Autor: Maurín, Joaquín.
Editor: Ruedo Ibérico.
Lugar y fecha: París, 1966.
Páginas: 289, de 13 X 21 cm.
CONTENIDO
En esencia, este libro es la reedición de la obra que publicó el autor con el mismo nombre en el año 1935. Se han modificado bastantes detalles (pocos fundamentales) y se ha añadido un prólogo y, sobre todo un largo apéndice, que, con el título Sobre el comunismo en España, contiene en realidad una síntesis de la historia de los movimientos obreros en el siglo XX español, a partir, principalmente, del aldabonazo soviético de 1917.
Consta la obra de cuatro grandes capítulos divididos en diversos epígrafes de desigual longitud, según la importancia del tema tratado. En el capítulo I, La experiencia de la República, se sienta la tesis del libro: la revolución necesaria. Se trata sobre la libertad escamoteada, la base del régimen, la estructuración del Estado, la "columna vertebral del régimen" y el colapso de la pequeña burguesía.
Capítulo II: El movimiento obrero ante la revolución. El proletariado busca su camino: análisis de las actitudes revolucionarias de socialistas, anarquistas y comunistas.
Las jornadas de octubre de 1934, en Barcelona y en Asturias, son el tema del capítulo III, que trata de demostrar la influencia decisiva de las Alianzas Obreras en el movimiento y se cierra con reflexiones ante la experiencia de una revolución fracasada.
La disyuntiva entre socialismo y fascismo se despliega en el capítulo IV. La España burguesa está en ruinas; el análisis de las posibilidades fascistas no deja al proletariado otra opción que preparar la "segunda revolución".
JUICIO
He aquí un libro imprescindible para el estudio del desarrollo de los movimientos obreros en España. Después de las correcciones y adiciones realizadas con vistas a la edición actual sobre todo, tenemos ante los ojos no una obra doctrinal, sino un denso y meditado libro de historia cargado de datos. Joaquín Maurín habla tras terribles experiencias personales y de partido. Su grupo, decididamente revolucionario y entusiasta partidario de la República desde los primeros momentos del Alzamiento de julio, fue muy pronto señalado como sospechoso y sometido a una terrible purga, eco de las que en la U.R.S.S. ordenaba Stalin contra los partidarios, reales o fingidos, de Trotsky. Encarcelado por los vencedores, sufre un Consejo de Guerra, en Barcelona en 1944, que le condena a treinta años. Liberado tras cumplir una pequeña parte de la condena, emigra a los Estados Unidos, donde revisa su libro escrito en 1935.
Resulta imposible enumerar con detalle las aportaciones de este libro a la Historia contemporánea española. El apéndice es una luminosa síntesis de la historia de los movimientos obreros españoles, que en 1917 se sienten atraídos por la revolución soviética. Esta atracción es inicialmente más poderosa en la Confederación Nacional de Trabajo, que llega a adherirse a la III Internacional, aunque muy poco después el individualismo de los anarquistas españoles hiciera que la CNT se retirase de la Comintern. En la breve etapa unionista tiene lugar en la U R S S una serie de contactos entre los doctrinarios soviéticos y los anarquistas españoles que son, además de curiosas páginas de nuestra historia, páginas llenas de colorido que merecían la descripción de una especie de Boccacio histórico del siglo XX. En este apéndice se dibuja también el verdadero nacimiento del comunismo español, que surgió de una escisión socialista e incrementóse con el grupo anarcosindicalista de Sevilla. Las vicisitudes de los primeros directivos del Partido Comunista Español están descritas sin piedad pero con una objetividad que solamente puede dar la discrepancia razonada del más excepcional de los testigos de primera fila.
Los fallos más estrepitosos de este libro, desde el punto de vista histórico son probablemente los que se cometen en torno a las descripciones históricas anteriores al siglo XX. Los esquemas historiográficos de Maurín para el siglo XIX -para no hablar de sus alusiones a épocas anteriores- son grotescos, hasta el punto de que el lector llega a desanimarse e intenta abandonar el libro. No debe hacerlo; el panorama se corrige inmediatamente y los fallos posteriores aunque a veces muy espectaculares, van siendo cada vez más circunstanciales. Recordamos entre ellos, la forma teatral y nada convincente con que se aborda la descripción del movimiento de octubre en Asturias, a remolque de citas sobre la Comuna de París. Este sistema literario trasnochado, envuelve a la vez un fraude histórico: ante la falta de datos reales sobre la famosa y exagerada "represión" asturiana, Maurín prefiere dejarnos con la impresión triunfalista-trágica de la represión de lo que él llama burguesía francesa tras la Commune.
Destaca en el libro la colosal incomprensión del autor hacia la derecha colaboracionista en la República; la falsa identificación de los señores Gil Robles y Dollfuss es explicable en un socialista de 1934, pero no en un fundador del POUM que escribe -o corrige- muchos años después. Renunciamos a enumerar las groseras equivocaciones del autor en torno a la Dictadura, a la que no comprende. Está obsesionado con la aplicación de la teoría marxista pura a cada peldaño de la historia; en esencia estamos ante un providencialismo primitivo elemental y con el agravante de la cerrazón roja, injustificable en nuestro tiempo. Hay demasiada teoría, demasiadas frases, demasiado dogma, sobre todo en la primera mitad del libro. Resulta casi cómica la principal acusación de Maurín contra la Constitución de 1931: "jesuitismo". Y su idea de que los cristianos del siglo VIII son los precursores nada menos que del Frente Unico es capaz de estremecer en su ignorada tumba al mismo don Pelayo.
Tales escarceos tragicómicos -que sería fácil prolongar hasta convertir este comentario en una antología del humor leninista- son pronto olvidados por el lector imparcial que se siente fuertemente impresionado por las acertadas intuiciones del intelectual marxista. Por ejemplo, habla de Azaña: "un girondino que ha ido a la escuela de Kerenski" (Pág. 76). Tras detallar el currículo intelectual y revolucionario del triunvirato inicial del Partido Comunista Español, Bullejos-Trilla-Adame, describe a sus menos brillantes sucesores (Dolores Ibarruri, Díaz, Uribe) como "una pandilla de semianalfabetos controlados desde Moscú como marionetas".
Este es el primer colosal acierto de Maurín: la comprensión de la dependencia esencial del Partido Comunista Español respecto a sus amos y proveedores de Moscú. La tesis se repite en todas sus variantes y se adorna con todas las pruebas. Es irrebatible en lo dialéctico y en lo histórico. Resumirla aquí equivaldría a citar todas y cada una de las páginas de este libro.
El segundo acierto definitivo es la valoración histórica e hispánica del anarquismo español con todos sus movimientos internos, todas sus atracciones exteriores y todas sus rupturas y recomposiciones. Dos fechas claves: 1917 (la atracción soviética) y 1931 (el desplazamiento de la corriente sindicalista por los "puros" de la FAI). No se puede comprender al comunismo ni al socialismo español sin la lectura y la meditación del torrente de datos, nombres y enfoques que Maurín nos entrega en este libro.
La protohistoria de los movimientos obreros españoles es una fascinante tentación en la que se estrellan bastantes historiadores. Maurín a fuer de conocedor inmediato, prefiere la luz y la síntesis al ensayismo brillante. No sobra ni falta nada en su protohistoria, que se desparrama por todo el libro. Tal vez debería haber profundizado en los contactos entre la masonería y la Primera Internacional, aunque semejantes revelaciones están empezando ahora a ser documentadas y Maurín tiene como fuente primordial, su propia experiencia.
No es tan brillante ni tan completa la síntesis sobre el desarrollo histórico del socialismo español, aunque con los datos esbozados por Maurín se pueden trazar las líneas maestras del reformismo inicial y del tardío desenfreno revolucionario del PSOE y de la UGT. Este libro ilumina de forma especial los aspectos en que el socialismo se relaciona o se integra parcialmente en el resto de los movimientos proletarios españoles.
El marco internacional de la obra es brillante y sugestivo; aclara bastantes cosas, sobre todo desde el punto de vista de la conciencia de los dirigentes obreros españoles. En cambio, la infraestructura económica y sociológica de la obra deja mucho que desear y se suple con tópicos de panfleto.
Es una verdadera desgracia que las acertadas alusiones a diversos acontecimientos de la guerra civil no se prolongue en un apéndice semejante al tan ilustrativo sobre la historia del comunismo y movimientos afines. Casi todas las tesis parciales de Maurín acerca de la guerra, en cuanto se refiere al bando republicano, son aceptables y coherentes. Al bando nacional lo comprende tan poco como al fascismo español; porque al fascismo internacional lo analiza con algo más que con tópicos manidos.
Ni que decir tiene que los brochazos con que Maurín describe el nacimiento y desarrollo de la Alianza Obrera, del Bloque Obrero y Campesino, de la Izquierda Comunista y del POUM son definitivos por llevar la sincera marca del autor.
He aquí, por tanto, un libro al que auguramos una creciente importancia para cuando el clamor de las propagandas se vaya serenando ante el implacable avance de la Historia.
In Boletín de Orientación Bibliográfica nº 67-68, julio-agosto 1968, pp. 21-23