Natalia Junquera
Los familiares y asociaciones de recuperación de la memoria histórica que han pedido a la Audiencia Nacional que investigue sobre las víctimas de la represión franquista llevan hoy al despacho del juez Garzón la relación de nombres de los que fueron torturados, paseados, fusilados y enterrados en fosas comunes, arrojados al mar o a profundos pozos, y pistas sobre su posible paradero.
Es el trabajo de más de 200 personas durante años. Las pruebas de un exterminio llevado a cabo con método y premeditación, que se prolongó hasta los años cincuenta. Una relación de nombres y lugares apurada hasta el último momento. 130.137 en España. 7.000 más en campos de concentración en el extranjero. «Se cometieron todos los crímenes que se pueden dar contra la humanidad: genocidio, desapariciones forzadas, e incluso crímenes de guerra. Y se prolongó hasta los años cincuenta, tras los juicios de Nuremberg y la Declaración Universal de los Derechos Humanos», señala Fernando Magán, el abogado que representa a las asociaciones personadas en la causa (22 desde hoy).
A partir de hoy, Garzón podrá ponerles nombres a las víctimas y si decide que es competente para ello, empezar a buscarlas. Las cifras revelan la brutalidad de la represión, su carácter masivo. Las pequeñas biografías que algunas asociaciones han podido aportar al juez, hablan de hombres y mujeres con pocos años y muchos hijos. Gente humilde: jornaleros, canteros… vinculada a sindicatos o partidos de izquierda. También se aportan datos del asesinato de mujeres embarazadas, de los alcaldes y gobernadores civiles republicanos que no lograron huir a tiempo e incluso de los que, tras conseguir escapar de la guerra en España, acabaron en los pozos crematorios de la Segunda Guerra Mundial.
Familiares más o menos directos de las víctimas, incluidos muchos que ya han encontrado a los suyos, pero también profesores de instituto, catedráticos de Historia, jubilados prematuros, e incluso algún enfermo que ha dedicado a esta investigación mucho más esfuerzo del que su médico le recomendaría, han participado en la elaboración de este censo. Todos se han sorprendido con la cifra final. «Sabía que eran muchos, pero no imaginé que había tantos muertos», dicen los coordinadores de las investigaciones.
Han trabajado con el formulario de la ONU para las desapariciones forzadas, con 45 preguntas en las que han de resumir los últimos días en que fue visto el desaparecido, y con quién. Hoy llevan orgullosos ese trabajo a Garzón. Es el premio por haber logrado superar el miedo de los supervivientes y las amenazas de algunos de los que creen que sólo se busca reabrir heridas.
En El Pais, 22/09/2008