada de tal; a los pocos días se promulga un indulto por decreto que saca únicamente de las cárceles a doscientos de los dos mil presos políticos.

Por si ello fuera poco, el 5 de diciembre es confirmado como presidente del gobierno el corresponsable con Franco de las ejecuciones, entre otras, de «Txiki» y Otaegui, Arias Navarro. Se nombra como presidente de las Cortes a otro franquista, Torcuato Fernández Miranda. En el gobierno del primero figuran como ministros Areilza, Silva Muñoz, Solís, Garrigues, Martín Villa, Fraga Iribarne, cuyo talante represivo pronto quedará de manifiesto en su puesto de ministro del Interior, y un hombre cuya astucia consistirá en pasar desapercibido en este momento: Adolfo Suárez.

Para ETA las cosas siguen igual; el 24 de noviembre da muerte a un alcalde, el de Oyarzun, Antonio Echevarría Albizu, implicado en actividades franquistas.

Pero un hecho es indudable: Francisco Franco, el cómplice de los tiranos que ocuparon y arrasaron Europa, Hitler y Mussolini, ha muerto. Las democracias burguesas europeas, que están deseando en razón de sus intereses comerciales poder ponerse una venda en los ojos y comulgar con ruedas de molino, respiran ya tranquilas. ¿Qué importa que los mismos hombres sigan en los mismos puestos? Muerto el dictador, la democracia reina ya en España. ¿Qué sentido puede tener huir de ella para pedir asilo político en otros lugares?

Los más negros presentimientos de los refugiados vascos en Euskadi Norte pronto se van a confirmar. El 28 de diciembre, la extrema derecha española actúa allí impunemente: ametralla a varios refugiados y coloca una bomba en la librería «Nafarroa». A nivel oficial, se estrecha también el cerco. En una entrevista mantenida el mes de enero, entre los ministros del Interior francés y español, Poniatowsky y Fraga Iribarne, se sientan las bases para una colaboración policial más estrecha. Para concretar los detalles, el director general de Seguridad, general Castro San Martín, se reúne más tarde con sus colegas franceses.

En Euskadi Sur se venían produciendo desde antes de la muerte de Franco, intentos para agrupar coaliciones de fuerzas entorno a alternativas democráticas antifascistas. Una de ellas es la que se esfuerza en crear a partir de septiembre de 1975 el Partido Comunista, deseoso de entrar en el gobierno vasco en el exilio, integrado por el PNV y el PSOE, y rabioso por no conseguirlo: la Asamblea Democrática de Euskadi. Esta Asamblea, integrada también por el PSP, por el PT y por las centrales sindicales, Comisiones obreras y USO, tiene una vida más bien ficticia y se esfuma rápidamente.

La izquierda abertzale da los primeros pasos para tener su alternativa propia. Existía un programa base estratégico lanzado por ETA político-militar en su pre-Asamblea de enero de 1975; el primer intento de impulsar un programa táctico lo constituye la creación, a sugerencia de una organización efímera, ELI -Eusko Langille Indarra-, de una Koordinadora Abertzale Sozialista -el KAS-, que nace el verano de 1975 para coordinar esfuerzos de cara a los juicios de «Txiki» y Otaegui. Adquiere cierta estabilidad: lo integran entonces EHAS, ETA pm, LAIA, y cuenta con el apoyo de ETA militar y de la sindical LAB. Aunque da prioridad como centro de alianzas a la izquierda abertzale, está abierta a otras fuerzas que no tengan estrictamente este carácter.

A fines de este año -1975- se va perfilando un programa que sin exigir la independencia y el socialismo supone la liquidación del fascismo y la obtención de una democracia ampliada para Euskadi. El nombre del organismo que hace suyo este programa es el de Euskadiko Herriko Batzarra. A impulsos sobre todo de ETA pm van entrando en él organizaciones como MC, LCR, ORT... Pero LAIA no está de acuerdo en suscribir un pacto que considera asimilable por la burguesía; EHAS vacila en aliarse con organizaciones estatalistas, el intento va perdiendo fuerza, y lo que subsiste de él es el núcleo inicial, el KAS. Sin embargo, y durante esta época, tampoco éste queda a salvo de sus contradicciones y sus tormentas internas. El 13 de enero de 1976 es secuestrado por ETA político-militar el joven vasco José Luis Arrásate. Las restantes organizaciones del KAS consideran que no es el hombre adecuado para ser objeto de un secuestro, y aunque la operación se salda con su puesta en libertad, las relaciones entre aquéllas y ETA pm, se enfrían considerablemente.

La amnistía no conseguida sigue siendo el motivo principal de las movilizaciones populares. El 4 de enero de 1976 tienen lugar sendas manifestaciones en Bilbao y San Sebastián. El gobierno hace oídos sordos y ETA continúa sus acciones. El 9 de febrero de este año reivindica la muerte del alcalde de Galdácano y el 10 de febrero mata por error, confundiéndole con el alcalde de Cizurquil, a Julián Galarza. ETA reconoce en un documento público su error.

Los actos públicos de los partidos políticos vascos son sistemáticamente reprimidos en Euskadi. Por el contrario, la gira que realiza el secretario del PSOE, Felipe González, por tierras vascas el mes de febrero, cuenta con las bendiciones del gobierno. Este contraste despierta la irritación de los partidos y de la opinión pública vasca en general. Muestras de enfado se producen en la Facultad de Económicas de Sarriko, Bilbao, y en el frontón Astelena de Eibar. El servicio de orden del PSOE actúa brutalmente, con estacas, en el interior del frontón, y la Guardia civil en el exterior. Enrique Múgica empieza a darse a conocer. Cuando se le hace a Felipe González una pregunta en euskera -nada más normal en Euskadi- en vez de buscar un traductor, reacciona con insultos y calificando a los abertzales de nazis.

Un hecho trágico va a poner muy pronto de manifiesto que aquí no ha cambiado nada. Durante el mes de febrero reina una intensa conflictividad en el cinturón industrial de Vitoria. Los trabajadores encauzan sus protestas a través de un movimiento asambleario. El 3 de marzo, a las 5 de la tarde, se convoca una asamblea en la iglesia de San Francisco del barrio de Zaramaga. A esa hora, policías con pañuelo blanco entran en el templo a parlamentar. Cuando salen arrojan bombas de humo a través de las ventanas, los trabajadores se asfixian; cuando un cuarto de hora más tarde salen en grupos de 30 ó 40, alguien da la orden de fuego, tiene lugar un ametrallamiento masivo y a resultas de los disparos se producen cuatro muertos y cientos de heridos.

La indignación se extiende por Euskadi Sur, y en todos los pueblos y centros fabriles surgen manifestaciones. La lista de los inocentes muertos a manos de la fuerza pública está todavía incompleta. El 8 de marzo, en una concentración obrera en Basauri (Vizcaya), tras una carga de la Guardia civil cae con la frente atravesada por una bala Vicente Ansón Ferrero.

Si se abrió alguna investigación oficial en ambos casos para averiguar quién dio la orden de disparar sobre el pueblo desarmado, sus resultados permanecen desconocidos el día de hoy.

El 4 de abril, dos policías españoles desaparecen al otro lado de la frontera, en Hendaya, a la salida de un cine especializado en películas pornográficas.

La cultura vasca continúa, como en vida de Franco, desprovista de toda protección oficial. Contra viento y marea, nacen iniciativas que la revitalizan y popularizan. El 27 de marzo, con un éxito enorme de radioyentes, Radio Popular de San Sebastián y Radio Loyola combinan sus esfuerzos para emitir durante un día entero sus programas exclusivamente en euskera, «24 orduak euskaraz». El 1 de abril aparece en los kioscos una revista bisemanal elaborada en Iruña y de ámbito y contenido explícitamente vascos, Punto y Hora, que suple las lagunas informativas de la prensa diaria. Intentos posteriores de lanzamiento de publicaciones semanales, Berriak y Garaia, no tienen un éxito similar y acaban muriendo por dificultades financieras.

El 18 de marzo, tiene lugar una acción controvertida, el secuestro del director de la empresa «Sigma», Ángel Berazadi. Aunque algunas fuentes lo niegan, otras afirman la existencia de ciertos lazos entre aquél y el PNV. El día 22, ETA pm reivindica el secuestro y solicita un rescate de 200 millones de pesetas. La familia gestiona el pago, pero ciertas altas instancias gubernamentales impiden la solución, alegando la prohibición de la salida ilegal de divisas y otras razones. El día 7 de abril aparece el cadáver del industrial con un tiro en la sien en las cercanías de Elgoibar. De nuevo vuelven a aflorar las divergencias en la izquierda abertzale, y esta vez se producen enfrentamientos en el seno mismo de la dirección de ETA pm. De resultas de ello, todos los dirigentes implicados en los enfrentamientos deben dimitir de sus cargos a fines de abril. Entre ellos se encuentra «Pertur».

El día anterior al del desenlace, el 6 de abril, tienen lugar tales controles policiales en Euskadi Norte, que a los refugiados les parece hallarse en Euskadi Sur; algunos de éstos son encarcelados y otros confinados en la isla de Yeu. El pretexto oficial es el de localizar el paradero de Berazadi, que pudiera hallarse en este lado de la frontera. Pero la razón es bien otra; y una vez más queda de manifiesto la estrechísima colaboración entre la policía española y la francesa.

La víspera del 6 de abril, 29 presos políticos recluidos en la cárcel de Segovia (25 etarras, 3 comunistas y 1 del FRAP), se escapan tomándose la amnistía por su mano. La policía española sospecha que pueden dirigirse hacia el norte; todo este despliegue policial francés tiene como principal objetivo el crear obstáculos para su paso por la frontera. Los fugados se dirigen en un «trailer» de transporte de madera a Navarra y desde ahí se acercan a la línea fronteriza, cerca de la población navarra de Espinal. Pero cuando ya la habían pasado, la niebla les hace regresar al otro lado. En un encuentro con la Guardia civil se produce un muerto y dos heridos entre los fugados; todos los demás -menos cinco, que logran llegar a Euskadi Norte, siendo inmediatamente confinados en la isla de Yeu cuando solicitan asilo político en París-, van siendo capturados y devueltos a la cárcel.

La muerte de Berazadi condiciona también el desarrollo del Aberri Eguna, que se había convocado este año, el 1976, en Iruña (Pamplona). La derecha vasca y la llamada izquierda estatalista, temerosos de la represión que sobre ellos podía caer, encuentran en aquel hecho el pretexto ideal para su claudicación. El gobierno vasco -es decir el PNV y el PSOE- anuncia su inasistencia en una nota hecha pública el 13 de abril en base a «la grave tensión creada por los incidentes de todo género que se suceden desde hace varias semanas»; la Asamblea Democrática, ni que decir tiene, se suma al boicot. Por el contrario, la izquierda abertzale en su conjunto -ETA (m y pm), EHAS, LAIA, LAB-, junto con MC, LCR, ORT y el Partido Carlista, mantiene la convocatoria.

Todo está preparado para que se desate sobre ellos la más intensa represión. El día del Aberri Eguna, las carreteras que conducen a Pamplona y aun las que unen los barrios con el centro aparecen abarrotadas de vehículos de la Policía Armada, y las calles de la capital erizadas de las metralletas de aquéllos. Aun así, y pese a los rigurosísimos controles, se producen conatos de manifestaciones y asaltos, que atraen sobre ellos cargas policiales y nubes de pelotas de goma. La víspera, en un enfrentamiento con la Guardia civil, había muerto Imanol Garmendia.

La exigencia de autogobierno vasco empieza a ser hecha propia por sectores importantes de las instituciones vascas, si bien revisten todavía una forma más anclada en el pasado histórico que orientada hacia el futuro político. Tras la última renovación de las concejalías vacantes en los ayuntamientos vascos, han accedido a algunas de éstas, y también a algunos cargos de alcalde, hombres de raigambre popular. En torno de ellos se inicia un proceso conocido con el nombre de Movimiento de Alcaldes, cuya primera manifestación la constituye la reunión de 20 ayuntamientos guipuzcoanos en Vergara, exigiendo la reintegración foral, esto es, la vuelta a una situación en la que predominaban en Euskadi las leyes vascas sobre la normativa española, y no al revés.

La participación del Partido Carlista en el Aberri Eguna no va a ser olvidada ni por la extrema derecha ni por Fraga Iribarne. El 9 de mayo es el día de la celebración del tradicional Montejurra navarro. Quienes iban a acudir a la cima del monte eran los seguidores de Carlos Hugo de Borbón Parma, partidarios de un carlismo socialista y autogestionario; la asistencia es masiva y se calcula en unas 25 000 personas. Pero aparece en la cima el hermano de Carlos Hugo, Sixto de Borbón Parma, ex legionario, ultraderechista; y cuando los carlistas llegan a ella se la encuentran tomada por un grupo de choque de extrema derecha compuesto por ex pides portugueses, guerrilleros de Cristo Rey, argentinos de la triple A y estudiantes fascistas de la universidad de Navarra, a las órdenes de un comandante del ejército, Marín Verde, «el hombre de la gabardina». Estos pistoleros, ante la absoluta impasibilidad de las fuerzas dependientes de Fraga, la Policía Armada y la Guardia civil, asesinan a dos militantes y hieren a muchos más. Aunque la condena de los hechos es unánime y la prensa publica con gran profusión las fotografías de los crímenes, el sumario abierto va perdiendo fuerza en todos los remansos de la pasividad judicial.

Si alguna continuidad con respecto al franquismo resulta especialmente odiosa es la de las torturas de que siguen siendo objeto los arrestados. Hasta la prensa y los semanarios españoles se hacen eco de los relatos de las víctimas acerca de los malos tratos sufridos. En comisarías y cuartelillos se continúa aplicando electrodos sobre los cuerpos de los detenidos, se les asfixia mediante la inmersión de la cabeza en bañeras llenas de un agua nauseabunda, se les propinan palizas bestiales. El mes de mayo, una fotografía mostrando el cuerpo amoratado y las nalgas maceradas de una militante vasca de la ORT, Amparo Arangoa, da la vuelta al mundo. La vicaría general del obispado de San Sebastián protesta por el uso sistemático de la tortura.

El que la prensa de Madrid dé publicidad a estos hechos demuestra que la operación de cambio de imagen del sistema que la oligarquía quiere llevar a cabo tras la muerte de Franco no está cumpliendo sus objetivos; que es necesario modificar más profundamente las apariencias, que hay que cambiar algo para que todo siga igual. Carlos Arias Navarro, presidente del gobierno en vida de Franco, está demostrando no ser el hombre idóneo para protagonizar este proceso. Demasiados lazos le ligan a los aspectos más turbios y represivos del antiguo Régimen. Por otro lado, su programa político, consistente en una ley que utiliza el eufemismo de asociaciones políticas allá donde debiera decir partidos y una reforma más que insuficiente del Código penal, no pasa de ser, no ya en el fondo, sino incluso en la forma, un franquismo disfrazado. Hace falta un hombre distinto que dé la impresión de llamar a las cosas por su nombre -empezando por los partidos-, que ofrezca una imagen joven y dinámica, que resulte presentable en las instancias europeas, que resulte simpático y fotogénico; un hombre que reúna estas características pero también las de ofrecer unos antecedentes fiables que excluyan la sorpresa, y que tenga el grado suficiente de cinismo como para crear la ilusión de estar dispuesto a cambiarlo todo sin atentar a los tres pilares esenciales del sistema: la monarquía, la unidad de España y la preeminencia de la institución a quien se convierte en garante del mantenimiento de los otros dos principios, el Ejército.

Durante el mes de junio se advierten los primeros síntomas de esta nueva permisividad hacia los partidos políticos -por supuesto no hacia todos.

El 11 de junio, se presenta públicamente en Vitoria un nuevo partido vasco, Euskal Sozialista Biltzarra -ESB-. Sus promotores lo describen en esta primera fase de su existencia «como un partido adicto al socialismo autogestionario y el pluralismo político, y propenso a utilizar las vías legales».

Otro de los síntomas es el permiso gubernativo para celebrar en el frontón de Anoeta, abarrotado de público, un mitin político en el que intervienen conjuntamente Xabier Arzallus, líder del PNV; Paco Idiáquez, dirigente del PC; Enrique Múgica, del PSOE, y Mariano Zufia, del Partido Carlista.

El 1 de julio cae abatido ese diplodocus de la política que es Arias Navarro y a los pocos días accede a la presidencia del gobierno un hombre casi desconocido, Adolfo Suárez, ante el estupor general, un estupor únicamente no compartido por los consejeros del rey Juan Carlos de Borbón. Aquél, en su primera declaración programática, expone las líneas maestras del proceso de transformación política y afirma -declaración inédita en 40 años de vida política española-, que la soberanía reside en el pueblo.

De nuevo vuelve a renacer la esperanza de una amnistía para los presos políticos; de nuevo se vuelve a confiar en que cesen las acciones de los «incontrolados» de extrema derecha.

Estas habían sido especialmente numerosas desde la muerte de Franco. En Vizcaya habían sufrido atentados el comercio «Zubiri», el local de la Asociación de Familias de Sestao, la cafetería «Anayak», la librería «Yakintza», la pastería «Pelotari», el bar «Txomin», entre otros, así como viviendas de parientes de presos y refugiados.

En Guipúzcoa, la cafetería «Echevester», el Círculo Juvenil de la Parroquia del Antiguo, los bares «El Mondragonés», «Eusebio»,«Vengo», el restaurante «Aurrerá»; numerosos abogados y el entrenador de la Real, Andoni Elizondo, habían sufrido amenazas.

La concentración que tiene lugar en el barrio de San Sebastián el 3 de julio contra el terrorismo de la extrema derecha, resulta multitudinaria. Días más tarde, el 8 de julio, se convoca en Bilbao una manifestación exigiendo la amnistía. Resulta ser la más numerosa de las celebradas hasta esta fecha en Euskadi, asistiendo a ella 130 000 personas. (Sin embargo, la represión no cesa. Al día siguiente, en Santurce, tras la celebración de la «Fiesta de la Sardina», se forma espontáneamente una manifestación pidiendo la amnistía. Actúa primero la Guardia civil para disolverla. Llega después el turno de los incontrolados; Begoña Menchaca, casada y con tres hijos, muere a resultas de una bala no identificada.)

Las exigencias de autogobierno vasco se hacen más perentorias. El movimiento de alcaldes extiende su radio de acción. El 21 de julio de 1976, centenario de la Ley abolitaria de los Fueros, 69 ayuntamientos vascos se reúnen en Vergara exigiendo una vez más la reintegración foral. En la plaza del Ayuntamiento abarrotada de gente, se despliegan en los balcones doce ikurriñas, prohibidas todavía, que deben ser retiradas ante el aviso de intervención de la fuerza pública.

En efecto, el 31 de julio el nuevo gobierno decreta la amnistía; pero ésta reserva una desagradabilísima sorpresa para los pueblos del Estado y especialmente para el pueblo vasco: quedan excluidos de ella los llamados «delitos de sangre» y aquellos en los que hubiera mediado violencia o coacción sobre las personas o cosas. En virtud de esta excepción, permanecen en las cárceles más de cien presos políticos vascos, además de otros presos políticos del Estado español.

Esta amnistía irrisoria ejerce efectos desmovilizadores sobre las fuerzas de oposición democrática del resto del Estado: la Junta y la Plataforma, que se unirán más tarde en la Convergencia Democrática. Para los «tácitos», oposición de derechas, la amnistía está ya concedida. El PSOE presenta una postura vacilante. Se sigue manteniendo la reivindicación de «amnistía sin exclusiones», pero de modo secundario y sujeta a lo que resulte de la negociación de otros temas, éstos de carácter principal. Gregorio Peces Barba sugiere que esta amnistía se complete con la revisión de los procesos políticos de los que habían quedado en la cárcel y la celebración de otros nuevos «con las debidas garantías».

Esta modalidad resulta impensable para el pueblo vasco, que exigía la liberación total de todos sus luchadores y con todos los honores.

A partir de este momento, se generaliza en el conjunto de Euskadi Sur la experiencia de las Gestoras Pro-Amnistía. La naturaleza de estas organizaciones es doble: exigen por una parte la liberación de los luchadores vascos, pero por otra, reclaman la existencia de unas condiciones que configurarían una democracia auténtica en Euskadi, que haría innecesaria por tanto las peticiones de nuevas amnistías. (Conviene insistir en este doble carácter: porque si aquéllas siguen en el día de hoy incomprendidas, cuando no directamente calumniadas por las llamadas fuerzas democráticas del Estado español, es porque éstas han ido claudicando y se han ido conformando con migajas de libertad que resultaban insuficientes y antidemocráticas para Euskadi.)

Las gestoras se forman en un primer momento por provincias y a base de personalidades. La pionera es la de Guipúzcoa, constituida ya antes, en el primer trimestre de 1975. Durante el año 1976 se crean las de las otras tres provincias: la de Navarra y la de Álava, en agosto, y en noviembre la de Vizcaya. Pero pronto la iniciativa popular suple el principio de las personalidades; y en todos los pueblos se van formando gestoras que se constituyen de modo asambleario y cuyas decisiones se toman también de la forma más democrática y asamblearia posible. También es Guipúzcoa la primera en esta segunda fase: el mes de febrero de 1977 se constituye la coordinadora de 44 gestoras de los pueblos guipuzcoanos. Esta iniciativa es asimismo secundada por las restantes provincias. La reforma del franquismo llevada a cabo por los sucesivos gobiernos de Suárez es perfectamente consciente que este movimiento desborda los estrechos marcos que ella misma ha fijado; en consecuencia, lo va a mantener en la ilegalidad y va a hacerlo objeto de todo tipo de persecuciones, alentada en ello por la oposición española.

Una semana antes de la promulgación de la amnistía, el 23 de julio, «Pertur» desaparece para siempre. Ese día, a las 10 de la mañana, le pasan una cita, a través de un bar de San Juan de Luz, de una persona «que conoció hace un mes y quería volver a verle». A las 11 dos refugiados. Paco y Apala, lo llevan en coche al lugar que éste les indica. A las 12 desciende en el cruce de Behobia, muy cerca de la frontera del Estado español. Es lo último que se sabe de él. Días más tarde, el comando «Antonio Guezala» de la triple A reivindica el secuestro y la ejecución de «Pertur».

A nadie le cabe duda en estos momentos de que ha sido la extrema derecha la autora del crimen. Cerca de año y medio más tarde, una carta de parientes no directos de «Pertur» pide que se abran investigaciones en todos los sentidos, incluyendo a refugiados que en aquellos momentos eran sus compañeros. La familia aporta como único dato a la prensa una carta escrita por «Pertur», carta escrita a un amigo doce días antes de su desaparición, en donde, entre otros párrafos, dice: «Estos bestias han creado un clima tal en la organización que han transformado ETA en Euskadi Norte, no en un colectivo de revolucionarios, sino en un Estado policial donde cada uno sospecha del vecino y éste del otro». Y también: «No logro zafarme de esta dinámica infernal de las conspiraciones, del infundio, de la mentira, etc., de esa dinámica que tiende a eliminar rivales políticos no por medio del debate político, sino a base de sucias maniobras en nombre de la "disciplina", de la "seguridad".» En esta nueva actitud hay que ver, sí, la angustia legítima de la familia que sigue al cabo del tiempo sin tener certeza ninguna sobre el desarrollo de los hechos, pero también otros intereses no tan legítimos, propósitos de personas que ya en estas fechas están directamente enfrentadas a la línea política de los antiguos compañeros de «Pertur»; razón por la cual estas sospechas se hacen públicas en estas fechas y no antes, cuando pudieran haber sido operativas.

En todo caso, la prensa de Madrid se aferra ávidamente a estas revelaciones; para ella, pasan a constituir la prueba irrefutable de que «Pertur» ha desaparecido a manos de sus antiguos compañeros. Y ésa es la demostración de la mala fe de esa prensa. Quien haya vivido una praxis política intensa, sabe que ésta puede ser en ciertos momentos muy dura y amarga. Las divergencias ideológicas tienden a encarnarse; algunas personas se convierten en objeto de simpatías avasalladoras o de odios intensos. El autor de este libro ha pasado por experiencias similares y puede asegurar que en estos momentos, la palabra más suave que se le venía a la mente era la de «bestias». Este tipo de desahogo, naturalmente no habría aparecido en un documento público, pero sí en una carta privada a un amigo íntimo; como fue el caso de la carta de «Pertur». Pero en todo caso, al menos en la izquierda abertzale, el simple pensamiento de que estas divergencias pudieran transformarse en el propósito de eliminar físicamente a un adversario político hubiera hecho prorrumpir en carcajadas.

Que en estas fechas existían enfrentamientos entre la dirección política de ETA pm y los comandos especiales, «Bereziak», es un hecho cierto; que estos enfrentamientos no cobran conciencia de constituir serias diferencias ideológicas hasta al cabo de un año después de la muerte de «Pertur», es un hecho no menos cierto. En los meses que preceden a su desaparición, «Pertur» es el artífice ideológico de una profunda transformación que aunque contiene en ciernes las futuras divergencias, está creando precisamente en estos momentos la ilusión, en todas las ramas de ETA, de su posible unidad. Al autor le bastaría con la constatación de que los hombres de la izquierda abertzale no se han matado nunca entre sí; pero este hecho confirma aún más si cabe su convicción absoluta de que «Pertur» murió a manos de la extrema derecha.

Los trabajos que éste realiza en la primavera y verano de 1976, dirigiendo un colectivo que recibe el nombre de Otsagabia y que inspirarán la redacción de un tercer trabajo, el Arnasa, son fundamentalmente dos: «Apuntes de un debate sobre el partido» y «ETA y la lucha armada». Las resoluciones de la VII Asamblea de la rama entonces más numerosa de ETA, la político-militar, que va a celebrarse a principios de otoño, recogen casi textualmente las conclusiones de aquellos trabajos y suponen una transformación radical de aquella organización.

La necesidad de esta transformación venía dada por dos causas, una externa, la nueva situación política creada en el Estado español, y otra interna, la mala situación organizativa de ETA pm. Un informe de fines de 1975 la describe elocuentemente: unos 500 militantes estaban encarcelados, los refugiados atiborraban las escasas casas disponibles de Euskadi Norte y eran perseguidos por el Estado francés, la infraestructura del interior estaba seriamente dañada y a nivel militar sólo quedaba un comando completo y en condiciones de funcionar.

En el primer trabajo, «Pertur» insiste en la necesidad del desdoblamiento de ETA pm en dos organizaciones: una que tendrá carácter estricto de partido -la futura EIA-, que sería impulsada no sólo por ETA pm, sino también por todos aquellos independientes que comulgasen con los principios de este partido; y otra de carácter estrictamente armado, que seguiría llamándose ETA.

ETA, según aquél, al generar una dinámica de acción-represión, ha despertado a las capas populares y a la clase obrera; pero cuando éstas querían incorporarse al proceso de lucha política, se encontraban con que ETA, precisamente por la represión que concentraba sobre ella, no podía ofrecerles esos cauces. De ahí que resulte inevitable la separación entre lucha armada y lucha política y que el papel dirigente de la revolución vasca deba corresponder a ésta. Según «Pertur», el KAS, por su heterogeneidad, es un organismo carente de iniciativa política; esa labor de dirección sólo la puede realizar un partido abertzale de vanguardia. En este trabajo se le asignan cuatro características a este partido: ser independentista y de estrategia vasca; ser un partido de clase, en el sentido de defender en exclusiva los objetivos de una sola de ellas, la clase obrera; promocionar los organismos de masas y el poder popular y darle prioridad sobre la mecánica electoralista; y estar basado, en su funcionamiento, en el centralismo democrático y la cohesión interna.

No se excluye, muy al contrario, el juego electoral, pero se dice de él que es el medio a través del cual las alternativas de los revolucionarios se hacen accesibles al pueblo. El instrumento adecuado para llevar a cabo la política electoral del partido y para combinar esta política con el poder popular y la lucha de masas, debe ser la UPA (Unidad Popular Abertzale). Si se estabiliza una coordinación de las fuerzas de la izquierda abertzale basada en acuerdos políticos concretos -y se afirma que el programa del KAS de una democracia ampliada para Euskadi sigue siendo el más adecuado para defender las aspiraciones del pueblo vasco-, se considera que la UPA debe abrirse tanto a las fuerzas de la izquierda estatalista como a las de la derecha vasca, es decir al PNV. Sin embargo, este mismo Arnasa contiene frases muy duras hacia él. Estas dicen literalmente: «Si en los años cuarenta el PNV esperaba que la victoria de los Aliados en la segunda guerra mundial haría caer al régimen franquista, en los años setenta ha estado esperando a que todo el pueblo vasco combatiese a esa dictadura y la hiciese caer, cosechando por supuesto las correspondientes víctimas para presentarse en su momento a recoger los frutos»; y también: «a la separación del PNV respecto a la dinámica de las clases populares ha correspondido una convergencia con la trayectoria que seguía la oligarquía, convergencia que ha ido creciendo a medida que sectores cada vez más amplios de ésta iban haciéndose conscientes de la necesidad de implantación de un régimen democrático-burgués».

En el trabajo sobre «ETA y la lucha armada», «Pertur» afirma que a resultas de la represión y contrariamente a lo que ETA había afirmado antes, no es la lucha de masas la que tiene un techo, sino la lucha armada.

Durante el fascismo la lucha armada hacía un papel de detonador y desencadenador de contradicciones, pero en la democracia burguesa, en cuya fase de transición, según «Pertur», nos encontramos, el protagonismo debe corresponder a la lucha de masas; la lucha armada debe perder su carácter ofensivo para pasar a tener un carácter defensivo. Su papel deber ser el de constituir una fuerza disuasiva que garantice las conquistas populares, y el de servir de apoyo y de cobertura a la lucha de masas.

Cuando algo más de un mes más tarde de la muerte de«Pertur» se celebra la VII Asamblea de ETA pm, las tesis de los trabajos de Otsagabia son aprobados por una mayoría aplastante, 60 contra 20. Se decide impulsar la creación de un partido basado en los 4 puntos antes indicados, en base a un reagrupamiento. En cuanto a la ideología que debe inspirar la actuación de ETA, se declara idéntica a la del futuro partido. Con respecto a la práctica armada, se fundamenta ésta en tres principios: El primero es el de realizar una función pedagógica, supeditada al nivel y desarrollo general de la lucha de masas. El segundo es el de procurar en la fase democrática-burguesa que se avecina el debilitamiento del poder de la oligarquía, respetando el protagonismo de la lucha de masas y reservando a la lucha armada el papel de fuerza de disuasión y garantizadora de las conquistas populares. El tercero es el de asegurar la coordinación de la lucha de masas y la lucha armada, consolidando la coherencia ideológica de las organizaciones que practiquen respectivamente una y otra.

En el trabajo sobre «ETA y la lucha armada», se afirmaba que en realidad ésta era la solución que en su día había propuesto ETA militar, aunque se la criticaba por no haberse preocupado en la práctica de la construcción de esta organización política. También se afirma que una vez consumado el desdoblamiento ningún obstáculo debe quedar para la reunificación de ambas ramas de ETA. De hecho, se invita a esta asamblea a los principales dirigentes de ETA militar, entre ellos Argala, quienes asisten complacidos con su desarrollo y con las resoluciones que en ella se adoptan.

Las conversaciones entre las fuerzas del KAS para perfilar una alternativa concreta, que iniciadas a principios de 1976 venían retrasándose por la negativa de LAIA a hacer suyo un programa fundamentalmente defendido por ETA pm, que consideraba asumible por la oligarquía, y la indecisión de ETA militar entre las dos actitudes, cobran ahora un ritmo más vivo. ETA militar, que calificaba la alternativa de LAIA de popular y a la asumida por ETA pm, EHAS y LAB, de democrática burguesa radical, afirma asumir exclusivamente la segunda. El sector mayoritario de LAIA, ante el temor de quedar aislado, acaba, no sin producirse una escisión, la de LAIA-ez, por aceptar esta alternativa; y así la alternativa de KAS se hace pública y se da a conocer en el interior, primero en Iruña, luego en Algorta, en los meses de septiembre y octubre.

Esta alternativa consta de los siguientes puntos: 1) Establecimiento de las libertades democráticas plenas; 2) Amnistía total, con libertad para todos los presos políticos y regreso de los exilados; 3) Disolución de cuerpos represivos y de jurisdicciones especiales y exigencia de responsabilidades; 4) Medidas para mejorar las condiciones de vida y trabajo de las masas populares, sobretodo la clase obrera; 5) Reconocimiento de la soberanía nacional en Euskadi y de su derecho y poder determinar libremente su futuro nacional; 6) Establecimiento a título provisional de un Estatuto de autonomía para Euskadi Sur, que abarque el conjunto de su territorio, sin excluir Navarra; que disponga de un alto nivel autonómico en lo ejecutivo, legislativo y judicial y en el control de los bienes vascos, que instaure el bilingüismo priorizando el euskera, que estreche los lazos entre las poblaciones de Euskadi Norte y Euskadi Sur, que asegure un proceso antioligárquico de socializaciones y nacionalizaciones, que consolide la adaptación entre las poblaciones nativa e inmigrante; que favorezca una democracia sindical obrera y que promueva una gestión directa de las comunidades locales; 7) Constitución en el marco de este Estatuto de un gobierno provisional, que estará presente en los órganos del poder central y respetará su Constitución siempre que aquél y ésta reconozcan los principios aquí expuestos; 8) KAS entiende que estas reivindicaciones no pueden conseguirse mediante negociaciones con los gobiernos reformistas de la monarquía, sino mediante un proceso de lucha popular que rompa la continuidad del fascismo y del poder oligárquico. KAS hace extensible esta alternativa a todas las organizaciones políticas y de masas operantes en Euskadi que quieran constituir un Organismo Unitario que protagonice este proceso de lucha.

ETA militar publica el mes de noviembre un Zutik en el que transcribe íntegramente, además de la alternativa KAS, las resoluciones de la VII Asamblea de ETA pm, afirmando en él que las asume totalmente. Pero aunque ni los mismos interesados sean conscientes de ello -ni por otra parte, ninguna de las personas que en aquel momento nos encontramos en la órbita de la izquierda abertzale-, el resto de su contenido apunta unas líneas políticas que difieren profundamente de las concepciones que animan los trabajos de Otsagabia.

En el Zutik se afirma que la lucha armada no es la única actividad revolucionaria, y que un revolucionario puede ser un militante de una organización no armada. Pero se añade que el reformismo puede ganar a ambos tipos de organizaciones, y que el primer síntoma de su penetración es que la organización no armada empiece a presionar sobre la armada para que desaparezca, cuando ésta todavía es necesaria. Por esta razón, y en base al hecho de que todo cuerpo vivo desea perpetuarse, la organización armada se convierte en el último reducto de la estrategia revolucionaria.

Las tareas que se asigna ETA a sí misma son las de procurarse una existencia independiente, observando el juego político desde una perspectiva propia, para la cual le resultan necesarios unas vías de información y un aparato de propaganda propios.

Con respecto a los objetivos tácticos de la acción armada, el principal es el de obtener la aplicación de la alternativa KAS, que supondrá la democracia para Euskadi. Mientras no se consiga aquélla, la acción armada debe tener un carácter ofensivo; sólo si la citada alternativa fuese lograda, pasará a adquirir carácter defensivo, impidiendo que la oligarquía vulnere su propia legalidad.

El Zutik insiste mucho en el carácter del organismo formado por las organizaciones que han asumido la alternativa KAS, carácter aceptado también teóricamente por ETA pm, pero sobre cuyas consecuencias pasa ésta como sobre ascuas. Este organismo debe tener una doble naturaleza. Por una parte debe ser una coordinadora de las organizaciones de masas. Por otra, debe constituir una mesa de debate obligatoria para los partidos que lo componen, a la que forzosamente deben presentar sus propuestas. Estos sólo utilizarán su independencia si no es posible llegar a un acuerdo en su seno.

Analizadas desde la perspectiva del tiempo transcurrido, las diferencias con las concepciones de ETA pm saltan a la vista. ETA pm insistía en la necesidad de un único partido dirigente, de vanguardia y centralizado, que por la misma lógica de las cosas tenía que tender a absorber o a excluir a los demás partidos del KAS, y al que por otra parte debía subordinarse la organización armada. ETA militar insistía en el carácter del KAS como una estructura de nuevo tipo, como un Frente Revolucionario en el que organizaciones armadas, partidos políticos y organismos de masas constituyeran un único centro decisorio y tomaran sus decisiones conjuntamente.

En cuanto a la práctica armada, ETA pm daba ya por sentada la existencia de una democracia burguesa -aunque en fase de transición- y le asignaba ya desde ahora un carácter defensivo. Para ETA militar, por el contrario, tal democracia no existía, aun a nivel burgués, mientras no se aplicara la alternativa KAS. El carácter defensivo de la lucha comenzaría a partir de este momento, y no en las actuales circunstancias, en las que todavía se imponía la lucha ofensiva para lograrla.

Por último, en el Zutik de ETA militar para nada se hablaba de electoralismo ni de la relación lucha electoral-lucha de masas.

Estas diferencias, todavía no claramente desveladas para sus mismos protagonistas, que iban a hacer brusca explosión en la fase preelectoral anterior al 15 de junio, aclaran las evoluciones futuras totalmente divergentes de ETA pm y ETA militar, y explican aún sucesos posteriores, presentes actualmente en las mentes de todos.

Durante este periodo se abren en Euskadi nuevos frentes de lucha. El 29 de agosto tiene lugar una gigantesca manifestación en Plencia, que concentra a más de 50 000 personas, para protestar contra la construcción por Iberduero de una central nuclear en la cala de Basordas. Esta central, comenzada a levantarse en tiempos del franquismo, en medio de las mayores irregularidades -gran parte de las construcciones se habían realizado sin vigilancia de ninguna clase y antes de contar con autorización alguna; la primera no había llegado hasta marzo de 1974-, y distante apenas 10 kilómetros del área del gran Bilbao, añadía a los riesgos inherentes a todo empleo de la energía nuclear, riesgos que en caso de accidente grave podrían suponer la desaparición de todo un pueblo, todo tipo de perjuicios indirectos sobre la costa vizcaína, amén del desastre demográfico consistente en tener que orientar el crecimiento de la población vizcaína hacia la ya abarrotada margen izquierda de la ría de Bilbao; en un estudio delirante de Iberduero se preveía la multiplicación de la población de estos pueblos en un plazo de 30 años, por 5 y hasta por 8 veces. Tanto Iberduero como la administración, cómplice por activa y por pasiva de las ilegalidades y de los peligros que esta bomba de efectos retardados puede hacer correr en un futuro a Euskadi, hacen oídos sordos a la voz estentórea del pueblo.

El gobierno Suárez ha hecho promesas de liberalización y emitido afirmaciones de soberanía popular; pero las fuerzas del orden, que durante 40 años han machacado y reprimido al pueblo vasco siguen incólumes, y los efectos no pueden por menos que hacerse notar.

Durante el verano numerosas localidades vascas celebran sus fiestas populares; la alegría de estos festejos se ve en muchos casos ahogada por la rabia, por la impotencia y hasta teñida en sangre. En Guernica, ya desde el primer día de las fiestas, una manifestación proamnistía es disuelta por la Guardia civil con gran despliegue de fuerzas. El día 18 de agosto la tensión alcanza su cénit. Cinco mil personas acuden al festival de la canción vasca en el paseo de Unión. Cuando aparecen varias ikurriñas, la Guardia civil irrumpe violentamente en la zona, produciéndose una desbandada del público, de mujeres y niños, con saldo de varios heridos. En las fiestas de Ondarroa tienen lugar también sucesos similares. En San Sebastián, el primer domingo de septiembre, miles de personas, entre ellos familias con niños y ancianos, habían acudido a la plaza de la Constitución a escuchar a los chistularis. Sin darles tiempo a reaccionar, unos veinticinco Policías Armadas penetran en la plaza arrojando pelotas de goma y botes de humo y cargando sobre todo el mundo sin distinción de edad.

El 8 de septiembre, acuden unas 50 000 personas al alarde de Fuenterrabía. A la noche, cuando cientos de jóvenes se manifiestan alrededor de la Marina en pro de la amnistía, la Guardia civil comienza a cargar cuando entran en la calle de San Pedro. Jesús María Zabala, que estaba sentado en una cafetería, se levanta para proteger a un muchacho que iba a ser atacado a culatazos; él mismo es atacado y muere de dos tiros a bocajarro. Cuando Gabriel Alonso, el ex defensa del Real Madrid, se dirige a la Guardia civil para decirles que hay un muerto, un «incontrolado» le responde: «¿Que hemos matado a uno? A todos había que matar a este paso», y le golpea en la cabeza con la culata.

Esta vez la indignación es general. Numerosos alcaldes se presentan ante el gobernador civil de Guipúzcoa para pedirle cuentas. En todo Euskadi se prepara una jornada de huelga contra la represión para el 27 de septiembre y este día, el pueblo trabajador vasco y muy especialmente las empresas de la margen izquierda, con un altísimo porcentaje de inmigrantes, responden como un solo hombre, calculándose en 550 000 el número de huelguistas.

La represión continúa a ambos lados de la frontera. El mes de septiembre, un tribunal de Bayona condena a Javier Aya Zulaica a tres años de cárcel. Otro hecho va a poner de manifiesto la inquina que algunos círculos sienten contra los ex presos vascos. A Goyo López Irasuegui, encarcelado desde que en febrero de 1969 intenta liberar a su mujer, Arantxa Arruti, de la cárcel de Pamplona en la que se encuentra, y que ha sido trasladado a una cárcel de Andalucía, la del Puerto de Santa María, le ha llegado la hora de la libertad. Su mujer, que había sido puesta en libertad dos años antes, acude anhelante a esperarle a su salida. Pero por lo visto hay quien piensa que el matrimonio todavía no ha sufrido bastante. Pretextando un motivo nimio, Arantxa es detenida en Chiclana, antes de ver a su marido y procesada por insultos a las Fuerzas armadas; y la alegría de Goyo al verse en libertad se cambia en zozobra al verse solo y días más tarde, cuando conoce la realidad, en angustia al saber a su mujer de nuevo encarcelada.

El 4 de octubre, ETA actúa de nuevo. Un comando espera en la Avenida de España de San Sebastián, a las dos y media de la tarde, a que descienda de su casa el presidente de la Diputación de Guipúzcoa, Juan María Araluce. Cuando éste entra en el coche, unas ráfagas de metralleta acaban con su vida, con la del chófer, y con la de los tres policías de la escolta. La respuesta de los «incontrolados» no se hace esperar. Desde el día 5 hasta el 8, la extrema derecha campa por sus respetos en San Sebastián. Se rompen los cristales de los comercios de la parte vieja. En Inchaurrondo los clientes de los bares son desalojados a golpes, se lanzan cócteles Molotov sobre un «parking» de Oquendo, destruyendo varios coches, y se incendia el llamado «Portaaviones» del muelle donostiarra, quedando quemados los enseres, carretones y cajas vacías de los pescadores.

Al otro lado de la frontera también se produce una reacción. Seis refugiados en Euskadi Norte son confinados una vez más en un lugar conocido ya por los vascos, la isla de Yeu, entre ellos Argala. Desde su llegada son estrechamente vigilados por abundantes números de los CRS franceses.

El pueblo vasco intenta dar a conocer mientras tanto su cultura y la justeza de su causa en todos los rincones de Europa. Durante el verano, Euskadi había porfiado inútilmente por tener un pabellón propio en la «Bienale» de Venecia. Al fin, como compensación se le ofrecen «3 días de Euskadi», del 22 al 24 de octubre. Una comisión presidida por Telesforo de Monzón informa sobre Euskadi al alcalde de Venecia y al presidente de la Bienal. Las Gestoras Pro-Amnistía dan una rueda de prensa, y artistas y hombres de cultura aportan luz sobre el carácter vasco. Los días 10 al 12 de diciembre se repite la gira, esta vez en Bélgica. Los miembros del grupo vasco se entrevistan allá con la Liga de los Derechos Humanos, con Amnesty Internacional, con la Liga para los Pueblos Oprimidos y con diputados flamencos. Una tupida red de intereses creados, a nivel internacional, impide que estas visitas tengan todo el eco que debieran.

El gobierno Suárez prepara un referéndum para el 15 de diciembre, cuya aprobación daría paso a la Reforma pública proyectada por el Régimen, una Reforma que iba a dar carta de legalidad a la oposición pero que va a excluir de ella a Euskadi, al declarar tabúes la monarquía, la unidad nacional, y el ejército; una Reforma que va a enterrar el franquismo formal y las nostalgias del «bunker» para dar el puesto de mando a lo que ininterrumpidamente viene gobernando en el Estado español desde 1936: el franquismo real de la oligarquía. El PSOE y otras fuerzas españolas de oposición propugnan la abstención, pero con mala conciencia y, afirmando por boca de Felipe González que el gobierno lo está haciendo muy bien y, en efecto, la abstención es mínima en el Estado español. Por el contrario, el frente unido de los partidos vascos en torno a la abstención proporciona a ésta un alto porcentaje en Euskadi, el mayor con mucha diferencia del Estado. La proporción de votantes es en Álava del 72%; en Navarra de un 70%; en Vizcaya de un 50% y en Guipúzcoa de un 42%.

Un decreto promulgado en esta fecha por el gobierno resulta especialmente irrisorio. En junio de 1937, tras la toma de Bilbao por las tropas franquistas, las provincias de Guipúzcoa y Vizcaya habían sido declaradas traidoras y se les había privado de ese resto de su foralidad que eran los Conciertos económicos. El decreto deroga el anterior abolitorio, pero se convierte en una burla y en papel mojado, al no poner en vigor aquello cuya prohibición había sido levantada: los Conciertos mismos.

Mientras tanto continúa el combate contra los medios vascos de información. Se presenta una denuncia contra Garaia ante la autoridad militar, se secuestra Goiz Argi; hecho más inquietante aún, se encarcela a fines de diciembre a la directora de Punto y Hora, Mirentxu Purroy, por abrir sus páginas a uno de los lectores de su revista y negarse a revelar su identidad. Mirentxu no saldrá de la cárcel en libertad provisional hasta el 10 de enero.

La llegada de la Navidad, una Navidad que se esperaba sin presos, hace todavía más amarga su ausencia de sus hogares en Euskadi. En toda la geografía vasca se producen encerronas y manifestaciones y huelgas de hambre. En casi todas ellas interviene la fuerza pública. Una de las cargas más duras es la llevada a cabo por la Guardia civil en Algorta, tras el partido celebrado entre las viejas glorias del Atlético de Bilbao y la Real Sociedad. Estas actuaciones no impiden que dos obreros de Babcock-Wilcox se encaramen durante varios días a una chimenea de 30 metros de altura de la empresa en solicitud de amnistía. Diversas instituciones oficiales la solicitan también: así el Ayuntamiento donostiarra, la Diputación de Guipúzcoa, los obispos de Bilbao y de San Sebastián, en su pastoral de Navidad. El Ayuntamiento de Echarri Aranaz convoca para el día 16 de enero a los Ayuntamientos restantes en petición de la reintegración foral plena, la cooficialidad del euskera y la amnistía. Pero el gobierno español no está aún para amnistías; Martín Villa prohíbe la convocatoria, y los alcaldes vascos se ven interceptados por controles policiales en las carreteras que conducen a la localidad navarra y tratados igual que esos manifestantes que según la policía «no son sino mozalbetes de 15 años que queman cajas de cartón en las calles». En un trágico epílogo, el 9 de enero de 1977 muere tras una manifestación en Sestao Juan Manuel Iglesias.

A paso de tortuga y siempre con la lengua fuera y a mil leguas de distancia, la legalidad va alcanzando algunos aspectos, los menos, de la práctica cotidiana vasca. La ikurriña, símbolo nacional tan querido por los vascos, se ha convertido en gesto de rebelión por la represión sistemática de que es objeto. El 5 de diciembre de 1976, en el encuentro jugado en el estadio donostiarra de Atocha entre el Atlético de Bilbao y la Real Sociedad, los capitanes de ambos equipos, entre ellos Iribar, pasean la ikurriña por el campo en medio de una atronadora ovación. El gobierno se ve vencido por la realidad: el 19 de enero de 1977 autoriza el uso oficial de la ikurriña, y Euskadi se convierte en una fiesta de los colores rojo, verde y blanco.

Desde el exilio de los refugiados vascos en la isla de Yeu, este lugar se ha convertido en el Lourdes de los peregrinos abertzales. Son cientos y aun miles los vascos que vienen a verles los fines de semana. El 10 de febrero, las Gestoras Pro-Amnistía, tras realizar en París contactos similares a los mantenidos en Bruselas, acuden masivamente a la isla a visitar a los confinados. Al gobierno francés empieza a resultarle incómoda esta situación; por otra parte, la extrema izquierda francesa y los movimientos nacionalistas del hexágono empiezan a movilizarse en su favor. Por ello una semana más tarde de esta visita, el 18 de febrero, retira la orden de confinamiento en Yeu.

Tras el referéndum en el que una mayoría de la población del Estado español, hábilmente dirigida por los medios de comunicación y especialmente la televisión, aprueba la reforma política, la oposición española y los partidos nacionalistas moderados abandonan definitivamente la idea de ruptura con el régimen anterior y hacen suya la actitud reformista -autoconvenciéndose, por supuesto, de que su actuación va encaminada a conseguir la ruptura democrática-. Se forma así, en enero de 1977, la comisión de los 10, Estado mayor de la oposición ex-rupturista. El representante vasco en ella es Julio Jáuregui, miembro del PNV de 67 años de edad, que ostentaba en el ámbito de Euskadi la representación de su propio partido, de ANV, del PSOE, del PC y de la Democracia Cristiana. Son siete los puntos que han de negociar con el gobierno Suárez, pero los principales se reducen a tres. El primero es el reconocimiento de todos los partidos políticos y organizaciones sindicales. El segundo, la negociación de las normas de procedimiento a que han de ajustarse las elecciones. El tercero está redactado con especial ambigüedad: «la verdadera amnistía1 que el país necesita».

Pronto ha de verse que el criterio de los negociadores sobre lo que el país necesita no se ajusta en modo alguno a sus necesidades reales, al menos en Euskadi. Pero el búnker de pandereta, ese franquismo incomparablemente más inofensivo, por ser infinitamente más débil, que el otro franquismo, ese franquismo real que está negociando sonrientemente su reforma con la oposición llamada marxista desde el poder, aún ha de dar su último coletazo antes de ver desaparecer definitivamente su sueño de una España imperial. El 24 de enero son asesinados en su despacho de Madrid cinco abogados laboralistas de Comisiones Obreras y un estudiante. Casi al mismo tiempo es secuestrado por un comando del GRAPO el teniente general Villaescusa. Esta coincidencia resulta providencial para el estrechamiento de lazos entre Suárez y la oposición; unos y otros aparecen abrazados ante la opinión pública contra la doble amenaza que se cierne contra la democracia, y Suárez anuncia en la televisión más enérgico que nunca que nada detendrá la restitución de la soberanía al pueblo español.

Pero esta luna de miel dura poco, al menos aparentemente. El PSOE, que quiere dejar a salvo su imagen de alternativa de poder, abandona la Comisión negociadora, y ésta se convierte en Comisión de los 9. Van apareciendo mientras tanto nuevas opciones vascas. El 19 de febrero hace su representación pública ESEI, partido que existía desde julio de 1976. En este acto anuncia su intención de constituir sobre todo una tendencia que promocionará la formación de un gran partido socialista vasco.

Por estas fechas comienza a oírse a hablar de las siglas de ese partido que venía gestándose subterráneamente desde la VII Asamblea de ETA pm; éstas son EIA, Euskal Irauhzarako Alderdia (Partido para la revolución vasca). Es cierto que acuden a él independientes -entre ellos se encuentra el autor de este libro-, así como ex- presos etarras recientemente liberados; un grupo importante es el de los ex-presos de Segovia, entre los que se encuentra Goyo López Irasuegui. Pero aunque aparentemente éstos son los hombres públicos del partido, el reagrupamiento, y de un modo ni tan siquiera perceptible para aquéllos, no está siendo todo lo amplio que pudiera ser, y se está produciendo una presencia predominante de los ex-dirigentes de ETA pm en los resortes reales del poder organizativo.

EIA es el partido que más está dinamizando desde principios de año el Organismo Unitario de la izquierda vasca (el Euskal Erankunde Herritarra). Su creación estaba ya prevista en la alternativa KAS, y de hecho cuando se presenta públicamente el 28 de febrero de este año su programa es un calco de la citada alternativa. Al no haberse presentado aún oficialmente EIA, forman parte de él las fuerzas del KAS (ETA pm, EHAS, LAIA, LAB),además del MC, ORT, PT, Partido Carlista, Eusko Socialistak y ESEI.

Del 12 al 14 de marzo tiene lugar el primer congreso en la legalidad y el XXVII en la realidad del PSOE. Se declara en él partidario de dos principios que muy en breve se los va a llevar el viento muy lejos: el del federalismo y el del derecho de autodeterminación de los pueblos.

(Por otra parte, no es el PSOE el único caso de claudicación ideológica en la oposición. Cuando se creó la Asamblea Democrática en Euskadi en septiembre de 1975, principalmente auspiciada por el PC, también ella defendía el derecho de autodeterminación.)

En marzo de este año, había de celebrarse el Congreso de Comisiones obreras de Euskadi. El año anterior se había integrado en ellos la sindical CECO, en la que militaban muchos miembros del MC. En vísperas del Congreso, en CCOO se encuentran confrontados los mayoritarios, donde predominan los militantes del PC, y los minoritarios, donde se encuentra sobretodo el MC. La prohibición del Congreso por el gobernador civil de Vizcaya impide que las dos tendencias hagan colisión. Pero a partir de este momento, la tendencia mayoritaria va reduciendo ala otra al papel de simple comparsa cada vez más inoperante.

Por estas fechas hace pública su alternativa el sindicato LAB, nacido en sus orígenes del Frente obrero de ETA, sindicato que desea ser abertzale y de clase y que se siente más atraído por el movimiento asambleario que por el sindicalismo tradicional de corte burocrático. Este sindicato se ve apoyado por las fuerzas de la izquierda abertzale; en el Arnasa, biblia teórica de la futura EIA, se dice literalmente que «nos identificamos y apoyamos por completo la línea y la práctica definidas por LAB».

LAB enumera las características sindicales que considera debe tener un sindicato: 1) Sindicato de clase, en contra de todo amarillismo; 2) Sindicato vasco, que reconozca a Euskadi como el marco en el que la clase obrera participa en la lucha de clases; 3) Sindicato democrático, en donde prevalezca la voluntad de sus miembros expresada en asamblea; 4) Sindicato independiente de todo partido o coalición; 5) Sindicato potenciador de la unidad del Movimiento Obrero, sobre todo desde la base, sin olvidar los acuerdos por la cima; 6) Sindicato potenciador del movimiento asambleario, de la designación de los representantes obreros en las asambleas; 7) Sindicato internacionalista, que estreche los lazos entre los trabajadores vascos y los del Estado español y del mundo; 8) Sindicato sin carácter negociador con la patronal, por considerar que esta misión corresponde más a los colectivos obreros que a las centrales sindicales; 9) Sindicato de afiliación, dándole un carácter de encuadramiento y formación; 10) Sindicato dispuesto a su autodisolución, como paso para conseguir un movimiento asambleario unitario.

Mientras tanto esa amnistía que la Comisión de los 9 iba a negociar con el gobierno sigue sin llegar. Para las Gestoras Pro-Amnistía está claro que ninguna comisión negociadora del mundo, sino tan sólo la lucha popular, puede lograrla. Animados por tal convicción convocan a fines de febrero una nueva semana Pro-Amnistía con el lema de «Amnistia ez da negoziatzen» (la amnistía no se negocia). En Guipúzcoa, desde el sábado 26 de febrero hasta el domingo 6 de marzo, las encerronas y manifestaciones son abundantes, teniendo lugar una manifestación de estudiantes ame la prisión de Martutene. Cabe destacar las de Vergara, Rentería, y San Sebastián, una de las cuales llega a concentrar a 30 000 manifestantes.

En Vizcaya, la semana reviste otro cariz. Las manifestaciones son abortadas y desalojados los que realizan encerronas. Los incidentes más graves tienen lugar en Elorrio y Lekeitio. En la primera localidad, la noche del 26 al 27 de febrero, un centenar de personas se encierran en la parroquia. Hacia las tres de la madrugada, media docena de guardias civiles entran por la puerta de la sacristía, golpeando con porras y culatas a los reunidos. Cuando la puerta principal cede ante la presión de los que huyen, en el exterior les reciben otros guardias a culatazos y botes de humo. La acción deja un saldo de muchos heridos, sobre todo en la cabeza. En Lekeitio el escenario es similar. A las tres de la madrugada se personan en la parroquia de Santa María unos 80 números de la Guardia civil, y tras forzar con vigas una puerta lateral, entran arrojando botes de humo y pegando culatazos en las cabezas. Se producen 30 heridos, algunos de ellos, como la joven Andoni Tellería, graves.

A la amnistía como motivo de movilización se le suma en Álava el de la conmemoración del aniversario de la masacre de Vitoria del 3 de marzo. La huelga es total. Unas 15 000 personas asisten a los funerales de la Catedral nueva; cuando a la salida inician una manifestación, la Policía Armada corta el paso al impresionante cortejo. Se producen carreras y cargas de la Fuerza pública. El domingo, tiene lugar en la capital alavesa una manifestación con el tema específico de amnistía. Al llegar al Paseo de la Florida, un gran número de jeeps de la policía persiguen a los manifestantes en todas direcciones.

Esta semana va a tener un epílogo sangriento. El 8 de marzo, en un vehículo detenido en un control de la localidad guipuzcoana de Itxaso, son muertos a tiros de metralleta dos militantes de ETA pm, Nicola Mendizábal, «Zarra», y Sebastián Goicoechea, y herido un tercero, Francisco Aldanondo. El comunicado oficial afirma que los primeros disparos habían surgido del interior. Los informes de los testigos y de la Gestora Pro-Amnistía de Tolosa son tajantes en sentido contrario; el vehículo había estado detenido unos tres minutos y los únicos disparos habían sido de metralleta.

El miércoles, las manifestaciones y la huelga general, que afecta en Guipúzcoa no sólo a las fábricas sino a comercios, bares, centros de enseñanza, adquieren una intensidad inédita. La actitud de no intervención que había adoptado la policía en Guipúzcoa durante la Semana Pro-Amnistía cambia radicalmente: en todos los lugares hay cargas y contusionados.

Al parecer la sangre es el único lenguaje que entiende el gobierno. El 14 de marzo, éste promulga un decreto ampliador del indulto y de la amnistía anteriores. Pero una vez más quedan excluidos los delitos de sangre. De los 110 presos políticos vascos salen al cabo de más de un mes, unos 80, pero con suma lentitud, a cuentagotas, y su salida hace aún más patética la situación de la treintena de presos que quedan dentro. Se trata de nuevo de una cortina de humo del gobierno que se presenta a sí misma como amnistía total; y de nuevo se vuelven a producir frases ambiguas y declaraciones claudicantes por parte de las fuerzas presentes en la Comisión negociadora.

Julio Jáuregui afirma, tras el 14 de marzo, «que las promesas del gobierno han sido íntegramente cumplidas. De hecho [los decretos del 14 de marzo] significan la liberación de todos los presos políticos». Tierno Galván declara a su vez que «la amnistía ya se ha dado. No de manera abierta y decidida, como se tenía que haber dado, pero los presos políticos están ya en la calle [...] y todos los delitos que se cometan o se hayan cometido desde la promulgación del último decreto de amnistía tienen que ser castigados».

El 25 de marzo regresa a Euskadi, a su tierra navarra, una figura histórica del nacionalismo vasco, Manuel de Irujo, en medio del calor popular. En el mes que media hasta el comienzo de la campaña electoral, el gobierno da una de cal y otra de arena.

El 3 de abril, y con dudas hasta última hora de si tal acto iba a ser permitido, EIA hace su aparición pública en el frontón de Gallarta, corazón de la zona minera de Vizcaya. El ambiente es entusiástico, más de 7 000 personas abarrotan el frontón, se proyectan fotografías de «Pertur» y de otros líderes etarras muertos y el mitin se convierte en el primer homenaje público y legalmente permitido a la historia de ETA. Los oradores desarrollan diversos puntos de los contenidos en el «Agiri» o manifiesto de EIA, distribuido en el mismo acto a la opinión pública. Pero el espíritu y la ideología que inspiran este acto no van a tener continuidad. De hecho, no pasará año y medio sin que las dos personas que han elaborado en su totalidad el «Agiri», el autor de este libro y Goyo López Irasuegui, queden fuera de la organización.

Esta permisividad, sin embargo, no es aplicada a las dos concentraciones multitudinarias que van a tener lugar en el plazo de un mes en Euskadi: el Aberri Eguna y el Primero de Mayo.

Las diversas fuerzas vascas, fundamentalmente el PNV y la izquierda vasca agrupada en el Euskal Erakunde, u Organismo Unitario, habían acordado la celebración del Aberri Eguna en Vitoria. Una vez más la actuación del gobierno iba a convertir este día en una jornada de lucha y de rabia. Martín Villa decreta su prohibición, y ya desde los días anteriores se colocan rigurosísimos controles en las carreteras. A las 12 del mediodía estaba prevista una concentración en la Plaza de la Hispanidad, y a las 5 de la tarde un mitin abierto del Euskal Erakunde. Tanto una como el otro son reprimidos y dispersados brutalmente. Durante todo el día se producen saltos, algunos de los cuales llegan a reunir unas 1 000 personas. A las 5,30 un corresponsal de la televisión belga que presenciaba los sucesos desde el hotel Canciller Ayala cae al suelo a resultas de una bala de goma que le da en el pecho lanzada a 20 metros de distancia.

El PNV se ha preparado, mientras tanto, una manifestación propia en Loyola (Guipúzcoa), que goza de todos los permisos. Algunos jóvenes afean su conducta. Gente de aquel partido se quejará más tarde de que algunos grupos, que dicen ser de EIA, les han llamado «fascistas».

El Euskal Erakunde, y muy especialmente la izquierda, se repliegan a Vizcaya, a Durango. Se vuelven a repetir aquí los sucesos de Vitoria; las 10 000 personas que acuden son duramente dispersadas.

El Primero de Mayo se reproducen situaciones similares. En Pamplona se celebra un acto en la vuelta del Castillo en el que las centrales denuncian las actuaciones sindicales. Ello no impide que se produzcan detenciones, entre ellas de miembros de la UGT. En Vitoria, tiene lugar otro acto en la campa de Olarizu. Pese a las llamadas a la moderación del representante de CCOO, tienen lugar enfrentamientos y arrestos. En Bilbao las cargas de la policía son violentas, primero en el Casco Viejo, después en Recaldeberri, lo que no impide que se forme a la tarde en el Arenal una manifestación de unas 5 000 personas, que es dispersada a pelotazos. En Guipúzcoa, la policía toma todos los lugares, hasta el campo de Atocha; para impedir cualquier acto, se impide el paso a la Parte Vieja de los menores de 28 años. En todo caso, se forman barricadas en el Alto Miramar, y en el paseo del Duque de Mandas.

A raíz de la prohibición del Aberri Eguna, el Partido Nacionalista Vasco anuncia su decisión de retirarse de la Comisión de los 9. Coincidencia paradójica, en las mismas fechas, durante la Semana Santa y con el escándalo de algunos sectores oficiales -cada vez más reducidos-, el Partido Comunista queda legalizado.

El gobierno anuncia por fin el mes de abril que las elecciones generales legislativas tendrán lugar el 15 de junio de 1977; el plazo de presentación de candidaturas terminará el 8 de mayo y la campaña electoral durará 21 días, comenzando el 24 de mayo.

Este período de la historia vasca es extraordinariamente complejo, sobre todo en el campo de la izquierda vasca, por los múltiples factores que se presentan y que se entrecruzan durante estos dos meses; ni tan siquiera sus mismos protagonistas son conscientes totalmente de las motivaciones ni de las consecuencias de las decisiones que se ven impelidos a tomar; muchos de ellos quedan traumatizados, y les costará mucho tiempo, hasta más de un año, tener una visión clara de lo ocurrido.

El primer conflicto viene dado por el hecho de que en la izquierda abertzale tal vez las dos únicas organizaciones que tengan una idea clara de la actitud que hay que tomar ante las elecciones, sean las dos organizaciones armadas, ETA militar y ETA político-militar, y sus concepciones son diametralmente opuestas. Las organizaciones no armadas del KAS, todavía no liberadas de la tutela ideológica de aquéllas, bailarán a su son, LAIA y EHAS al de ETA militar, y EIA, aunque con muchas vacilaciones, al de ETA pm.

ETA pm, había teorizado ya en el trabajo de Otsagabia «sobre el partido» acerca de la necesidad de que existiera un organismo, la UPA -Unidad Popular Abertzale-, que conjugara el juego electoral con la lucha de masas.

En el Hautsi n.° 15 publicado después del 15 de junio, desarrolla más, retrospectivamente, su postura favorable a la participación. Afirma en él que la actitud contraria, dado que el pueblo iba a participar masivamente en las elecciones, suponía dejar el camino abierto al PNV y al PSOE, separando la lucha nacional de la social. Suponía también separar la lucha popular de la parlamentaria; y esto según ella era grave, porque desde su punto de vista la amnistía iba a dejar de constituir el principal motivo de movilización popular y en cambio se iban a plantear grandes movilizaciones Pro-Estatuto.

Sobre estas movilizaciones, el Hautsi contiene unas declaraciones curiosas, que después no las iba a verificar la práctica: «La tarea revolucionaria principal a acometer es la de hacer partícipe en la discusión y elaboración de ese Estatuto a los más amplios sectores del Pueblo Vasco». Afirma también que ese Estatuto debía ser elaborado por los alcaldes en conjunción con las Asambleas masivas de los pueblos; y que dejar su elaboración en manos del PNV y del PSOE suponía una traición a estas asambleas populares.

En el Zutik n.° 68, publicado también tras las elecciones y en el que retira públicamente el apoyo que hasta abril había dado a EIA, ETA militar explica su postura negativa. Enumera las razones por las que no hay que acudir al Parlamento: Las Cortes tienen las mismas limitaciones que la ley de Reforma política, esto es, la intangibilidad de la monarquía, la unidad nacional, y la hegemonía del ejército. Por otra parte, los partidos del KAS, mantenidos en la ilegalidad, se veían impedidos de hacer propaganda; además, aparte de la composición no democrática del Parlamento, resultante de las distorsiones causadas por la ley de Hond't, los diputados vascos no eran más que 26 contra 350, por lo que les era imposible presentarse como representantes de Euskadi ante él. Por fin, esta presencia creaba el riesgo de abortar la participación directa del pueblo, abandonando éste su responsabilidad en los parlamentarios.

Aun así, añadía ETA militar, hubiera sido partidaria de la participación en las elecciones si se hubieran dado dos circunstancias: la amnistía total y el respeto a las libertades democráticas mínimas. Habiéndose obtenido una negativa rotunda por parte del gobierno español, no quedaba razón alguna para participar en ellas.

Con anterioridad al 15 de abril, la frustración del pueblo vasco por no haber conseguido la amnistía era tan grande que la base popular de la izquierda abertzale quería utilizar el arma de la abstención para forzar al gobierno español a concederla. Por eso se había tomado un acuerdo en el KAS, antes de esta fecha, en el sentido de condicionar la participación a la obtención de la amnistía total y a las libertades democráticas. Este acuerdo se había adoptado a regañadientes de ETA pm y en contra de sus concepciones teóricas; ésta esperaba un cambio de la situación sicológica del pueblo.

Hay que añadir que con respecto a las condiciones para la participación de ETA militar, éstas eran engañosas. Las dos citadas sólo eran una parte de la alternativa KAS. Pero, ¿no había anunciado ésta que proseguiría una lucha armada de carácter ofensivo, mientras no obtuviera la integridad de aquélla? Luego por tanto quedaba excluida la puesta en pie de una situación que asegurara la estabilidad de la amnistía, pues iban a seguir produciéndose detenciones; y no quedaba en la práctica más salida que la de la abstención.

Comienzan pues, las conversaciones en el seno de las tres fuerzas no armadas del KAS para la formación de una candidatura condicionada; para poner a prueba la voluntad del gobierno, se presentan a la autoridad gubernativa -el 6 de mayo- los Estatutos de los tres partidos para la legalización, Estatutos idénticos en los que se proclama que el objetivo de estas fuerzas es la consecución del socialismo y la independencia para Euskadi. Pero estas conversaciones se inician en medio del mayor recelo mutuo, recelo aún mayor si cabe debido a las rivalidades organizativas. En efecto, el Reagrupamiento de EIA no ha sido lo amplio que debiera de haber sido, y EHAS está empeñada en estas fechas en la formación de una Convergencia Socialista en la que van a entrar algún partido, como Eusko Socialistak, e independientes de izquierda abertzale que se han visto desplazados por EIA, convergencia que dará paso más tarde al partido HASI. Nada mejor, para lograrla, que hacer aparecer a EIA como culpable de la ruptura de KAS.

El marco de las negociaciones para esta candidatura es más amplio que el KAS, el del Euskal Erakunde, el Organismo Unitario de la izquierda vasca. Pero este organismo nunca había cuajado realmente y estas negociaciones van a ser su tumba. El nombre de la candidatura es propuesto por EIA y aceptado: Euskadiko Ezkerra, la Izquierda de Euskadi. Pero en parte porque los primeros puestos se reservan a la izquierda abertzale, en parte por el condicionamiento de su presentación, en parte porque sus disensiones son visibles y presentan a la candidatura sin fuerza, los diferentes partidos -PT, ORT, LCR, Partido Carlista- se van retirando y formando candidaturas propias. El 8 de mayo, junto con algún pequeñísimo partido, quedan solas las fuerzas del KAS y MC, que ve en ello una oportunidad para debilitar al KAS. En Iruña se llevan a cabo conversaciones entre un abanico de tuerzassimilares. Pero antes del 8 de mayo, el KAS se encuentra con la desagradable sorpresa de que esta constitución va a tener un nombre distinto al de Euskadiko Ezkerra, el de Unión Navarra de Izquierdas, UNAI.

(A nivel de Estado español, se han formado amplias coaliciones en la derecha. En una de ellas, la encabezada por Fraga -Alianza Popular-, figuran prohombres conocidos del franquismo: López Rodó, López Bravo, Silva Muñoz, Fernández de la Mora, que proclaman su fidelidad al Antiguo Régimen. Éste es el espantajo que agita la coalición de Suárez para autocalificarse de centro: la Unión de Centro Democrático. Compuesta teóricamente por tres tendencias, la demócrata cristiana, la socialdemócrata y la liberal, es la pantalla política que escogen las fuerzas que vienen gobernando desde hace 40 años en el Estado español: una fuerza dinámica, joven, dialogante, absolutamente cínica y carente de lealtades, pero no por ello menos franquista.)

Estas fuerzas se presentan en solitario. También lo hacen los grandes partidos en Euskadi, como el PSOE y el PNV, y otros partidos que se creen grandes pero no lo son tanto, como el PCE, el PSOE, el PNV, y el PCE, junto con ESEI y Acción Nacionalista, contraen un compromiso autonómico mediante el cual sus candidatos electos contraerán la obligación de constituirse en representación del pueblo vasco en las cuatro provincias -incluyendo Navarra-, y entre otras cosas, elaborarán un Estatuto de Autonomía en ese ámbito y exigirán el reconocimiento de la personalidad política de Euskadi. En el marco de ese compromiso, el PNV y el PSOE preparan conjuntamente sus candidaturas para el Senado, con el nombre de Frente Autonómico, junto con ESEI y algún independiente que lo suscribe. (Pronto se verá, una vez que haya conseguido sus senadores, lo dispuesto que está el PSOE a olvidarse del vasquismo de Navarra.)

El guipuzcoano Juan María Bandrés, defensor de presos de ETA desde hace muchos años y hombre inclinado temperamental e ideológicamente a la moderación, recibe una oferta de un puesto de senador por el Frente Autonómico. Ha recibido también una oferta similar de Euskadiko Ezkerra. Tras muchas dudas, sus antiguos clientes lo convencen en el último momento para que acepte esta última.

Estas conversaciones para formar candidatura corren paralelas a otras dos: una más amplia en el seno de un amplio abanico de fuerzas vascas para presionar al gobierno y conseguir la liberación de los presos, y una tercera, la que el gobierno español está intentando mantener con las ramas de ETA a fin de conseguir una tregua en el periodo electoral; ambas tienen como telón de fondo uno de los momentos más trágicos que ha vivido Euskadi en el posfranquismo, la sangrienta Semana Pro-Amnistía que tiene lugar en Euskadi del 7 al 15 de mayo.

Las primeras conversaciones citadas, se producen a iniciativa de Monzón. Este venía intentando desde principios de 1977 poner en contacto a las diversas fuerzas vascas, incluyendo al Movimiento de Alcaldes, para conseguir a medio plazo un Estatuto de Autonomía nacional para el conjunto de Euskadi Sur y a corto plazo la amnistía total y la legalización de todos los partidos políticos vascos. Una tercera fase sería la ampliación de este marco a todas las fuerzas operantes en Euskadi, con tal de que fueran autonómicas, para constituir un Frente Autonómico del que naciera un gobierno provisional que negociara con Madrid de pueblo a pueblo.

Realizados los primeros contactos, la segunda reunión tiene lugar el 30 de abril, y a ella asisten las fuerzas del KAS, el PNV, Acción Nacionalista, ESB, ESEI, el Partido Carlista y el Movimiento de Alcaldes. El KAS propugna la abstención electoral como medio de presionar a Madrid para alcanzar los dos objetivos a corto plazo. Al no alcanzarse la unidad se decide formar una Comisión permanente y otra más reducida que se trasladaría a Madrid y sin ningún carácter negociador informaría a Suárez de la gravísima situación que se crearía en Euskadi de no obtenerse la amnistía y las libertades mínimas. Efectivamente, el 10 de mayo se entrevista con Suárez una Comisión compuesta por José Luis Elcoro por el Movimiento de Alcaldes, Valentín Solagaistua por ANV, Juan José Pujana por el PNV, Santiago Brouard por el KAS y Carlos Caballero por ESB. Suárez declara que la liberación total de los presos es imposible a causa de su presunta debilidad frente a los sectores ultra derechistas, especialmente los militares; pero que podría producirse un gesto de buena voluntad. Se le responde que si para el 24 de mayo no ha habido una liberación total se produciría una dimisión de alcaldes, los partidos vascos pasarían a la abstención activa y ETA iniciaría una ofensiva armada.

Los sucesos que van a producirse casi inmediatamente después de esta entrevista van a dar una trágica confirmación a las palabras que afirman que la situación en Euskadi es grave. En la Semana Pro-Amnistía, del 8 al 11 de mayo, se han producido innumerables encerronas, mesas redondas y manifestaciones en todo el ámbito de Euskadi. Muchas de éstas son prohibidas y reprimidas, y el número de cargas policiales y de detenciones va en aumento. Un gran número de partidos -incluso el PSOE- convoca una «jornada de lucha» para el día siguiente, 12 de mayo; y entonces, comenzando por Guipúzcoa, empieza el baño de sangre. El paro es total; la policía reprime las concentraciones, no ya con pelotazos y botes de humo, sino con fuego real. En el barrio donostiarra del Gros, una mujer que se encontraba en su casa es alcanzada en el pecho por una bala. En Rentería, la Guardia civil dispara a mansalva sobre los manifestantes. Horas más tarde y lejos del lugar de los hechos, un anciano de 78 años de edad, Rafael Gómez Jáuregui, muere de un impacto de bala. Al día siguiente la huelga es general y afecta a la prensa. Siguen aumentando los heridos de bala y se prohíben todos los mítines para el fin de semana. A la noche un empleado de la autopista Behobia-Bilbao muere atropellado por un turismo cuando retiraba una barricada.

Ese mismo día en Pamplona se producen dos muertes más. En el casco viejo, se producen enfrentamientos entre manifestantes y policías; después se recogerán numerosos casquillos de bala. En la calle Calderería, un grupo de Policías Armadas, la emprenden a golpes y patadas contra un joven al que habían visto tirando una piedra. Cuando le dejan, está muerto de un disparo en la cabeza. El mismo día, un anciano de 72 años que presenciaba, desde su casa de la calle San Nicolás cómo golpeaba la policía a un muchacho, y en cuyo balcón da una bala de goma, muere de un infarto.

El fin de semana, hay barricadas en muchísimas calles, se cruzan coches y camiones en la carretera, y Euskadi arde de indignación. El sábado 14 de mayo, en la población vizcaína de Gallarta, cuando un grupo de amigos abandonaba una despedida de soltero, son perseguidos por unos Guardias civiles que saltan de jeeps; Manuel Fuentes Mesa, miembro de Comisiones obreras, cae muerto.

La misma prensa de Madrid se desata contra la policía del gobierno Suárez. Ese mismo día 14, en la tercera de las reuniones inter-fuerzas vascas, el KAS pregunta a las restantes fuerzas su postura ante las elecciones. Cuando el PNV anuncia que su decisión de participar en ellas es inconmovible, se le invita a que abandone la reunión. Los alcaldes confirman su dimisión para el día 24. El Partido Carlista, ESEI, y ESB anuncian que informarán de su actitud definitiva el día 23.

En una nueva reunión -tiene lugar el día 17- que calienta todavía la situación creada por la Semana Trágica, se decide que los candidatos del KAS retiren formalmente sus candidaturas de la coalición Euskadiko Ezkerra, hecho que se produce el día 18.

En esta misma fecha tiene lugar un hecho que hace pública la explosión de la crisis que venía gestándose en ETA pm. Javier Ibarra y Berge, conocido miembro de la oligarquía vizcaína e ideólogo de la misma, es raptado en su residencia de Neguri. Los secuestradores pertenecen a los comandos «bereziak», pero éstos afirman ser la única ETA pm, tras haber expulsado a su dirección. Este proceso -que culminará, pocos meses más tarde, en la fusión de los «bereziak» con ETA m en una única organización-, es explicado por ellos en un comunicado redactado unos pocos días antes, el 11 de mayo.

El motivo formal de la crisis, según aparece en él, lo constituyen las conversaciones del gobierno mantenidas con las distintas ramas de ETA, y las distintas posturas de ellas ante éstas. A estas conversaciones se refieren tanto a ETA pm en su Hautsi 15, como ETA m en su Zutik 68; la primera para corroborar que tuvieron lugar, pero que el gobierno no dio respuestas convincentes a las propuestas; la segunda, para afirmar que las veces que fueron contactados por los emisarios del gobierno se limitaron a decirles que no tenían nada que discutir con ellos mientras no se dieran como requisito previo las dos condiciones de la amnistía total y las libertades democráticas mínimas.

Quienes lo relatan de una manera más extensa y detallada son los propios «bereziak» en su comunicado. Las dos acusaciones principales que lanzan contra la dirección de ETA pm son las de haber potenciado escasamente los organismos militares -esto es, los propios comandos «bereziak»- y haber aceptado una tregua sin la obtención previa de una respuesta satisfactoria a las reivindicaciones de la izquierda abertzale. Según los «bereziak» a fines del año anterior, 1976, el gobierno Suárez entabla contacto con ETA pm, expresando su voluntad de contactar también con ETA militar. Estos delegan toda negociación en las organizaciones no armadas de KAS.

Asisten a esta reunión un comandante de Artillería cuyo nombre se proporciona y dos organizaciones del KAS. Estas le informan de que existen dos condiciones innegociables: la amnistía total y las libertades mínimas; y otras dos negociables: la disolución de las fuerzas del orden y el autogobierno para Euskadi. Exigen como prueba de buena voluntad permitir los mítines y actos públicos del KAS. El emisario pide a cambio moderación e inteligencia.

Ante el carácter infructuoso de las reuniones y debido a la insistencia de ETA pm, tres militares intermediarios del gobierno se entrevistan directamente con las dos ramas de ETA. Estos les hablan de la inestabilidad que están creando las presiones del búnker para abortar la reforma, y les dicen que para contrarrestarla es necesario que se produzca una distensión, sobre todo en el País vasco. ETA militar, tal como ella misma cuenta, afirma que ha asistido informalmente y que no tiene nada que decir mientras no se den las dos condiciones mínimas.

Los muertos de Itxaso en el mes de marzo producen un colapso en las reuniones. Estas se reanudan con ETA pm. Según los «bereziak», el comisario jefe de la policía de Madrid se entrevista con dirigentes de esta organización en el sur del Estado francés, escoltado por vehículos de la policía francesa. Se acuerda que un dirigente de ETA pm viaje al Estado español provisto de inmunidad diplomática para negociar con el gobierno Suárez. El gobierno, tras volver a insistir en la necesidad de la tregua militar, da una respuesta desesperanzadora a las cuatro reivindicaciones, dos negociables y dos innegociables. Con respecto a la amnistía, ésta se aplicará gradualmente hasta el 15 de junio, pero no afectará a 8 presos culpados por delitos de sangre. En cuanto al tema del orden público, la administración se declara imposibilitada como tal para resolverlo; este punto, afirma, deberá ser resuelto por los órganos democráticos que surjan de las elecciones.

Pese a estas respuestas, y por las mismas fechas, en una publicación interna, el Kemen 11, la dirección de ETA pm propone a la militancia una declaración pública de tregua. Los comandos «bereziak» opinan que tal cosa supone una claudicación; y éste es el momento en el que deciden expulsar a cuantos dirigentes están implicados en el hecho.

Este conjunto de circunstancias -la indignación pública creada por los sucesos de la Semana Pro-Amnistía, las presiones del conjunto de las fuerzas vascas, la nueva situación en ETA- obligan al gobierno español a adoptar unas medidas que como de costumbre serán insuficientes, pero que tendrán la virtud de dividir a las fuerzas vascas. Las medidas, cuyo radio de acción se limita a los presos «históricos» -aquellos que llevan varios años encarcelados, y en especial a los presos del Proceso de Burgos- consistirían en puestas en libertad individuales en unos casos, y en otros, en aquellos en que mediaran condenas de muerte, en su conmutación por la pena de extrañamiento -es decir, en un exilio prolongado durante muchos años-. Se tantea la opinión de los presos; al abogado Bandrés se le permite el libre acceso a las cárceles. El 16 de mayo, los presos de Burgos dan su conformidad con la conmutación de las penas. El 20 de mayo, el Consejo de ministros aprueba los decretos que dan validez legal a las medidas previstas. El 21 de mayo, un primer grupo de presos, cinco de los condenados a muerte en el juicio de Burgos, Mario Onaindía, Teo Uriarte, Jokin Gorostodi, Larena, Unai Dorronsoro, vuelan en un avión especial a Bruselas y son acogidos por el gobierno belga. Pese a lo limitado de la maniobra, una sensación real de distensión se apodera de parte del pueblo, pues se piensa que, al menos, la Semana Pro-Amnistía no ha sido inútil.

ETA pm y la dirección de EIA piensan que ha desaparecido ya la barrera sicológica que impedía llevar a la práctica la actitud que les parecía más correcta teóricamente. Pero existe un compromiso formal de abstención y una retirada legal de los candidatos. Cuando comienza la campaña electoral de 24 de mayo la única fuerza real que pega carteles y organiza mítines en nombre de Euskadiko Ezkerra es el MC -Movimiento Comunista.

La dirección de EIA convoca una asamblea extraordinaria el 28 de mayo en Beasain, para tratar el único tema de la participación o abstención. El ambiente es de tensión extraordinaria. La decisión de participar, impulsada por la dirección, supone en la práctica la ruptura de la operatividad del KAS; y no hay que olvidar, por otra parte, que en estas mismas fechas se están produciendo nuevos hechos que ponen en duda la validez de la amnistía. Un comando de ETA pm acaba de ser detenido, acusado entre otros hechos de un atraco al Banco Hispano Americano; la víspera, el 27 de mayo, refugiados vascos presuntamente miembros de ETA militar y de los comandos «bereziak» son confinados en el Estado francés en la isla de Porquerolles. Unos días más tarde, el 2 de junio, Apala, conocido dirigente de los «bereziak», es detenido en Euskadi Norte y confinado a su vez, el 6 de junio, en Porquerolles.

La decisión divide a la Asamblea en dos tercios a favor de la participación y un tercio por la abstención. Algunos de los partidarios de la participación -entre los que se encuentra el autor de este libro- no lo son por las mismas razones que desarrolló en su día ETA pm, aunque en este momento no son aún perfectamente conscientes de ello. Para éstos, la razón de participar no es la de hallarse en una fase de transición hacia la democracia burguesa. Parten de la convicción de que no existe democracia, pero de que hay que utilizar el Parlamento como tribuna para denunciar esa falta de democracia y para defender contra las principales figuras de los partidos españoles una alternativa democrática vasca, de modo que se haga creíble ante las masas -alternativa que, en definitiva, es la del KAS-. (Como no son profetas, no pueden prever en estas fechas que el momento en el que podrán defenderla contra todos será el del debate constitucional, y que una vez terminado éste y consolidada la reforma contra Euskadi, no les quedará más camino libre que el de dejar el escaño vacío como expresión de una denuncia permanente.)

Por ello, éstos vivirán el desgarramiento con los hermanos del KAS de un modo especialmente triste y traumático, y sufrirán a flor de piel las acusaciones de haber traicionado a Euskadi por aceptar la Reforma de Suárez. Desde el 2 de junio, aquéllos realizan una intensa campaña de boicot activo contra las elecciones, dirigida especialmente contra Euskadiko Ezkerra y dentro de esta coalición contra EIA. En esta postura son apoyados por un manifiesto firmado por 47 ex-presos abertzales, en el que se defiende la abstención.

La izquierda abertzale llega así al 15 de junio dividida, debilitada y envuelta en la peor de sus crisis. El abstencionismo político es un torpedo que le afecta en exclusiva a ella. En las tres provincias, el PNV y el PSOE se configuran como las fuerzas mayoritarias, repartiéndose casi a partes iguales los diputados. En el Senado, el Frente Autonómico va al copo. Alianza Popular obtiene un diputado por Vizcaya y el PC queda como fuerza extraparlamentaria. En Navarra, UCD, con 28% de los votos, obtiene 3 de los 5 diputados y 3 de los 4 senadores.

Los resultados electorales de Euskadiko Ezkerra no son desastrosos. Con 75 000 votos en las tres provincias y un 10% de votantes en Guipúzcoa, obtiene un diputado y un senador. En Navarra, donde no se presenta, UNAI está a punto de conseguir un escaño con 35 000 votos. En todo caso, la prensa de Madrid, que desconoce de Euskadi todo y hace abstracción del fenómeno abstencionista, destaca con alegría su carácter minoritario. Ignora que la izquierda abertzale es un gigante que está ahora paralizado a causa de fuerzas de distinto signo que tiran de ella en direcciones opuestas, pero que muy pronto ha de despertarse y encontrar su rumbo, y demostrar su fuerza en conducir a Euskadi hacia sus metas reales: la liberación nacional y el socialismo.