Ed. Ruedo Ibérico. Paris, 1970.
Las premisas necesarias para llevar a efecto, con un mínimo de lucidez, una tarea crítica, se presentan en un triple plano. Por una parte, el crítico obedece a las resultantes de su propia capacidad, su vocación y su cultura. Por otra parte, es el lector, a quien la obra y la crítica van dirigidas, quien, por representar su destino final, condiciona la una y otra en función de sus especiales características histórico-concretas. Y, antes que nada, es la obra misma, nacida de un autor determinado y del que es su mensaje cultural -entendido este término en su más amplio sentido-, tendente a la conformación de las inteligencias y de las voluntades de los lectores, del público, aquello que es objeto, en si mismo y en su relación con ese público, de la función crítica. Una crítica es el juicio que, quien la hace, emite sobre un producto cultural, condicionado por la perspectiva propia del critico y destinado a orientar a una masa de publico al que se dirige la obra criticada, nacida de un autor que, a su través, pretende influir en sus lectores para, de una o de otra manera, conformar sus ideas y conductas.
Perdónenme mis lectores que en el encabezamiento de este artículo de hoy haya traído estas elementales consideraciones -tan a menudo olvidadas, por otra parte-, porque las iuzgo indispensables llegado el momento de sopesar, con vocación de justeza. el libelo que hoy comentamos. Porque, entiéndase bien, el libro de Jesús Ynfante es esencialmente, intrínsecamente, un libelo, expresión ésta acuñada a lo largo del tiempo, desde los orígenes del Derecho Romano, para designar aquel escrito cuya finalidad consiste en la difamación de personas, cosas o instituciones. Quede esto muy claramente sentado desde un principio.
Y de ahi la primera y tremenda dificultad de esta crítica: la casi imposibilidad objetiva de su realización. Se puede juzgar un libro y valorarlo, y se estará de acuerdo o no con este juicio. Pero no se puede juzgar, críticamente, un insulto. Y ese es nuestro caso. No es un ataque, no es una discrepancia, es, pura y simplemente, una injuria. Con más o menos efectividad -por aquello de "calumnia, que algo queda"-, pero un desaforado ataque al honor, fama y honra de personas e instituciones, un espécimen perfecto de un género que alcanza en él su más exacta definición: la pornocultura. (¡Cómo recuerda este libro la peor literatura antirreligiosa del siglo pasado!)
No es eso lo más grave. Lo verdaderamente lamentable es que el Opus Dei -entendido en su dimensión sociológica y prescindiendo, si se quiere, de su importantísimo carácter religioso propiamente dicho-, es el fenómeno más importante con características españolas surgido en la España del siglo XX. Casi de tanta trascendencia como el gran trauma de nuestra guerra civil. La acción de los miembros del Opus Dei colorea y matiza -siempre desde el punto de vista social- los últimos cuarenta años de vida española. Y cuando un intelectual toma contacto con un fenómeno social de esta naturaleza, de esta envergadura, debe analizarlo, como mínimo, con el respeto y el cuidado -no exento de dureza en su valoración, si tal es su subjetivo parecer- que el tema estudiado requiere.
El libro de Jesús Ynfante ha destrozado -permítaseme el vulgarismo- un gran tema, un tema que necesita con urgencia de un tratamiento adecuado, a la altura de la Obra misma. Repito, la imagen social del Opus Dei nos complacerá o no, la juzgaremos buena o mala, pero no merece, como todo y único análisis, una injuria en cuatrocientas cincuenta y una páginas. Y me importa dejar clara una cuestión. No estoy escribiendo una crítica o un análisis del Opus Dei. No es esa mi tarea en estos momentos. Pero no es posible olvidar, si queremos entendernos, que el Opus Dei, aparte de su dimensión religiosa -materia acerca de la cual me siento especialmente lego-, presenta una apariencia social, una actividad actuante, adecuada o no, que, ya de por si, constituye un hecho sociológico de primera magnitud. Una obra seria -y la estamos esperando porque la clasificación de los supuestos básicos de nuestra sociedad parece exigirla- tiene que enfrentarse con este tema y tratar de darle lúcida explicación.
Se nos dice -y nadie duda de que es verdad- que el Opus Dei, en tanto en cuanto no sólo respeta, sino que potencia, la libertad de sus miembros, no puede ser configurado unívocamente desde una perspectiva política. Ello explica que conocidos miembros del Opus Dei militen activa y sinceramente en campos distintos y aun contrapuestos. Pero no es bastante. Socialmente, para algunos sectores de opinión, por otra parte nada indoctos, el Opus Dei no sólo interviene en la política, sino que "es" en función de la política y de la economía nacionales. Entonces, lo interesante es puntualizar el porqué de esa apariencia con tanta trascendencia social. Porque, si queremos hablar con justeza, esa condición, reputada como esencial, y que va contra la declarada reiteradamente voluntad de la Obra, tiene que obedecer a unas causas y a unas leyes dignas de estudio, de racionalización. Jesús Ynfante da por supuesta la respuesta a tan importante cuestión, y confunde deliberadamente los efectos con las causas. Su tesis es ésta: es así que el Opus Dei "aparece", ante mí, como una institución político-económica encaminada a la conquista, uso y abuso del poder: luego el Opus Dei "es" eso. Jesús Ynfante hace del Opus Dei un chivo expiatorio para conseguir sus fines.
Pero, ¿quién es Jesús Ynfante? Los que por vocación y oficio tenemos que estar al corriente de quién es quién en la vida cultural española, nos hemos visto sorprendidos por la aparición de este plumífero. Tanto, que no han faltado quienes hayan supuesto que el tal Ynfante no existía. Jesús Ynfante sería, no una persona, sino un seudónimo. Y no es verdad. Hasta donde sabemos Jesús Ynfante existe, es un ser real, de carne y hueso. Jesús Ynfante es un muchacho, sedicentemente estudiante, incapaz de terminar una carrera, reiteradamente declarado no apto en sus exámenes en la Universidad y en la Escuela de Periodismo. Huido a Francia por sus concomitancias ideológicas con la más exextrema izquierda, y... con la documentación que otros habían reunido. Jesús Infante, autor aparente del libro, será y es el autor de sus errores y de las injurias en él contenidas, pero no es, ni siquiera, el recopilador de un conjunto inicial de datos -acarreados por otros- de los que él se apropió, contra la voluntad de sus dueños, subrepticiamente, para conseguir una doble finalidad: hacerlos suyos y hacer un libro sin objetividad, sin el mínimo rigor, un prototipo de libelo.
Y así es el resultado. Difícilmente se podrán cometer más errores, mayores equivocaciones, más increíbles y patentes inexactitudes. Prescindimos ahora de los juicios valorativos del supuesto autor. Nos atenemos al puro dato. Pues bien, todo aquello que Jesús Ynfante no sustrajo, lo que aportó de su propia cosecha, es literalmente un puro error, una increíble y gigantesca patraña. Infante, en política española, no sabe de que va. Un ejemplo para todos: un hombre que mete en el mismo saco, que incluye, bajo la misma rúbrica de "clerical-autoritarios", a personas como Joaquín Ruiz Jiménez, José María Areilza, Ismael Herraiz, Antonio Tovar, Maravall y hasta los que llama "oficialmente" ignorados, como Aranguren, Truyol, Tierno Galván, etcétera..., es que no tiene idea de que es, no ya el Gobierno, sino el sistema mismo. Mejor dicho: sólo tiene una idea, sólo le guía un propósito: el de, renegando de toda condición de ser pensante, despojándose del más elemental aparato critico, perseguir -son sus palabras- "las nuevas formas de lucha que se perfilan, junto con la corriente de crítica radical de la actual sociedad, como signos alentadores para el futuro". "Porque -sigue- la más firme esperanza del autor reside en esa crítica y en esas nuevas formas de lucha. Es un deber inaplazable la destrucción del actual "orden franquista" y de la sociedad clasicista y burocrática." Y más: "Hay que ir al enfrentamiento creciente entre los trabajadores y la clase dominante en España. Este enfrentamiento se incluye en el movimiento real que destruirá el orden establecido y será el resultado de factores ya existentes hoy día. Para los españoles es, además, una realidad histórica que ha sido vivida en 1936 por los trabajadores de Barcelona durante algunas semanas." ¿Está claro?
Pues si está claro el propósito del autor -y de Ruedo Ibérico, editorial que por este libro queda calificada-, si es evidente el cúmulo de errores e inexactitudes en que incurre- cuya sola enumeración sería del tamaño mismo del volumen que criticamos-, si es patente la zafiedad del tono y la delictiva y antisocial inspiración del autor... ¿cómo es posible que haya gentes en España que se regocijen ante la aparición de un libre como éste?: ¿qué instintos reprimidos pone de manifiesto ese regodeo en lo execrable?; ¿cómo justificar, explicar siquiera, ese apenas contenido alegrón de muchos de nuestros conciudadanos, entre los que los hay directamente vinculados al sistema, ahora y otrora, que es comidilla y guiso indispensable en tertulias madrileñas?; ¿a quién favorece, qué se persigue con ello? ¡Examinen algunos su conciencia! Porque este es un aspecto muy importante de la cuestión. Nunca de un libro tan malo se ha hablado tanto. ¿Por qué? El que esto escribe, que no es del Opus Dei ni lo ha sido nunca, ante esta acogida social, sólo siente pena. Pena ante este engendro pornocultural y más, si ello fuera posible, ante quienes hipócritamente lo han recibido con mal disimulada alegría.
Repito: para mi lo triste -y lo significativo- de este libro no es que haya aparecido, no es que se haya escrito. Es, sobre todo, que se acoja y se difunda en escalofriante espectáculo de hipócrita y desvergonzada frivolidad suicida. Para terminar: muchos dicen: el libro es malo. Porque ni están todos los que son, ni son todos los que están. No basta. Es que, el Opus Dei, tal como aparece en el libro, no es lo que es. ¿Que hay que explicarlo? ¡Naturalmente!, pero explicarlo, no desfigurarlo. Y una advertencia: libros así aparecerán y han de hacer daño mientras no se nos ofrezca un libro auténticamente serio, claro y documentado, que suponpa una incitación adecuada al estudio del 0pus Dei en su vertiente de trascendencia social. Sépanlo quienes pueden hacerlo (1). Porque deben. Háganse pues en buena hora libros sobre el Opus Dei. Prescíndase si se quiere -y ya es prescindir- de su engarce religioso. Pero háganse con dignidad, para estar de acuerdo o para discrepar. Pero que no se editen libros para utilizarlos como arma arrojadiza contra quienes, con mayor o menor razón, también están, como otros, desde luego, ahí, apoyando algo que es de todos: España.
José María Ruiz Gallardon in ABC, 29/10/1970
1. NDE. El autor de esta "pornocrítica" (véase CRI 31/32) visiblemente no ha leído el libro de Daniel Artigues, El Opus Dei en España, Ruedo ibérico 1967