«La masa hoy, y desde el nazismo, es una ampliación del lumpenproletariado al conjunto de la sociedad. Su medio dominante ya no es el alcohol, sino todos los que le han reemplazado y que le permiten volver la espalda del mismo modo a cualquier proyecto político.
¿En qué se convierte lo político? Parece que esté condenado a la instalación de esos medios que permiten a la sociedad olvidarlo. Lo político se hace hiperreal. Se instala en la red como una mercancía disuadida, a consumir en el simulacro y la teatralidad. Teatro de sombras, pero de sombras que reproducen enteramente la imagen que doblan. El político que aparece en la pequeña pantalla se parece rasgo a rasgo al político, pero desactivado. (...)
La masa convoca regularmente a sus jefes a la televisión para estar segura de que están ahí, en el terreno de la masa, el medio, y de que sólo pueden hablar. Formidables, esos discursos nuevamente diversiones populares; bocadillos entre un anuncio publicitario y una recitación desencarnada sobre los sucesos del mundo.
Lo político ha hallado su lugar, el del discurso mágico para la sociedad de irrisión. La política ha perdido su sentido para la sociedad. Las reglas que la ordenan son incompatibles con la expresión de las relaciones sociales, con las formas de existencia de la masa. Se anula el viejo precepto democrático sobre la expresión de la sociedad por medio de la representación y el voto. Los ciudadanos ya no encuentran en ello sus significados. Son devueltos al silencio de la masa.» (Léo Scheer.)