Félix Población
El sábado pasado fueron rehabilitados en un acto oficial Juan Negrín y 35 militantes históricos del Partido Socialista Obrero Español, según lo acordado en el Congreso Federal celebrado a primeros de julio de 2008. Acusados de una presunta sumisión a Moscú durante la Guerra Civil, fueron expulsados del partido en 1946. Historiadores como Gabriel Jackson, Santos Juliá, Ángel Viñas o Enrique Moradiellos han coincidido en señalar que la postura de Negrín como jefe del Gobierno republicano, y la de quienes fueron sus colaboradores, se basó estrictamente en organizar una política de resistencia para la que era necesario contar con el apoyo de la URSS y el Partido Comunista.
Anota Jackson en su biografía de Negrín que don Juan tuvo la sensación al final de su existencia de haber fallado. La derrota en la guerra y haber sido denostado en su propio partido motivaron sin duda ese pesar. Por eso, según el historiador, no quiso estatuas, ni que escribieran su nombre en su tumba. Tampoco flores, aunque, según su nieta Carmen, todavía sin la ciudadanía española y depositaria de su archivo, todos los años hay un ramo con la enseña tricolor sobre las tres iniciales que identifican su lápida en el cementerio parisino del Père-Lachaise.
Muchos años después de la muerte de Juan Negrín en París (1956), falleció Amaro del Rosal Díaz (1991), secretario adjunto de la UGT y director general de la Caja de Reparaciones durante la Guerra Civil. Como le ocurriera a don Juan en su exilio, sólo tres personas estuvieron a su lado cuando ingresó y murió en un hospital madrileño, con la agravante de que Amaro no falleció en la diáspora, sino en la España democrática que él había defendido frente al fascismo. Su visión crítica de la Transición, así como su disconformidad con la gestión de los primeros gobiernos socialistas, le apartaron de los honores y lisonjas que se mercan en la feria de las vanidades. El único homenaje se lo rindió la UGT y fue póstumo.?Aparte de diversas obras sobre la historia del sindicato socialista, los congresos obreros internacionales y la revolución de Asturias de 1934, dejó inédita Amaro del Rosal una monografía, centrada en los avatares que le procuraron sus archivos personales y otros que hubo de preservar y custodiar con diversa suerte hacia y en el exilio. Entre estos figuraban los de la UGT, el de la federación de banca del mismo sindicato y el de la Dirección General de la Caja de Reparaciones. Es de resaltar la magnitud del legado documental que Amaro donó a diversas entidades, sobre todo a la Fundación Pablo Iglesias, pese a las substanciosas ofertas económicas que recibió por sus archivos.
Ese comportamiento no sorprende en quien tuvo a su cargo, durante uno de los periodos no sólo más crueles sino más azarosos de la historia de España, la Caja de Reparaciones del Ministerio de Hacienda desde que fuera nombrado en septiembre de 1936. Su obligación, según sus propias palabras, era “la recuperación de todos los bienes de los sublevados para poder responder en parte, con ese patrimonio, a los daños y perjuicios ocasionados por la guerra”. Ese mismo mes, Juan Negrín le encomienda la evacuación de los valores y existencias en oro, plata amonedada y lingotes del Banco de España, tal como detalla Nieves García Ordóñez en su biografía de Amaro de Rosal Memoria de la historia silenciada.?Mucho se ha escrito sobre la historia del oro del Banco de España y el llamado tesoro del Vita, el yate que con el nombre de Giralda perteneciera a Alfonso XIII y que el Gobierno de la República adquirió para el transporte de obras de arte y demás objetos de valor entregados por la Caja de Reparaciones, los depósitos del Banco de España y otras entidades con objeto de habilitar fondos para el exilio. Sobre las enconadas disputas entre las facciones socialistas de Indalecio Prieto y Juan Negrín a propósito del Vita, apunta Amaro de Rosal en un libro sobre tal materia que es “el hecho más lamentable de la emigración y tuvo graves consecuencias para la causa de la República. En él naufragó –añade– el esfuerzo realizado por la Caja de Reparaciones durante cerca de tres años de ímproba labor. Las responsabilidades que entrañan estos hechos están pendientes de juicio y esclarecimiento, ante la Historia y el pueblo español”.
También reseña Amaro, en ese opúsculo inédito al que aludo (En torno a mis archivos: Vivencias históricas, 1924-1988), que algunas de las dependencias donde las delegaciones de la Caja General de Reparaciones habían almacenado sus depósitos fueron asaltados por las tropas franquistas al ocupar las ciudades, con el consiguiente reparto de bienes por parte de los jefes militares. “En los domicilios de los vencedores –puntualiza– estaban y están objetos de valor que no les pertenecían ni les pertenecen, empezando por el Pazo de Meirás”.
Amaro del Rosal regresó a España en 1975, después de un exilio de casi 40 años. Siempre se honró de haber vivido de su trabajo. Su sueldo de pensionista como empleado del Banco Urquijo le permitió pasar los últimos años de su vida en Madrid con modesta dignidad. “Mi pequeño patrimonio en México –dejó escrito–, fruto de mi labor profesional y la de mi compañera, profesora de francés, se lo comió el brutal proceso de devaluación de la moneda mexicana, que dejó en la más absoluta quiebra el pequeño ahorro. Mi única propiedad es una tumba a perpetuidad de dos plazas en el cementerio de Bages (Francia) en la que reposa mi compañera, con este epitafio: “Una piedra al sol”.
El Partido Socialista Obrero Español se presentó a las urnas en 1979 con los rostros de Pablo Iglesias y Felipe González y este eslogan en los carteles de su campaña electoral: “Cien años de honradez”. Amaro del Rosal, ahora y tan tarde rehabilitado, hizo verdad ese lema con su vida.
?Félix Población es escritor y periodista
In Público, 26.10.09