Ricardo de la Cierva ha señalado en varias ocasiones que la obra de Max Gallo se inscribe en los dominios de la propaganda, no de la historia. Concebida desde la óptica de la militancia política -aunque sólo sea en términos "intelectuales" y coincidiendo con elementos españoles que no es necesario citar Max Gallo nos recuerda que "... con 1939 no se ha bajado el telón, no se ha terminado la tragedia".

Para el autor de la "Historia de la España franquista" "no hemos cesado desde 1936, y seguimos sin cesar, lo queramos o no, lo sepamos o lo ignoremos, de vernos confrontados con el destino de España y concernidos por él". Una vez más -¡cuántas veces, todavía!- España sigue siendo la mala conciencia de Europa.

Según Max Gallo, quienes ganaron una larga y cruenta guerra de tres años, "treinta años después tienen la misma decisión y lo prueban". El régimen de Franco ha hecho "cambiar de rostro (a España), incluso quizá saltar una etapa, pasando del arcaísmo económico y social a las playas de una sociedad -donde no ha ingresado todavía verdaderamente- en la que el poder no domina ya por medio de las armas de guerra, sino por otros medios".

Ni que decir tiene que Max Gallo, desde su punto de vista, no ve el futuro de España con mucho optimismo: "el proyecto de sociedad del neofranquismo puede hacer de España no la excepción, sino la regla, pues por todas partes vacilan o se deforman los regímenes parlamentarios". Vano temor a que nos convirtamos en mal ejemplo; Chile ha mejorado recientemente y con creces el modelo «maxgalliano».

En realidad, Max Gallo no considera a los españoles capaces de labrarse un futuro ni democrático, ni libre, ni español. Una vez más -esperemos-, la historia, la ineludible vida de los pueblos encarnada en lo porvenir, se encargará de desmentir tales presagios, tan tristes como partidistas. Conviene no olvidarlo cuando nos encontramos a las mismas puertas del futuro.

In Boletín de Orientación Bibliográfica nº 111-112, noviembre-diciembre 1975, pp. 100-101