Cinco republicanos encarcelados en Mauthausen fueron juzgados con los mismos cargos que sus propios captores
Laura S. Leret, Público.es, 7.5.2012
Cinco españoles supervivientes del campo nazi de Mauthausen, fueron condenados en julio de 1947 por un tribunal del ejército de los Estados Unidos, acusados de cometer crímenes de guerra, en unos juicios viciados cuyos expedientes reposan en los Archivos Nacionales en Maryland (NARA). Mientras que en Núremberg un Tribunal internacional procesó a los principales criminales de guerra nazi, en el anterior campo nazi de Dachau cerca de Múnich, el Ejército de los Estados Unidos estableció una corte militar para castigar a los responsables de la administración y supervisión de los campos de concentración liberados por ellos. A los supervivientes españoles del campo de Mauthausen: Indalecio González González, Laureano Navas García, Moisés Fernández Pascual, Joaquín Espinosa Muñoz y Domingo Félez Burriel, se les procesó por los mismos cargos que a sus victimarios, los criminales de guerra nazi.
Los cinco españoles habían sido combatientes del ejército republicano. En 1939, tras la Guerra Civil, se refugiaron en Francia. Padecieron las condiciones infrahumanas de los centros de internamiento franceses. Los cinco fueron voluntarios de las compañías francesas militarizadas de trabajo, destinadas a construir fortificaciones defensivas como la Línea Maginot. Durante la invasión alemana, los nazis les hicieron prisioneros con la tropa francesa y fueron deportados, en 1940, al campo de Mauthausen en Austria. Unos 10.000 españoles fueron internados en este campo de trabajo forzado y exterminio, donde un 40% logró sobrevivir. El campo fue liberado por el ejército de los Estados Unidos el 5 de mayo de 1945.
Tres de los españoles acusados en Dachau habían sido kapos. Era frecuente que los españoles fueran elegidos como jefes de algún comando de trabajo. Los españoles se destacaron del resto de los prisioneros por el conocimiento de algún oficio y por el entrenamiento militar que recibieron durante la Guerra Civil. El kapo tenía bajo sus órdenes a una cuadrilla de prisioneros. Era imprescindible, que los kapos usaran alguna forma de fuerza física para mantener la productividad y la férrea disciplina exigida por la SS.
El tribunal militar en Dachau, estableció un principio conocido como «apreciaciones especiales», por el cual, el personal de Mauthausen, cualquiera fuera su cargo u oficio, era considerado culpable de cometer crímenes de guerra. Un principio que violaba el derecho a la presunción de la inocencia e igualaba la carga penal de un SS a la del resto del personal del campo.
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Indalecio González, apodado el Asturias, nació en La Franca, fue capitán del ejército republicano. Cuatro de sus hermanos murieron durante la Guerra Civil. En Mauthausen fue jefe de 16 caporales y de unos 1.600 hombres. González supervisó las explosiones que los comandos de presos hacían con dinamita para abrir túneles en la montaña de Sankt Georgen. En su interior la SS instaló una fábrica de aviones caza. Varios prisioneros polacos y un teniente francés, lo acusaron de dar palizas a otros prisioneros y de ahogar a varios hombres en una letrina con excremento. Las supuestas víctimas de González aparecían muertas días después en la enfermería.
Un testigo explicó al tribunal que los prisioneros no morían a consecuencia de los maltratos, sino a causa de los disparos que la SS les hacía. Otros dijeron, que a los prisioneros que llegaban heridos a la enfermería, se les inyectaba gasolina en el corazón. A pesar de que no se pudo comprobar su responsabilidad, González fue condenado a la pena de muerte.
Varios ministros y políticos de la República en el exilio; la Liga Española de los Derechos del Hombre; la esposa de González y su pequeño hijo; un pastor protestante, un abogado alemán, un ministro guatemalteco, solicitaron al general Lucius Clay, gobernador militar en Alemania, que a González se le conmutara la pena de muerte. Desesperada, Paquita de González, desde Francia, escribió al presidente de los Estados Unidos.
Las comunicaciones internas entre los militares, desestimaron las solicitudes de clemencia por considerar al gobierno republicano como auto elegido y sin el reconocimiento del gobierno francés. Según los militares, las solicitudes de clemencia, apelaban a la experiencia de González como combatiente antifascista, y no aportaban nueva evidencia a favor del condenado.
González con 38 años, fue ahorcado en la prisión de Landsberg, en febrero de 1949. En el 2010, el superviviente valenciano, Luis Estañ, reconoció que Indalecio González, le salvó la vida al apartarlo de un grupo de prisioneros que la SS empujaba hacia un barranco.
Laureano Navas, nació en Oviedo. Fue teniente durante la Guerra Civil. Sufrió una lesión grave en la mano derecha que lo dejo lisiado. El testigo español, Pedro Gómez, quien recibió honorarios por su declaración, lo acusó de golpear a otros prisioneros con la mano izquierda. Otro prisionero polaco, lo acusó de golpear a un ruso con un palo hasta matarlo. Laureano Navas fue condenado a cadena perpetua.
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En 1951, el caso de Navas fue revisado por una junta de militares. Un abogado civil alemán, argumentó que Navas había sido teniente de la 31 Compañía de Trabajadores Extranjeros en Francia, y que el tribunal militar en Dachau excluyó de su jurisdicción a los militares o ciudadanos de un país aliado. El abogado explicó, que Navas no era comunista como tan poco lo fue el gobierno de Azaña. La junta que revisó el caso concluyó que «si bien el testigo que lo acusó, se refiere a un incidente de golpiza, aparece menos claro cuando se refiere a la persona que la ejecutaba». La sentencia de cadena perpetua de Navas fue reducida a seis años, el tiempo cumplido en prisión.
Moisés Fernández, nació en Bilbao. Fue transferido al campo de prisioneros de la fábrica de armamento en Steyr. Con 1.80 de estatura, fue jefe de una cuadrilla de prisioneros que transportaban piedras, le llamaban César en honor a su hermano muerto durante la Guerra Civil. Un yugoslavo lo acusó de golpear a un compatriota hasta matarlo. Fernández alegó que sus interrogadores, lo torturaron, pretendían que firmara su confesión. Le dieron golpes en la cara, sacándole dos dientes. Fernández fue condenado a 20 años.
Varios asesores militares y civiles recomendaron a la misma junta que en 1951, revisó el caso de Navas, que a Fernández, también se le conmutara la pena a los seis años servidos en prisión. Los asesores dudaron de que el testigo que lo acusó hubiera estado en el campo de la fábrica de Steyr con Fernández. Las descripciones del testigo, sobre la ubicación de los aseos, no correspondían con las expresadas por otros prisioneros. Fernández era casado y padre de una niña, sufría de tuberculosis y de una infección en el fémur.
La junta hizo caso omiso de la recomendación y envío un memorándum al general Thos Hardy, jefe del ejército en Europa, para que a Fernández se le impusiera una condena de 12 años. El general Hardy, firmó un comunicado por una sentencia de 15 años. Al año siguiente, Natividad Fernández recibió un cable donde se le notificaba la muerte de su esposo ocurrida en el Hospital Universitario de Múnich.
Joaquín Espinosa, catalán. Trabajó como pela patatas en la cocina del campo anexo de Gusen. El superviviente aragonés Antonio Torcal, manifestó que Espinosa lo golpeaba con una manguera para despertarlo durante las largas jornadas de trabajo. Un polaco acusó a Espinosa, que tan solo medía 1.62 de estatura, de golpear a dos prisioneros y seguidamente sumergirlos en dos tanques de agua helada. En la ficha de sus datos personales, escribieron que era comunista. No sabía leer ni escribir. Fue condenado a tres años en prisión.
Domingo Félez, aragonés. Fue barbero de la barraca en el campo de Gusen y en el campo de la fábrica de aviones Focker Wulff cerca de Viena. Un prisionero polaco lo acusó de marcar prisioneros, a principios de 1945, para ser llevados a la cámara de gas. Varios testigos manifestaron que Félez no se encontraba en Mauthausen en 1945, sino en el campo de la fábrica de aviones cerca de Viena. Félez fue condenado a dos años, justo el tiempo que había estado preso en Dachau esperando por su juicio. En febrero de 1948, el departamento de revisión de juicios, lo absolvió de los cargos. Domingo Félez con 92 años vive en Venezuela.
Eve Hawkins, transcriptora e intérprete de la corte en Dachau, manifestó su repudio por las condenas impuestas a los españoles. En una carta publicada en 1948 por The Washington Post, Hawkins escribió que los alemanes habían tenido intérpretes profesionales y abogados competentes, en cambio, los españoles, carecieron de estos derechos.
El gobierno de Franco se desentendió de ellos, en Dachau continuaron siendo los «apátridas indeseables». La Guerra Fría que se había iniciado en 1945, entre los países occidentales y la Unión Soviética, era un enfrentamiento abierto para julio de 1947. Los Estados Unidos se abocó a la reconstrucción de Alemania occidental, y para aquel momento, sus enemigos ya no eran los alemanes sino la Unión Soviética y sus posibles aliados, los «combatientes rojos españoles».
Estos cinco hombres que combatieron contra el fascismo, que fueron internados en los campos de concentración franceses, obligándolos a pertenecer a las compañías militarizadas de trabajo, terminaron siendo víctimas del horror nazi y del ejército de los Estados Unidos. Indalecio González y Moisés Fernández se encuentran enterrados en el cementerio de la prisión de Landsberg en Alemania, junto a los criminales de guerra nazi.
Fuente:http://www.publico.es/espana/432270/victimas-espanolas-de-los-nazis-condenadas-por-eeuu