Este es mi primer libro.
Los dos anteriores (uno de los cuales fue secuestrado), editados en España, no eran finalmente más que recopilaciones de artículos ya publicados en la prensa.
Y éste es, además, mi primer libro escrito con una libertad total.
(La gente de mi generación no sabe todavía lo que esto quiere decir.)
Y creo que nunca más podré -después de esta experiencia- volver a escribir con censura.
Creo que se nota.
Al pan, pan y al culo, culo. ¿Escrito con libertad o escrito con libertinaje?
Sé que algunos me van a acusar de lo segundo.
-¿Ven ustedes? -dirán- : se da libertad y el resultado es un libro como el del hijo de puta ése de Goicoechea. Lleno de groserías, de chabacanerías, de mendacidades, de mal gusto y, lo que es peor, de insultos a las personas e instituciones más sagradas. No es un libro: es un panfleto, un amasijo de basura, un producto más de la conspiración judeo-masónica-anarco-comunista internacional...
Obvio es decir que mi libro no está escrito para esas personas, sino contra ellas. Dicho con otras palabras : que lo que piensen me la trae floja.
Creo que este Viaje a la España tranquista es un libro muy honesto y, a la vez, muy objetivo.
Honesto, porque llamo fascista a quien es fascista, ladrón a quien es ladrón y no contemporizo con el poderoso.
Objetivo porque describe una realidad que, pese a todos los intentos oficiales de dar gato por liebre, está ahí.
Ahí está la policía que sigue torturando.
Ahí está el ejército que sigue siendo una escuela de zánganos.
Ahí está la justicia que sigue siendo una farsa.
Ahí está la burocracia..., etc., etc.
Quiero decir que el franquismo, episódico aspecto del secular tranquismo español, sigue siendo fundamentalmente el mismo.
Objetivo en cuanto al contenido, y objetivo también en cuanto a la forma.
Mi Viaje es un reportaje periodístico en el que me he limitado a recoger, con un imaginario magnetofón, el lenguaje cotidiano que se emplea en España.
No hay en estas páginas ni un taco de más ni un taco de menos.
Somos uno de los pueblos peor hablados del mundo y mi libro no es más que un pálido reflejo de ese hecho innegable.
En España, no sólo hablan mal las clases populares -que por supuesto tienen mil motivos y mil disculpas para hacerlo- sino que hablan tan mal, o peor que ellas, las que se ha dado en llamar clases dirigentes.
Joder, hostias, coño o puñetas son expresiones que están en la boca de todos los españoles desde que se levantan hasta que se acuestan, y desde Franco hasta Carrillo.
Hasta los propios miembros del Opus, que hasta hace unos años eran un prodigio de pulcritud coloquial, empiezan a decir algún taquito que otro, como jolines. Todo es empezar.
Desde ese punto de vista, creo que mi libro tiene un carácter científico que no acepto se ponga en duda en nombre del llamado buen gusto.
Otra precisión: Este Viaje a la España tranquista es la prueba de que regreso de otro viaje (interior) que emprendí hace unos años y que me llevó hasta el diván sicoanalítico.
Ha sido una especie de desafío conmigo mismo. Y he vencido.
Es decir, que este Viaje esta escrito en primer lugar para mí.
Doy en él todo cuanto llevo dentro.
Sólo espero que tenga gracia. Es mi máximo objetivo.
Y, en segundo lugar, lo he escrito para todo esos millones de españoles que llevan cerca de 40 años tragando quina, haciendo mala uva y esperando, pese a todo, que un día u otro dé la vuelta la tortilla, como se suele decir.
Si estas páginas les hacen reír, me sentiré completamente satisfecho.
¿Por qué una treintena de entrevistas, y no 300 o 3 OOO?
Había que elegir. Ya sé que no están todos los que son, ni son todos los que están, pero creo que con el muestrario elegido el profano puede hacerse una idea bastante aproximada de la España actual (y el iniciado, regodearse con ella).
Naturalmente, podía haber entrevistado también a un intelectual, y a una puta, y a un limpiabotas, y a un maltilla, y a un oficial de juzgado, y a una monja, y a un toro, y a un estudiante, y a un portero..., y a cientos y miles de personajes tan carpetovetónicos como cualquiera de los que aparecen en mi Viaje.
Otra vez será.
Moncho Goicoechea
París, julio de 1974