Cipriano Mera Sanz nació en Madrid, el 4 de noviembre de 1897. Su padre, peón de albañil, era también, a ratos perdidos, cazador furtivo. A los once años, en vez de ir a la escuela, tuvo que empezar a ganarse la vida, de modo que, según las estaciones del año, salía de madrugada al campo para coger setas, níspolas, zarzamoras, bellotas o romero -que vendía luego en el barrio- y algunas tardes trabajaba en los tejares. A los dieciséis años entró como pinche en la construcción, y su padre le afilió a la Sociedad de Albañiles «El Trabajo», adherida a la UGT. Llegó a los veinte años sin conocer apenas las primeras letras. Entonces se inscribió en una academia y asistió durante ocho meses a clases nocturnas. Parejamente, empezaron a preocuparle las cuestiones sociales, extrañándose de la pasividad que caracterizaba a la Sociedad de Albañiles, cuya relación con sus afiliados solía limitarse a la de unos recaudadores que visitaban regularmente los domicilios de aquéllos. Su primer contacto con anarquistas se produjo en 1920, cuando conoció a Juan Barceló, Moisés López y Santiago Fernández. Estas relaciones se hicieron fraternales a raíz del atentado y muerte -el 8 de marzo de 1921- del presidente del Consejo de ministros, Eduardo Dato. Ya en el periodo de la Dictadura formó parte de un grupo anarquista que se desenvolvía dentro de la Sociedad de Albañiles, y con él intervino en la conspiración contra Primo de Rivera, sobre todo en la llamada Sanjuanada. En la UGT fue tres veces delegado de obras, funciones que contribuyeron a afirmar en él la conciencia sindical. Considerando más efectiva su práctica militante, sostuvo las aspiraciones de la CNT y abrazó el anarcosindicalismo como fundamento de la sociedad sin clases. Una vez caída la Dictadura y organizado en Madrid el Ramo de la Construcción adscrito a la CNT, llegó a ser su presidente. Intervino en la organización de los Grupos de Defensa Confederal y formó parte con Buenaventura Durruti del Comité revolucionario constituido en 1933, por lo que, como en otras varias ocasiones, fue encarcelado. Alternó esas actividades con las de cargos más modestos, como el de delegado de obra cada vez que fue elegido para ello por sus compañeros. Destacado, por último, como miembro del Comité de Huelga de la Construcción, se encontraba detenido en la cárcel Modelo de Madrid al producirse el alzamiento militar de julio de 1936, y tan pronto fue liberado cogió las armas para defender -como revelan estas páginas- la causa del pueblo. Después de su segunda expatriación, siguió militando en la CNT y cumplió cuantas funciones le fueron encomendadas, sin dejar por ello de trabajar en su duro oficio de albañil hasta que sus fuerzas, a los 72 años de edad, se lo impidieron. Miembro de la Federación local (CNT) de París, fue uno de los fundadores de Frente Libertario. Ya en curso la impresión de este libro, falleció en Saint-Cloud el 24 de octubre de 1975 y recibió sepultura en el cementerio de Boulogne-sur-Seine.