Miguel Ángel Rodríguez Arias, Rebelión, 6.3.2010
El dolor de las víctimas de Málaga es el dolor de todas las víctimas del franquismo y el fascismo internacional, asesinados sepultos o insepultos, desaparecidos, exterminados en las prisiones, pequeños víctimas de desaparición infantil, deportados a los campos nazis, exiliados, torturados, explotados como mano de obra esclava, vejados, largamente expoliados todavía en nuestros días.
Las imágenes hechas públicas de las fosas de Málaga conmueven la conciencia de la humanidad, como en su día las de Badajoz, Gernika y tantos otros lugares de nuestra geografía; son las imágenes del genocidio de un pueblo.
Los conceptos jurídicos, las propias palabras no alcanzan frente a la fría realidad de los cuerpos, la cal viva y las fosas, en Málaga y en todos los demás lugares de España; las cifras tampoco son suficientes; ni las estremecedoras cifras de Málaga, ni las de otros lugares, ni las de el conjunto de todos éstos y todas las fosas clandestinas que aún restan por exhumar, los ‘niños perdidos’ que aún restan por encontrar.
El mero hecho de pensar que el actual Jefe del Estado otorgó el título nobiliario de “Marquesado de Arias-Navarro” con categoría de Grandeza de España, noble entre los nobles, y que uno y otra siguen vigentes mientras se continúan exhumando cuerpos en Málaga nos llena de vergüenza por la situación de impunidad del franquismo en nuestro país y por la inmoral actuación del conjunto de nuestras instituciones y también nos llena de rechazo hacia esa “nobleza franquista”, de los genocidas ensalzados con títulos y honores que transmiten a sus descendientes mientras los de sus decenas de miles de víctimas, muchas veces todavía condenados como criminales, no reciben ni sus restos mortales y se les niegan sus más elementales derechos humanos y los derechos a la verdad, justicia y reparación y se ven obligados a peregrinar de fosa en fosa.
Por todo ello requerimos respetuosa y públicamente al actual Jefe del Estado, Juan Carlos I:
a) Requerimos la inmediata nulidad del título del Marquesado de Arias-Navarro, con Grandeza de España, también conocido como el “carnicero de Málaga”, creado mediante Real Decreto de 2 de julio de 1976, en virtud de sus específicas prerrogativas en materia de títulos nobiliarios; y junto a éste el de todos y cada uno de los restantes títulos nobiliarios de exaltación del franquismo concedidos por él Rey Juan Carlos o por el dictador Franco, más de veinte en total que injustificablemente continúan todavía en vigor.
b) Requerimos que el Jefe del Estado, que hasta la fecha no ha tenido hueco en su apretada agenda institucional y deportiva de los últimos 35 años para visitar ni una sola fosa común de los cientos que hieren nuestra geografía, se persone en la fosa de Málaga para que pueda ver por si mismo el alcance del genocidio llevado a cabo allí y de la responsabilidad de los hechos de los que fue partícipe quien da nombre a su marquesado, así como acercarse al dolor de los familiares de las víctimas de aquello en lo que fue partícipe a quien él concedió “Grandeza de España”. Nuestro país continúa siendo el segundo país del mundo en desaparecidos en fosas comunes, tan sólo superado porla Camboya de Pol Pot y la reponsabilidad de Estado en que ello siga siendo así por parte de todos nuestros altos representantes, más aún el jefe del Estado, es incontestable.
c) Requerimos que el Jefe del Estado pida perdón a los familiares de las víctimas de quien el ensalzó como noble entre los nobles, con grandeza de España. Y en razón de lo mismo requerimos también que, como alto representante del Estado, exprese su clara condena al constante insulto al que son sometidas las familias de todos los asesinados del franquismo cada vez que algún representante institucional del Estado califica como “sentencias” lo que son viles asesinatos que el derecho penal internacional no duda en calificar, en cambio, como “crimen de guerra” (“Las condenas dictadas y las ejecuciones efectuadas sin sentencia previa pronunciada por un tribunal constituido regularmente y que haya ofrecido todas las garantías judiciales generalmente reconocidas como indispensables”, artículo 8.2. c, iv del Estatuto de Roma relativo a los crímenes de guerra). Todos tenemos presente otros actos de Estado como el de Kevin Rudd en el Parlamento de Australia ante los familiares de las Stolen Generations o el de Willy Brandt en Varsovia ante las víctimas del nazismo y forma parte de todos los deberes de «verdad, justicia y reparación» que deben ser cumplidos en su totalidad.
d) Requerimos que el Jefe de Estado reconozca y condene el genocidio llevado a cabo por Franco y los generales golpistas contra el pueblo español, localidad a localidad que iba cayendo bajo su control. Que se posicione públicamente a favor de la persecución penal de los crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, imprescriptibles, y cualesquiera otros ante los tribunales de justicia
e) Requerimos que el Jefe del Estado explique qué conocimiento tuvo entre el 22 de noviembre de 1975 y el 6 de diciembre de 1978, antes de la entrada en vigor de su inviolabilidad penal en el orden interno, de la consumación permanente, día a día, de las víctimas adultas e infantiles del delito de desaparición forzada de personas.
f) Requerimos que explique qué conocimiento tuvo, a partir de entonces, de la aplicación ilegal de la ley de amnistía para impedir los juicios penales y, en especial, del incumplimiento de los sucesivos tratados internacionales en materia de derechos humanos rubricados por el mismo en ejercicio de sus funciones constitucionales.
g) Requerimos que, como jefe del Estado y dentro del ejercicio de sus funciones constitucionales en asuntos de Estado promueva el normal cumplimiento del Convenio Europeo de Derechos Humanos y otros instrumentos y de los deberes de “verdad justicia y reparación” a favor de todas las víctimas del franquismo y del posterior periodo de impunidad. La «investigación oficial efectiva e independiente» de todos los crímenes del franquismo que nos reclama la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos y que en nuestro país nuestro sistema de justicia continúa vulnerando. Empezando por las circunstancias de la muerte de esos 349 niños encontrados en la fosa de Málaga, parte del exterminio infantil llevado a cabo por el franquismo en centros de detención ilegal, bombardeo de población civil y asesinatos de menores también llevadas a cabo.
h) Requerimos que, como Jefe del Estado, cumpla con su obligación de revelar a todas las familias de los desaparecidos del franquismo el paradero de los seres queridos que les fueron arrebatados por los agentes del Estado o con su directa aquiescencia y la digna restitución de sus restos mortales o la identidad y paredero de aquellos que continuen con vida.
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Recordemos:
La condecoración ignora la Constitución
MARC CARRILLO
El Gobierno, un Gobierno democrático, ha condecorado al policía torturador de la dictadura franquista Melitón Manzanas, ex jefe de la Brigada Político-social de San Sebastián, muerto por un comando de ETA el 2 de agosto de 1968. La Constitución establece en su artículo 15 que «Todos tienen derecho a la vida y a la integridad física y moral, sin que, en ningún caso, puedan ser sometidos a tortura ni a penas o tratos inhumanos o degradantes. Queda abolida la pena de muerte…».
El Gobierno ha justificado que tal decisión ha sido tomada en aplicación de la Ley 32/1999, de Solidaridad con las Víctimas del Terrorismo, aprobada por unanimidad de las Cortes Generales en octubre de 1999, una ley que establece que las víctimas o sus familiares podrán percibir una indemnización de hasta 65 millones de pesetas, así como la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo, mediante solicitud ante el Ministerio de la Presidencia (artículo 4). El Reglamento 1974/1999, de la citada Real Orden, establece que el interesado o sus herederos deberán exponer de forma detallada los motivos en los que fundamente la petición (artículo 6, e).
Bien, vaya por delante la consideración de que el valor de la vida humana no admite distinciones, ya se trate de una persona que la haya arriesgado por el establecimiento de la democracia, de un torturador que la haya reprimido o de un terrorista que practique la violencia política en el marco de un régimen democrático, etcétera. Pero con estos presupuestos se hace necesario afirmar, con toda la rotundidad que exige la defensa de la libertad, la igualdad y la dignidad humanas, que el Gobierno, un Gobierno democrático como el actual, jamás debería haber ejecutado un acto de esta naturaleza; nunca debería haber condecorado a un sujeto tan execrable como Manzanas, colaborador de la Gestapo alemana, de infausta memoria, y servidor del Ejército de Franco y de la dictadura que posteriormente reprimió las libertades públicas, sin renunciar a la tortura o la muerte de aquellas personas que dieron lo mejor de sí mismas por la recuperación de los derechos de la ciudadanía y el restablecimiento de la democracia en España. La legitimidad democrática de los actos del Estado no podía quedar peor malparada.
El reconocimiento público que significa el otorgamiento de una condecoración a un ser tan despreciable desacredita al Estado. Sean cuales sean las convicciones políticas de cada uno, los ciudadanos demócratas teníamos razones muy serias para esperar del Gobierno la negativa más rotunda a la solicitud de los herederos de Manzanas al otorgamiento de esta condecoración; en ningún caso, el Ejecutivo estaba impelido por un acto debido y, por tanto, disponía de discrecionalidad para evitar un acto tan indigno.
En este sentido suscita la más absoluta perplejidad que un Gobierno que en los últimos tiempos hace de la defensa de la Constitución uno de sus objetivos políticos más significados ignore de forma tan palpable su artículo 15 con esta condecoración que ensalza a un torturador. Flaco favor se hace a la Norma suprema, un patrimonio democrático indudable de la ciudadanía, con un acto administrativo de esta naturaleza.
Se podrá decir que lo ocurrido es una consecuencia más de lo que fue la transición política a la democracia en este país. Sin embargo, habría que recordar que la transición, tan importante y positiva por tantas razones, y entre ellas la aprobación de la Constitución y el establecimiento de un régimen democrático estable, que ha asegurado los derechos de las personas y sentó las bases de la pluralidad nacional del Estado, ciertamente tuvo también sus límites políticos. Y entre ellos, es bien conocido, el no haber podido hacer una depuración de los aparatos represivos de la dictadura.
Así, por ejemplo, torturadores como el citado siguieron lamentablemente en activo con los Gobiernos que, sin distinción de color político, se sucedieron tras las primeras elecciones democráticas de junio de 1977, jubilándose cuando les llegó la edad y cobrando pensiones del erario público. Esta y otras servidumbres constituyeron el precio que la transición obligó a pagar. Ahora bien, a veinticinco años de la muerte del dictador, con un régimen democrático que ha experimentado la alternancia política de forma plausible, una condecoración como la citada es, lisa y llanamente, inadmisible.
El respeto a la memoria histórica de aquellos que lucharon por la libertad y la propia reputación democrática del Estado no casan con el reconocimiento público a un torturador, aunque alguien, un día, le quitase la vida. El Estado democrático, que tan limitado ha sido en España en el reconocimiento público al esfuerzo que los opositores demócratas hicieron frente a la dictadura de Franco, un esfuerzo y una lucha en condiciones durísimas, que llevaba a la destrucción personal y familiar, a la tortura, a la prisión e incluso a la muerte, se descuelga ahora con una condecoración a un siniestro personaje que se llamaba Melitón Manzanas. Es un acto administrativo indigno de la democracia.
Manzanas formaba parte de una siniestra saga de torturadores al servicio de la dictadura franquista que, con la más absoluta impunidad jurídica, practicaron todo tipo de brutalidades y vejaciones contra aquellos que con gran valor y coraje cívico se enfrentaron, en el silencio de la larga noche del franquismo, a un régimen político execrable. Una saga repartida por todo el país, integrada por excrecencias humanas como los hermanos Creix en Barcelona (que torturaron, entre tantos otros, a militantes comunistas como Miguel Núñez y Tomasa Cuevas, o a activistas católicos y nacionalistas como Jordi Pujol, presidente de la Generalitat); el inefable Conesa en Madrid, además de los Polo, Quintela, Olmedo, Estévez, etcétera, desafortunadamente tan poco conocidos, tanto ellos como sus fechorías.
Pues bien, en este selecto grupo ocupaba un lugar de honor Manzanas, cuya memoria a buen seguro no ha sido olvidada por muchos demócratas en el País Vasco (por sus manos pasaron nacionalistas vascos o socialistas como Ramón Rubial). A este respecto, su reconocimiento público a través de la condecoración no parece que sea la mejor forma de establecer una línea divisoria entre los que defienden, en la convulsa Euskadi de hoy, las libertades y los que las combaten con el terrorismo fascista. La condecoración a Manzanas olvida la Constitución y es un regalo en bandeja a las pretensiones políticas de esta otra forma de la excrecencia humana que es ETA y toda la escoria de su entorno.
Marc Carrillo es catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Pompeu Fabra.
In El País, 25/01/01
CARTA PARA MI ABUELO
Querido abuelo:
Necesito volver a escribirte al cumplirse 71 años de tu fusilamiento en las murallas del cementerio de Málaga y tu abandono en una triste fosa común abierta recientemente y desde donde están aflorando recuerdos lejanos de mi padre, tu hijo, ese que dejaste siendo un niño con pantalón corto.
Ahora gozamos de una libertad que tú anhelaste, un poder hablar sin miedo a que te detengan, un poder pensar sin el temor a que las envenenadas balas fascistas atraviesen tu corazón por el simple hecho de ejercer el derecho a opinar. Hoy tenemos un gobierno socialista defendiendo y poniendo en práctica esas ideas y políticas sociales por la que tú y otros millones de españoles dejasteis vuestra vida.
Yo a mis 43 años sólo he conocido realmente la democracia y el estado monárquico que tenemos, por lo que me puede resultar difícil reclamar y pedir otro tipo de Estado. Me resulta tremendamente difícil imaginar cómo sería vuestra vida inmersa en una reprochable dictadura asesina.
Abuelo, he visto desenterrar en Málaga a tus compañeros de fosa, niños pequeños que imagino no superarían más de dos años de edad, esqueletos minúsculos aferrados a otros adultos que imagino serían sus madres. Soy de tu sangre, pero los miles de cuerpos que vuelven a ver la luz también llevan la misma sangre política que nosotros.
Sólo quiero que os entierren de nuevo en un lugar digno como a cualquier ser humano aunque esto no está resultando ser tan fácil, pues organizaciones actuales como una tal llamada “Manos limpias” se oponen a ello. ¿Curioso verdad? ¿Quién podría tener las manos más limpias que esos niños fusilados en aquel entonces? ¿Cuál fue su delito? ¿ ser futuros rojos?.
Por otra parte, la Iglesia, esa misma que os dio la bendición en vuestro último suspiro permitiendo esos asesinatos, esa que acompañaba bajo palio a los inquisidores, hoy vuelve a callar, y cuando habla es para intentar acortar libertades de nuevo.
Hoy tenemos en nuestro país dos tipos de libertades. La izquierda hace libertad constructiva, mientras la derecha, sobre todo lo más rancia de todas, hace libertad rabiosa, esa que se hace sin querer amarla ni sentirla, esa que aún llamándose “manos limpias” está llena de rencor y odio habiendo deseado que el viejo dictador hubiese vivido 300 años al menos.
Querido abuelo, nos quedan cosas que cambiar en este país, pero seguro, que al igual que yo, millones de españoles lucharemos día a día contra ese rescoldo de fascismo, sólo para conseguir ese único y último objetivo, que seáis enterrados tan dignamente como lo fueron los del otro bando.