Autor: Rincón, Luciano F.
Editor: Ruedo Ibérico.
Lugar y fecha: París. 1965.
Páginas: 276, de 20 X 13 cm.
CONTENIDO
La presente obra de Rincón, editada por Ruedo Ibérico, se divide en cinco grandes apartados, en los que se entremezclan los hechos relatados por el autor, la acción y las diversas geografías tocadas.
En la primera parte, un periodista norteamericano, Roy Ballard, es encargado por la famosa publicación Life de realizar unos reportajes sobre España, de los que se desprenda claramente su pensamiento cristiano y furibundamente anticomunista. Ballard, que se extraña de la presencia, con mosquetón y metralleta, de la Guardia Civil en las carreteras, después de asistir a famosos festejos españoles (como los sanfermines), llega a Madrid, en donde entrevista a un sacerdote de una parroquia frecuentada por las clases elevadas y que muestra sus tesis triunfalistas en relación al fenómeno comunista. El autor, aprovechando la radicación de la acción de la novela en estos momentos en la capital de España describe el ambiente de los barrios proletarios de la ciudad, especialmente el momento de la salida para el trabajo con sombríos ribetes: "Caminaban en grupos. en parejas, sin hablar casi, con caras de dormidos aún, la mayoría con cestas de mimbre o con tarteras, con paquetes envueltos en papel de periódico y el cuello de la chaqueta subido para tapar el pescuezo y las orejas del frío de la noche que no quitaba el sol recién salido, sin fuerzas, que sólo daba luz.... la riada avanzaba hacia las primeras bocas del Metro.,., y allí el golpe de calor, el vaho y el aliento del subterráneo, el respirar de los trenes esperando a ponerse en marcha, cargados hasta arriba de hombres silenciosos, somnolientos, cansados nada más levantarse de la cama. Con la cara abotargada de planes y de números. Con la cara cerrada y el pensamiento en otro sitio. El Metro ponía en marcha sus primeros trenes..., hombres malhumorados apiñados en unos vagones sucios con las paredes llenas de letreros prohibiendo" (Págs. 38-9). Luciano F. Rincón da paso en las distintas escenas a escritores e intelectuales, de los que podrían existir en la ciencia-ficción del mañana, entre los que no faltan los que predican la violencia y el terrorismo como métodos directos de actuación. El autor, que, citando a Samuel Bronston, aprovecha la ocasión para señalar a España como el país ideal para la evasión fiscal, especifica cómo Roy Ballard ha informado a la opinión pública norteamericana del anticomunismo del sistema político actual español, no sin mencionar que, por ello, el Gobierno le concede la cruz de la Orden de Isabel la Católica.
La segunda parte, a diferencia de la primera, que se desarrolla en relación a hechos españoles y en España, afecta fundamentalmente a lo que el autor imagina que podría suceder el día de mañana en los Estados Unidos de Norteamérica. El autor, que está firmemente imbuido del "bacyllus Marxis" (empleando su propia terminología) analiza el triunfalismo de la "John Birch Society", ridiculizando su forma de actuar: "Todos encabezados por los dirigentes de la sociedad empezaron a recorrer las calles de San Francisco cantando himnos patrióticos y repitiendo su frase de combate. Acusaban al Gobierno americano de debilidad, de tratarse de igual a igual con los sistemas comunistas, dándoles beligerancia, de ceder al chantaje del miedo" (Pág. 70). Se relata la técnica de las marchas "con antorchas, música y palabras militares" y cómo al terminar la canción, "siguió el paso lento, uniformado de los hombres y mujeres, que caminaban con las luces. Desde un coche que pasó veloz... un sacerdote entonó una oración, después otra..." (Pág. 71). Luciano F. Rincón llama la atención acerca de la ideología de la extrema derecha americana considerando las ventajas derivadas del asesinato de John F. Kennedy en Dallas (Pág. 72), y cómo el partido republicano es hoy (en el momento cronológico de la ciencia-ficción) el partido de Nixon y de Goldwater arremetiendo contra la preconización de la fuerza por parte del último, contra las ideas de Mac Carthy en su lucha contra el comunismo para terminar aludiendo al sectarismo de la extrema derecha estadounidense llamando al difunto presidente Kennedy, Fidel Kennedy en clara alusión a Fidel Castro... El autor, tampoco desaprovecha la ocasión para reseñar en su irónica "Crónica anticipada" los atentados sufridos en los Estados Unidos por los cines que proyectaban películas rusas por lo que las empresas después del tercer atentado se negaron a programarlas y al mismo tiempo la Cámara de Empresarios de cines de Nueva York "apremiaban al Congreso para que al Código Hays de censura interior y a las Ligas de la Decencia que hacían una tarea particular, se agregara un organismo oficial que determinase "el grado de peligrosidad marxista de una película marxista que por provenir de países no comunistas podía suponerles a ellos mayor dificultad para su control" (Pág. 84). El autor imagina el modo en que se organizaría en los Estados Unidos una conferencia de sabios para tratar de soslayar el peligro comunista y aprovecha el hecho para ridiculizar la actuación de los científicos que allí acuden. Por fin se decide contratar al profesor Oliver T. Mansfield, científico inglés, para que estudie el fenómeno comunista y sus implicaciones y ante la prohibición de la emigración de cerebros por parte del Gobierno inglés, el autor imagina cómo al citado sabio se le contrata en los Estados Unidos como miembro de un equipo de fútbol de la Universidad de Yale. Mansfield va acompañado de su querida, que (siguiendo la tónica general de la obra de ataque mediante la situación de ridículo), es embarcada como mercancía, puesto que la moral británica (la reina estaba a punto de tener su quinto hijo) no podía aceptar oficialmente la presencia de una amante. El autor termina la segunda parte refiriendo lo que podrían ser las realidades en el futuro del racismo blanco frente a la población negra, narradas en un estilo auténticamente dantesco: "Los grupos de policía entraban y salían en tropel de las casas de los líderes negros más conocidos. Entraban en cuanto la puerta descorría los cerrojos, empujaban a quien abría, recorrían la casa dando voces, llamando al propietario, registraban, rompían los colchones aun sabiendo que no buscaban nada, soltaban a los perros, a los enormes perros policías que desgarraban las ropas y los muebles con su enorme fuerza, por el celo excitante con que le urgían sus entrenadores..., al detenido lo sacaban a la calle a empujones. Se lo mostraban como a una presa, a los que esperaban afuera aullando de alegría..., corrían unos negros, una multitud de negros empujados por un centenar de blancos a caballo, armados de látigo y metralleta... y los negros seguían corriendo, indefensos, sin poder hacer frente a la avalancha de hombres y caballos que se les venía encima, con la metralleta a punto y en la otra mano un látigo que les arrancaba camisa y piel en jirones largos, jirones espesos, jirones sucios..., los caballos pateaban las cabezas que saltaban en pedazos, reventadas mientras los hombres los espoleaban, golpeaban y gritaban, hacían silbar los látigos enroscados después en unos cuerpos que se deshacían en temblores..., los más viejos no podían ya más, se agarraban a los cabezales de los caballos que se les echaban encima. Que les babeaban espuma sobre la cara, se agarraban a ellos sintiendo el golpe de los látigos sobre la mano hasta que estirando el pie los jinetes les hacían chascar los dedos, rotos, con la punta de la bota..., tiros contra los negros, contra los niños negros, contra las mujeres negras que salían huyendo de las casas incendiadas, de negros colgados alegremente de los árboles verdes" (Págs. 109 y ss.) Luciano F. Rincón termina su narración de la violencia racial con la escena de violación de una niña negra por un blanco borracho.
La tercera parte del relato continua desarrollándose en los Estados Unidos y España, cotejándose la violencia racial norteamericana con la opinión de que sólo el comunismo es la violencia. Monseñor Spellman (aun no fallecido en el momento de redactar la obra) preside un Te Deum en la catedral de San Patricio para agradecer la victoria de Nixon, y paralelamente se presenta el racismo blanco al lado de los cánticos religiosos en acción de gracias por el triunfo electoral de la derecha americana. Nuevamente aparece en escena el profesor inglés Mansfield y sus relaciones con su querida en párrafos bien descriptivos. En las investigaciones que se realizan bajo la dirección de éste, se llega a la conclusión por el racismo americano blanco de que ser negro es sinónimo de ser comunista por lo que en un futuro los negros deben de quedar completamente separados de los blancos viviendo concentrados en campos que deben de ser ejemplares, distintos a los de los nazis. El autor traza el camino en virtud del cual, por obra y gracia de la extrema derecha de los Estados Unidos, el comunismo es declarado ilegal en Francia, así como en distintos países de la América hispana. En este continente merece especial atención la ridiculización que se efectúa en la persona y actuación de Carlos Lacerda, actual gobernador del estado de Guanabara y que dentro del contexto de la ciencia-ficción del libro es Presidente de la República del Brasil. Como Carlos Lacerda era un furibundo anticomunista, "en Brasil se había promulgado una Ley por la cual todo aquél que descubriese un comunista o simpatizante podía eliminarle en el acto, siendo absuelto de oficio por los tribunales. Se trataba de casos de "legítima defensa ideológica". El autor, en su ficción o desvarío mental señala : "La gente se entrenaba a decir "comunista" más deprisa que cualquier otra persona con la que pudiera encontrarse por la calle. Pasaban horas delante del espejo con un cronómetro en la mano y gritando cada vez más rápidamente:
¡Comunista!
Medio Brasil vivía pendiente del cronómetro y de la rapidez, los reflejos y la claridad de percepción de quienes se tenía delante. Se encontraban con un hombre dudoso, un enemigo:
¡Comunista!
Y se podía disparar tranquilamente...
Y todo arreglado para el de enfrente. Los tartamudos caían a millares, la situación se agravaba hasta el punto de que hasta incluso varios generales habían pedido al presidente Lacerda que se hilase más fino en el concepto ya admitido jurídicamente de "legítima defensa ideológica" (Pág. 154). En el relato se señala como uno de los errores de la administración Kennedy (el presidente mejor tratado en relación a como hubieran podido serlo Nixon o Goldwater) el de las campañas de alfabetización de las zonas centro y sudamericanas. Ahora de lo que se trataba era de "desalfabetizar" mediante un método "audiovisual" (Pág. 157). La Conferencia de Obispos Centroamericana, cooperaba en espíritu a la campaña de "desalfabetización" especificando que "al paraíso no se entra por los conocimientos sino, por la bondad" (Pág. 159). La Iglesia es mostrada en estrecha alianza con el racismo blanco basado en la violencia y fuertemente anticomunista. Lo que se trataba de demostrar en la obra, es el propósito de sojuzgar a la población negra por parte de la población blanca, mediante la ejecución de un plan para la reorganización mental y recuperación del negro americano que sólo se ha de ocupar de comer, dormir y hacer deporte. Dentro de esta política el Presidente Nixon (no olvidemos que estamos en un relato de ciencia-ficción) sería un nuevo cruzado, que tendría que aceptar las pretensiones de los grupos de la extrema derecha.
Aunque la tercera parte está dedicada fundamentalmente a esbozar la actuación futura de la extrema derecha norteamericana, el autor no resiste a la tentación de dedicar un apartado a España en relación con la detención en nuestro país de un agente comunista de 97 años al que se somete a malos tratos por la policía así como en la prisión y en el Consejo de Guerra sumarísimo por sus actividades comunistas. El autor aprovecha las situaciones que plantea para ridiculizar la actitud de las autoridades del actual régimen español, amén de escenas de dudoso gusto y comentarios por la presencia de homosexuales.
En la cuarta parte, el citado profesor Mansfield trabajando ya en los Estados Unidos realiza su descubrimiento respecto al comunismo: éste no es una ideología sino que se trata de un bacilo que se ha introducido en determinados organismos. Frente a esta descabellada y buscada a propósito explicación, señala el profesor Mansfield que es necesario preparar una vacuna contra la "enfermedad comunista". Así se verifica y se hacen a continuación experimentos con el tratamiento antibacilar en negros americanos que se vuelven extraordinariamente serviles respecto a los blancos. De las pruebas de vacuna se desprende en el libro la acusación de genocidio por parte de los blancos: "hay unos veinte muertos diarios" (Pág. 192). En ese "mañana" del que en su ciencia-ficción habla el autor, son los propios norteamericanos los que, llevados de su anticomunismo, se inyectan la vacuna, siguiendo el ejemplo del propio Presidente. También "los miembros del Gobierno, se dejaban inyectar sonrientes y paternales. Monseñor Spellman, el Gran Rabino de Nueva York y los jefes de todas las iglesias protestantes" (página 199). El autor, al final de esta cuarta parte, pretende ridiculizar la actuación española en lo que respecta a la administración de la vacuna contra el comunismo. "No sólo nos daremos todos los españoles la vacuna -dijo una alta personalidad española- sino que para demostrar nuestro anticomunismo militante de siempre, todos nos daremos dos". El Cardenal Primado doctor Morcillo, es también objeto de burla en el relato fantástico del autor. La Guardia Civil es injuriada gravemente, deliberadamente.
"Oye tú ¿también (la vacuna) a los gitanos?
El cabo ponía cara de duda.
-A éstos, mejor dos culatazos en la rabadilla. Pero trae, trae, no sea que luego uno de estos nos salga más rojo que Indalecio Prieto". (Pág. 201).
"En España proseguía la campaña. En la fábrica ponían como norma tres (dosis) a los obreros, dos a los empleados administrativos y una, la vacuna preventiva, a los ingenieros y altos cargos de la Empresa. En el campo ponían tres a los jornaleros y dos a los propietarios de pocas hectáreas. Los universitarios tenían que presentar también recibo de tres inyecciones, así como gran parte de los intelectuales. Se discutió, en Consejo de Ministros, si a los falangistas de la vieja guardia y de los círculos José Antonio era preciso aplicarles más de una y se aprobó que efectivamente por lo menos dos, salvo a los recalcitrantes a los que se puso tres, incluido el doctor González Vicén que estuvo en un tris que no le pincharan cuatro veces. A Gil Robles le inyectaron la vacuna preventiva, a Dionisio Ridruejo, que acababa de salir de la cárcel tras cinco días de reclusión por haber hecho unas violentas declaraciones sobre lo injusto de sus anteriores diez días de encarcelamiento, le pusieron otra además de la preventiva..., a los mineros asturianos, y excepcionalmente, les pusieron cinco dosis" (Págs. 201-2). El Papa Pablo VI también queda vacunado con dosis doble ante la satisfacción del Monseñor de curia integrista.
La quinta y última parte del relato muestra, siguiendo la misma técnica que las anteriores, cómo "gracias a la vacuna" existían ya negros jubilosos en los Estados Unidos besando las manos de los blancos y cómo en España, en el penal de Burgos, centro de los presos políticos, se iba a presenciar por los periodistas invitados por los Ministerios de Justicia e Información la salida de los presos comunistas curados por la vacuna contra el "bacyllus Marxis". En este momento la actuación triunfalista del coronel y el léxico que emplea (Pág. 217) son una muestra más del tono general de la obra. Luciano F. Rincón no desaprovecha la ocasión para hacer burla una vez más de las declaraciones oficiales y señalar el carácter recalcitrante de los nacionalistas vascos, que en la cárcel de Soria iban ya por "la diecisiete dosis sin que se observara mejoría" (Pág. 220). En la crónica de ciencia-ficción se habla con manifiesta irreverencia de la "peregrinación a Lourdes, en acción de gracias de los antiguos enfermos franceses presididos por Jacques Duclos, que hará el recorrido descalzo y con un cirio encendido, del ingreso masivo de antiguos fidelistas cubanos en la orden de los padres capuchinos para aprovechar la barba", etc. (Pág. 226) Chang-Kai-Chek, a pesar de la curación de los setecientos millones de chinos, sigue siendo repudiado, ya que estos quieren meter sus manos en sus bolsillos (Pág. 227). El panorama de lo que pasará "mañana", a pesar de la vacuna contra el bacilo de Marx,es terrible para el mundo: ampliación del Valle de los Caúidos, continuación de la esclavitud en Arabia, nuevos avances de los neonazis en Alemania, Angola que se había independizado vuelve a ser colonia, la violencia racial (a pesar de que los negros por la vacuna ya no podían ser marxistas) continuaba igual. De ello, el autor extrae la siguiente conclusión: sin el comunismo, que había sido eliminado, continúa la injusticia, por lo que es necesario, para la salvación del mundo, inyectar de nuevo el bacilo marxista. Han sido el marxismo y el comunismo quienes nos han enseñado a exigir y quienes traerán la justicia al mundo. En definitiva, se llega a proclamar la imperiosa necesidad de la existencia, actuación y triunfo definitivo del comunismo en el mundo.
JUICIO
Vaya por delante de todo comentario una rotunda afirmación: el autor del librito que nos ocupa se las quiere "dar de gracioso", y para ello construye un relato en el que pretende combinar los ingredientes de la ironía, ridiculización y odio por las ideologías y sistemas políticos que él no comparte, para conseguir la meta que se propone. Desarrollándose los hechos relatados fundamentalmente en España y los Estados Unidos, nada tiene de extraño que Luciano F. Rincón, marxista-comunista cien por cien, trate de poner en evidencia a los sistemas, instituciones, personalidades y autoridades políticas que se oponen a su pensamiento. Y ello lo hace con el sistema antedicho de imaginar lo que pasará en el futuro cuando las fuerzas anticomunistas accedan totalmente a un poder político sin la más mínima oposición comunista, por haberse conseguido la desaparición del marxismo sobre la Tierra. El autor realiza su obra para demostrar, o intentarlo al menos, su tesis de que la desaparición radical del comunismo en el mundo no remediaría la injusticia reinante, de que aun no existiendo continuarían las contradicciones de la sociedad occidental capitalista, de que seguirían los mismos problemas económicos y sociales que había cuando el comunismo empezaba a extenderse en mayor o menor grado sobre el globo terráqueo. Por todo ello, Luciano F. Rincón mantiene una teoría exculpatoria para el comunismo, sosteniendo la necesidad de volver a Marx y a sus seguidores comunistas para que las fuerzas de la reacción no continúen imponiendo su yugo sobre los desheredados. Para tratar de convencer a su público lector de las bondades del sistema comunista, el autor más que intentar demostrar por la vía positiva las características aceptables o deseables del sistema marxista, prefiere poner en evidencia el abuso de poder por parte de las fuerzas políticas, policíacas y militares anticomunistas, mediante la exposición de situaciones que como muy parcialmente hemos tenido ocasión de ver en la primera parte de este estudio son totalmente ridículas. Ruedo Ibérico, editorial bien definida en el campo político por su actuación contra el sistema político español actual, expresa en este momento, a través de Luciano F. Rincón, su opinión respecto a las fuerzas nacionales del orden y a los militares que salvaguardan el honor nacional, con criterios que pueden estimarse netamente injuriosos. La intención de subvertir el orden vigente, la subversión clara con respecto a lo que representa la sociedad occidental anticomunista es evidente a lo largo de toda la obra. "Mañana, crónica anticipada", quiere ser una obra cómica y sólo consigue llegar a ser una bufonada incongruente en muchos aspectos. Probablemente el autor ha pretendido, a propósito, escribir la bufonada: parece mentira que un autor digno de tal nombre, pierda su tiempo en escribir semejante número de páginas que no producen sino una sensación de conmiseración hacia quien tiene que recurrir a métodos tan burdos y novelescos de ciencia-ficción para demostrar, por vía contraria, las supuestas bondades de la ideología comunista.
Veamos algunos aspectos concretos sobre los que se extiende el autor para exculpar al comunismo del carácter subversivo que, según él, se le atribuye. Quizá uno de los más frecuentes blancos de sus ataques sea la figura del Senador Goldwater, que en el relato de ciencia-ficción es presentado como Vicepresidente de los Estados Unidos, bajo la Presidencia de Nixon. Con evidente intencionalidad, Goldwater es presentado a la opinión pública como un elemento de la reacción, como nacionalista furibundo, como un retrógrado. Luciano F. Rincón no debe de conocer las siguientes frases de Goldwater, por las que difícilmente se le podría calificar de nacionalista a ultranza: "Los Estados Unidos deben estar en la cabeza del mundo libre y no retroceder ante las pesadas obligaciones que de ello se derivan. Debemos rechazar como irrisoria y pasada de moda toda idea de retirada en una especie de "América-fortaleza" o tras una "línea Maginot". La mayor fuerza en favor de la libertad en el mundo actualmente es la potente Alianza Atlántica, la comunidad de la OTAN. Es la primera línea de defensa para la totalidad del mundo libre. Pero el gobierno actual ha dejado que la OTAN vaya hacia el desarrollo, hasta el estallido, la falta de dirección y un aislamiento peligroso para su tarea: construir y mantener una sólida barrera contra el comunismo". La figura de Goldwater es distorsionada por el autor, cosa lógica si nos atenemos al anticomunismo del senador. Pero lo que no es tan lógico es acusarle de extremista cuando en su mente está la idea de la paz entre las naciones basada en la tolerancia mutua, el respeto a la independencia soberana de todas las naciones y un sentido amplio de la justicia. Frente al carácter agresivo que se achaca por el autor a Goldwater es necesario señalar una vez más que, cuando la famosa crisis cubana, Goldwater jamás aconsejó declarar la guerra a Cuba y sí, sólo reforzar el bloqueo económico de la isla así como reconocer un gobierno cubano en el exilio, lo cual entraba dentro de los límites de lo razonable. En definitiva, y como siempre, lo que sucede es que el comunismo internacional no perdona al senador de Arizona el que haya propugnado medidas para hacer retroceder al comunismo y de esta manera evitar la eventualidad de una tercera guerra mundial.
La imaginación calenturienta del autor, también se pone de manifiesto en el modo de enfocar el problema racial en el futuro. Pretende erigirse en paladín campeón de la defensa de los derechos de los negros. Su alegato contra la segregación racial en los Estados Unidos, no tiene la contrapartida, como es natural desde su punto de vista, de otras segregaciones raciales verificadas en países del campo comunista, de las que el autor se abstiene muy bien de hablar. Luciano F. Rincón, que trata de mostrar el racismo americano del futuro, basándose en el del presente, olvida, pretende olvidar o no quiere saber nada del otro racismo americano: el racismo negro. Aunque el escrito lo hace sobre lo que pasará en el futuro una vez que hayan sido desposeídos los negros del "bacyllus Marxis", convendría recordarle, aunque él ya lo sabe, que si el futuro es reflejo del presente, actúan actualmente en los Estados Unidos organizaciones tales como:
1. Los "Black Muslims" de Elijah Muhammad, tan violentos como los componentes del Ku-Klux-Klan, organización por cierto totalmente incompatible con los católicos como muy bien aclaro Monseñor John Dewson. Es bien sabido que el Ku-Kux-Klan, antinegro, antisemita y anticatólico, es una organización de defensa de la herencia blanca, anglosajona y protestante o WASP (White Anglosaxon Protestants).
2. El "Black Nationalist Party", más extremista si cabe que la anterior organización, capitaneado por el hoy difunto Malcom [sic] X que fue expulsado de los "Black Muslims" por verificar la apología del asesinato de Kennedy. El clima de violencia en que se desarrolló la niñez de Malcom X fue llevado a la vida política por éste en sus más extremas consecuencias.
3. Los "Blood Brothers" o "Hermanos de sangre", organización extremista negra, en la que exije para la afiliación, el haber matado por lo menos a un blanco.
4. La agrupación clandestina "Movimiento de Acción Revolucionaria" de la que es jefe el negro mimado de Mao-Tse-Tung, Robert Williams, recientemente nombrado "Presidente de la Nación Negra" que los impulsores del poder negro quieren formar en los Estados Unidos.
Efectivamente, en los Estados Unidos hay un racismo blanco, pero también, a diferencia de lo que pretende señalar Luciano F. Rincón, existe un racismo negro. Como bien señalaba la revista "Europe Magazine", "la violación en Brooklyn el 17 de mayo de 1964 de una niña de nueve años (no sólo se violan ninas negras como sucede en el relato del autor) y el lanzamiento al vacío desde el tejado de una casa de cuatro pisos -por el mismo individuo- de un niño de once meses, no es posible cargarlo a la cuenta de los crímenes de derecho común y del mismo modo que nadie podrá creer que Nicolás Philippides, Howard Weiner, Michael Sadev, George Dauenheimer, Ismael Vclez, Frank Devine y tantos otros blancos, apuñalados o desgarrados con pedazos de botella, en los últimos tiempos, sean otra cosa que las victimas de un racismo contra el cual nadie protesta porque es un trastorno para teorías un poco demasiado perentorias para ser justas. No sería difícil alargar esta horrible lista. He aquí que hace apenas unas semanas, un negro de diecinueve años, Wallace Baker, miembro de los "Blood Brothers", ha sido convicto de asesinato, con algunos de sus camaradas, de varios blancos integracionistas de Harlem, que vivian en buena inteligencia con los que ellos llamaban "sus hermanos de color". ¡Pobre Mrs. Margit Stuart, refugiada húngara que creía en la integración y que ha muerto por ella!, ¡ y pobres David Watts, misionero, Jules Bulgach, comerciante, y Mr.[sic] Eileen Johnson, asistente social de veintiocho años, que compartían las mismas opiniones, y las han pagado con la vida! No se ha hablado mucho de estas desgracias personales en nuestros diarios, y diré incluso, que no se ha hablado en absoluto. Es que probablemente estos cadáveres contrariaban los planes de los que toman sistemáticamente partido, en este conflicto que va a ser cada vez más terrible de ver, por la comunidad negra. Que me citen pues, esos generosos corazones, tantos muertos de color como blancos acabo de citar..." Aunque el presente y largo párrafo pueda representar una visión también partidista contra el racismo negro por un importante órgano de la opinión pública, es lo cierto que dicho racismo negro existe, y muy violento, en contra de las ideas que implícitamente desarrolla el autor.
Luciano F. Rincón, que pretende realizar una demagogia fácil en pro de los negros, olvida o no le interesa recordar cuando escribe sobre el futuro comunista en los Estados Unidos, como reflejo del devenir del presente, que éste no es tan fiero como se le quiere hacer aparecer. Así se desconoce voluntaria o involuntariamente la sentencia del Tribunal Supremo de los Estados Unidos de 15 de noviembre de 1965 que resolvió el problema de la posible inconstitucionalidad de la ley de Seguridad Interna de 1950 que obligaba a los miembros del partido comunista de los Estados Unidos a registrarse en el Departamento de Justicia como agentes extranjeros y ello como respuesta a la prueba abrumadora de que el partido comunista y sus organizaciones adelantadas de hecho recibían instrucciones de una potencia extranjera y obraban en interés de esa potencia. El Tribunal Supremo declaró la inconstitucionalidad de la disposición, ya que de otro modo se infringiría la garantía constitucional, según la cual nadie debe de ser obligado a declarar contra sí mismo en cualquier proceso criminal. El Tribunal Supremo afirmó que los miembros del partido comunista, al inscribirse en el registro, iniciarían un proceso contra ellos mismos bajo otras leyes. En la actualidad, es preciso recordar además, que el Tribunal Supremo de los Estados Unidos ha reafirmado en diversas resoluciones los derechos de la población negra.
Si el libro es una bufonada burda respecto a la situación que plantea el autor respecto al futuro de los Estados Unidos, por la vacunación masiva contra el "bacyllus Marxis", lo mismo puede decirse respecto a las afirmaciones que se realizan de la futura situación española. El carácter no ya tendencioso, sino plenamente beligerante del libro, es total a lo largo de todas las páginas de esta caricatura de ciencia-ficción. Luciano F. Rincón no tiene el más mínimo respeto, por otro lado, cosa imposible de pedir, para con los valores normalmente aceptados por la sociedad española en su gran mayoría. Su actitud es la típicamente comunista que trata de constituirse en pionera de las reivindicaciones obreras, en núcleo central de la oposición gubernamental a la vez que proclama la alianza con los católicos, socialistas, anarco-sindicalistas, separatistas etc., sin perjuicio de "cargarse" a todos los compañeros de lucha "a posteriori" como ha demostrado la historia contemporánea española. En definitiva, lo que se trata de demostrar con la bufonada es la necesidad ineludible de la implantación del comunismo revolucionario. En verdad que no merecía la pena escribir tantas páginas de ciencia-ficción, cuando las declaraciones más o menos oficiales de los comunistas españoles han sido claras en la cuestión (recordemos el artículo "Nuevo movimiento de la clase obrera en España" publicado en la "World Marxist Review" por Santiago Gómez Alvarez, miembro del Ccmité Central del Partido Comunista Español, las declaraciones del Secretario General del Partido, Santiago Carrillo, a L'Unitá, órgano del Partido Comunista Italiano, y las continuadas diatribas de Radio España Independiente).
En resumen, el librito de Luciano F. Rincón, lanzado a los vientos por la inefable editorial Ruedo Ibérico, antiespañol, antinorteamericano, comunista mil por cien, nada nuevo viene a añadir a la conocida orquesta internacional comunista. Quizá un poco más de ruido que al igual que viene se va rápidamente, en un país que, aunque moleste al comunismo exterior e interior, no es, como ya señalaba en febrero de 1966 el diario "Die Zeit", fascista, "en el que no se encuentran en las calles más uniformes que los de los ejércitos, ni niños que jueguen a ser soldados, ni patanes que presuman de señores. Si se entra en un centro oficial, en un ministerio, el despreocupado hervidero de personas civiles, con la que puede uno mezclarse sin temor a control alguno, más recuerda unos almacenes en vísperas de Navidad que una cancillería". Una vez más, la extrema izquierda española ha fallado en los ridículos y poco serios intentos de propaganda para su causa.
In Boletín de Orientación Bibliográfica nº 69, septiembre 1968, pp. 23-30