Ruedo ibérico - Artículos

Ruedo ibérico: cultura antifranquista en Francia


Cristina Sánchez
Gonzalo Enguita
Juan Antonio Díaz
COLECTIVO SINAIA (TOLEDO)


"Mientras tanto, teníamos nuestras propias cosas en qué pensar. Otro muchacho, de unos veinte años, había pasado la frontera recientemente. Se llamaba Pepe Martínez, era tímido, usaba gafas y no tenía la menor pinta de héroe. Se trataba de un joven anarquista valenciano, que tras cumplir condena en la cárcel de Valencia, había llegado caminando a París (...) Aunque al principio hablaba muy poco, resultó ser el más fuerte de todo el grupo y, a la postre, el más revolucionario" (1).

Este "joven anarquista", José Martínez, fue, desde 1961, el cofundador y director de una editorial muy particular: Ruedo Ibérico. Ruedo fue durante más de quince años una de las obsesiones del franquismo, al propiciar la fuente más constante de contrainformación sobre el régimen español y sobre la visión que éste daba de la realidad española y su historia más reciente. Sus publicaciones aparecían (sin saberse muy bien cómo) en las bibliotecas de miles de estudiantes y estudiosos de aquel "laberinto español" que era nuestra realidad próxima o remota (2).

Los libros de Ruedo Ibérico, al llegar a España eran libros ajados, manoseados, sucios, porque habían pasado por infinidad de lecturas (3). Manuel Vázquez Montalbán imaginaba a los hombres de Ruedo Ibérico como unos contrabandistas políticos que de noche cruzaban las fronteras con las espaldas cargadas de libros que luego se encontraban en las trastiendas de las librerías o en las pesadas carteras de los estudiantes de universidad. Algún aduanero español habría incrementado sus ahorros a base de hacer la vista gorda ante los paquetes de libros antifranquistas de Ruedo Ibérico (4).

La idea de la fundación de Ruedo Ibérico surgió una tarde de 1961 en Ordino (Andorra), en el transcurso de una reunión que mantuvieron cinco amigos exiliados: Pepe Martínez, Elena Romo, Nicolás Sánchez Albornoz, Ramón Viladás y Vicente Girbau. El acta de fundación de la editorial se firmó, según Girbau, en octubre de 1961, en el café de Cluny, en pleno Boulevard Saint Michel de París. En palabras de Sánchez Albornoz, la editorial nació sobre ocho ruedas: las de los dos autos que Martínez y él mismo vendieron para constituir la empresa (5). Se iniciaron las publicaciones en 1962, dándose por finalizadas en 1982. En esos veinte años Ruedo Ibérico publicó alrededor de 150 libros, siendo La guerra civil española de Hugh Thomas el primero de ellos, al que siguió El laberinto español de Gerald Brenan, dando titulo a la que iba a ser la colección más importante de la editorial, "España contemporánea", dirigida por el propio Martínez. La quijotesca empresa llevada a cabo por José Martínez y el pequeño grupo de amigos, fue un intento de colmar el vacío cultural ocasionado por 25 años de censura, de abocar al lector español sometido a una dieta de pan y agua a la cruda realidad que vivía, de ponerlo en contacto con la "otra cara" de su más reciente historia: los orígenes, desarrollo y consecuencias de la última guerra civil y su prolongación bajo la dictadura (6). En la citada colección se publicaron, además de interesantes libros sobre distintos aspectos del régimen franquista (el Opus Dei, la Asociación Católica Nacional de Propagandistas) o sobre el exilio republicano, las, en aquel momento, importantes obras sobre la guerra civil escritas por historiadores liberales anglosajones (Thomas, Payne, Jackson, Gibson y Southworth) y las crónicas de los corresponsales extranjeros (Koltsov, Borkenau), que venían a destruir la visión oficialista del régimen sobre la contienda, o, en palabras otra vez de Nicolás Sánchez Albornoz, hacer una reinterpretación del pasado y del presente diametralmente opuesta a la difundida desde los medios oficiales (7). Martínez lo expresaba así: "hay un afán de la generación joven de la inmediata postguerra por responder a una serie de porqués, por recuperar sus propias señas de identidad, por querer saber las causas de la guerra, las consecuencias del trauma, la configuración del franquismo, etc., y a esa generación empieza a serle insuficiente la información oficial que proporciona el régimen... Todo esto, unido a las posibilidades efectivas de que pudiera realizarse, hacen que la idea tenga viabilidad. No sé si fui yo el que se dio cuenta. El caso es que un día en una reunión de amigos, alguien planteó la necesidad de hacer algo contra el régimen, al margen de los partidos tradicionales" (8).

Martínez nace en el seno de una familia de izquierdas, con tendencias anarcosindicalistas, milita en las Juventudes Libertarias, trabajando desde muy joven en la sede de la Federación Regional de Campesinos de la CNT de Valencia y, siendo todavía menor de edad, ingresa como voluntario en las milicias de la Cultura (anarquistas, naturalmente), que dependen del Ministerio de Instrucción Pública. Aún manteniendo el resto de su vida la fidelidad a la ideología libertaria, un trascendental acontecimiento histórico que se origina en el Partido Comunista de España será la excusa, el punto de partida, para el nacimiento de la revista Cuadernos de Ruedo Ibérico, la otra gran empresa editorial que Martínez puso en marcha.

Este acontecimiento al que hacemos alusión se produce el 24 de enero de 1964, aunque el detonante se había producido un año antes por dos artículos aparecidos en la revista teórica Realidad, fecha en que se inicia la crisis política más importante del PCE en toda su historia: la expulsión de Jorge Semprún y Fernando Claudín, dos importantes dirigentes, comunistas desde la primera hora, superviviente del campo de concentración nazi de Buchenwald el primero, y uno de los dos comunistas españoles que llevaron a hombros el féretro de Stalin el segundo.

Por primera vez, desde que Heriberto Quiñones, en 1941, planteara una revisión de la línea política en la dirección, se enfrentan dos posturas cuya definición lógicamente irá tomando caracteres nuevos, diferentes, conforme avance el debate.

Claudín y Semprún piden a Martínez que les edite los textos de las discusiones en el Partido, que ya circulaban de mano en mano por todos los integrantes del exilio, a lo que Martínez se opone alegando razones puramente comerciales. Dado lo voluminoso de los documentos considera, que el precio del libro sería absolutamente prohibitivo.

Poco tiempo después vuelven a reunirse los tres, recordando la contrariedad que les supuso no haber llegado a ningún acuerdo, pero se les ocurre poner en marcha un proyecto distinto: la publicación de una revista que, con el nombre de Cuadernos de Ruedo Ibérico, incluyera en la redacción, además de Martínez, al núcleo de expulsados del PCE, con Semprún y Claudín a la cabeza, más la gente que provenía del grupo primitivo de la editorial y alguien que cumplía los dos requisitos, Eduardo García-Rico, aunque éste fuera expulsado del Partido tras la publicación, en el primer número de Cuadernos, de una entrevista realizada a Enrique Tierno Galván. Hay que decir que Cuadernos se publicó en una primera etapa, desde junio-julio de 1965 hasta febrero-mayo de 1973.

Sobre el contenido de la revista, Martínez señaló que Cuadernos fue una revista política a causa de la presencia del grupo de expulsados del PCE, pero también a pesar de ella. (9) Esa presencia, cuantitativamente importante del grupo de expulsados del PCE, no tenía, sin embargo un proyecto político concreto, aunque si así fuera, y hubiesen querido promover o instrumentalizar una plataforma de partido, una bandera a este proyecto, Martínez lo hubiera impedido, tal era su obsesión por mantener a toda costa su neutralidad, su independencia y autonomía. "Sólo se puede ser radical (hoy por hoy, y en el cuadro peculiar de nuestras circunstancias españolas; no se dé, por tanto, a esta afirmación, valor universal ni ahistórico) al margen de los esquemas preestablecidos, de los subjetivismos de grupo o de partido, de las tradiciones operantes, por su propia dinámica rutinaria" (10), decía en la presentación del nº 1 de Cuadernos, acompañando estas palabras de otra que para Martínez era clave, una conminación total y polo opuesto de toda ortodoxia mineralizada, de todo pensamiento dogmático: rigor. "Autonomía y rigor, como exigencias multívocas, que entrañan el contraste, acaso el choque, de opiniones. Pero no son, forzosamente, exigencias amorfas, de yuxtaposición ecléctica de lo blanco, lo gris y lo negro: de la cal y la arena. Ese contraste que nos proponemos se configura en torno a dos ejes maestros" (11).

Hay empero, una evidente pluralidad en la composición de los colaboradores de Cuadernos, procedentes de los grupos y grupúsculos de la nueva oposición que se estaba gestando en España desde el final de los años cincuenta, como la Agrupación Socialista Universitaria, constituida en 1957 por jóvenes socialistas animados por Dionisio Ridruejo y, muy especialmente el Frente de Liberación Popular, surgido a raíz de las históricas jornadas estudiantiles de febrero de 1956. Este grupo tuvo una gran importancia en esta primera etapa de Cuadernos. El FLP (en adelante, lo nombraremos, según el lenguaje político familiar como "Felipe"), era, como destacó Jesús Ibáñez, uno de sus ideólogos, "una sigla-maletín, fusión de las siglas Frente de Liberación Nacional (FLN) - éramos tercermundistas y el ejemplo argelino nos magnetizaba - y Movimiento de Liberación Popular (MLP) - grupo francés de inspiración cristiana".

El FLP tuvo tres etapas, siendo la tercera de ellas, la que más nos interesa por su vinculación al proyecto de Cuadernos. El líder era José Bailo, singular personaje procedente del PCE, formando comité con Paco Pereña, Nacho Quintana, Juan José Bajo y José Luis de Zárraga. Algunos de éstos habían llegado a París como becarios, con el propósito de formar los cuadros de la futura socialdemocracia europea. La capital francesa era un hervidero en la que exiliados españoles de todas las tendencias se concentraban a la espera del asalto al bastión franquista. Con el libro de Ignacio Fernández de Castro La demagogia de los hechos bajo el brazo, entraron en contacto con Pepe Martínez, bien directamente o a través de algunos compañeros ya instalados en París. El libro España hoy, que prepararon Martínez y Fernández de Castro con la colaboración de Jordi Blanc (Manuel Castells), Héctor Católica y Antonio Pérez, supuso el primer aldabonazo serio de este grupo. Resulta curioso constatar la radicalización de algunos miembros del FLP. Más asombra conocer que uno de esos militantes fuera José Luis Leal, en la actualidad Presidente de los banqueros españoles, y que vistiera con colores verde olivo en claro homenaje a la revolución cubana, estando dispuesto a utilizar sin el menor titubeo la lucha armada, para lo que ya se había contactado con representantes de Yugoslavia, que habían prometido ayuda para poner en pie un sistema de guerrillas que debía comenzar en la sierra de Cazorla.

Martínez ve con buenos ojos las espontáneas adhesiones de estos jóvenes intelectuales procedentes de horizontes tan distintos, que vienen a poner en práctica lo que él llamó "frentepopulismo cultural", una política de contrainformación basada en presupuestos meramente antifranquistas, sin preocuparse, más allá de eso, por la adscripción política de cada uno.

Por razones de limitación de espacio y tiempo de este trabajo, haremos un apretado y rápido espigueo por el índice de la primera etapa donde se publicaron 42 números, más cuatro suplementos: Horizonte español l966, Cuba, una revolución en marcha (donde destaca, entre otras muchas colaboraciones, ¡quién iba a decirlo!, una crónica laudatoria de Mario Vargas Llosa sobre los logros de la revolución cubana. Tiempo después, el escritor peruano debido a unas discusiones de tipo financiero con Haydée Santamaría, dejó de apoyar al régimen cubano), Horizonte español 1972 y El movimiento libertario español: presente, pasado y futuro.

Los trabajos se organizaron en 21 secciones, entre las que resulta curioso destacar la que se dio en llamar "Problemas de las nacionalidades", incluyendo al País valenciano junto a las tres tradicionalmente históricas: Cataluña, Galicia y País Vasco. En el no 25, bajo la firma de Juan Ferrer se puede leer "El País valenciano como problema. Experiencias y perspectivas", recensión crítica al fundamental libro de Joan Fuster, Nosaltres els valencians. También en el tomo 2 de Horizonte español 1972, hay un esclarecedor trabajo de Vicent Peris y Guillem Sorolla llamado "El País valenciano. Problemas de la revolución socialista". Prescindiendo de la obviedad de que Martínez, como valenciano, tuviera interés en explicar el por qué de la falta de identidad nacionalista valenciana, ambos trabajos coinciden en la inexistencia de una conciencia colectiva con voluntad de materializarse en entidad política, en régimen de autogobierno (Fuster dixit) y, en reconocer que los primeros que desconocen el País valenciano son los propios integrantes de la izquierda valenciana. ¿Cómo puede explicarse ésto en una zona de raigambre republicana en la que el Frente Popular ganó en sus cuatro circunscripciones, que durante once meses tuvo a Valencia como capital efectiva de la República y que aquí se hizo y perdió la guerra del lado republicano?

Queremos destacar la aparición en su primer número de un artículo titulado "La generación de Fraga y su destino", debido a la firma de Juan Triguero, seudónimo de José María Moreno Galván, indiscutible crítico de arte que impusiera su estilo en la desaparecida revista Triunfo. Este artículo, escrito hace treinta y dos años, mantiene una frescura y una actualidad tal, que reclama a gritos una reedición en una hipotética antología de textos de los Cuadernos de Ruedo Ibérico. En él se hace un análisis cargado de ironía de una "generación iluminada" que podía tener entre 38 y 43 años, cuya cabeza visible era Manuel Fraga Iribarne, "¡gran talento de tercera categoría!, que cuando llegó a Madrid era un joven rollizo -católicamente rollizo- bien alimentado material y espiritualmente por esa imperceptible legión de tías solteras e hijas de María que se adivina siempre detrás de cada chico gordo estudioso y bien vestido."

También en el nº 4 se puede hallar un importante documento monográfico debido a Ramón Bulnes (seudónimo de Nacho Quintana), llamado "Asturias frente a su reconversión industrial", toda una premonición de lo que habría de suceder años después en torno a la crisis de la industria española.

En el nº 13/14 encontramos "3 estudios sobre el campo español", con una presentación de Ángel Villanueva (Joaquín Leguina), dando paso a Juan Naranco (José Manuel Naredo), Antoliano Peña (Carlos Romero) y Juan Martínez Alier. Estos trabajos, decía Villanueva, obedecían a la gran importancia política que conservaba el campo, dentro del cuadro económico español, pese al desarrollo capitalista experimentado en el conjunto de la economía.

En el nº 11, otra destacada monografía: "Marxismo y cristianismo", con las firmas de José María González Ruiz, canónigo de la diócesis de Málaga, José Ramón Recalde. Lelio Basso y David Barea (Paco Pereña), más unas páginas tituladas "Dos posiciones erróneas", debidas a Ramón Bulnes y Jorge Semprún, sobre el tema del diálogo y la colaboración ocasional o a largo plazo, entre católicos y comunistas. También en este punto hay que destacar el carácter anticipador que tiene el documento publicado en Cuadernos. Recuérdese aquí la conmoción que causó la incorporación al PCE, de Alfonso Carlos Comín, católico y marxista, líder de los cristianos españoles para el socialismo, desde final de la década de los cincuenta.

Ya quedó de manifiesto la atención prestada al Tercer Mundo por Cuadernos de Ruedo ibérico. Dentro de la sección "Problemas del socialismo y del movimiento revolucionario", se hicieron monografías sobre Perú, Venezuela, Vietnam y Cuba. La lucha por el socialismo es una lucha internacional, decía la revista en su nº 12, al presentar un trabajo sobre Cuba y América Latina. A Cuba y su revolución se le dedicó un voluminoso tomo de más de quinientas páginas que ya se ha mencionado al iniciar este resumen analítico del índice, pero también se volvió a insistir con la isla en el citado nº 12, siendo publicado el mensaje a la Tricontinental de Ernesto "Che" Guevara, con sus famosas palabras "Crear dos, tres... muchos Vietnam", que han quedado ya para la historia, fragmentos del discurso de Fidel Castro en el X aniversario del asalto al Palacio Presidencial y un artículo de Regis Debray llamado "La enseñanza esencial del presente". En el nº 13/14 hay más de cuarenta páginas sobre "El Congreso Cultural de La Habana", celebrado del 4 al 12 de enero de 1968. En este mismo número se reproduce una interesantísima carta del "Che" dirigida a León Felipe, en la que le hace saber que uno de sus dos o tres libros de cabecera, es El ciervo, libro fundamental del poeta español del éxodo y del llanto.

Otras secciones de contenido claramente diversificador, fueron "Represión y censura", "Tribunas libres" y "Correo del lector". En acelerado recorrido por esta miscelánea encontramos documentos sobre "la lucha de los estudiantes españoles", "el Consejo de guerra de Burgos", "comentarios a la Ley de Prensa de Fraga", "crónica sangrienta desde Madrid", "Galicia y el problema de las nacionalidades", "la izquierda socialista y el Partido Comunista", "Frente Popular" y "del franquismo a la República". Cuadernos de Ruedo Ibérico según nota de la redacción aparecida en el nº 5 ofrecía su Tribuna Libre para todas aquellas colaboraciones (ensayos, crónicas, notas informativas o críticas, creación literaria o gráfica), no dudando que incluso fuera de la corriente de pensamiento que anima la de la propia revista, puedan surgir aportaciones valiosas para la comprensión de la realidad española y mundial, lo que da idea del carácter abierto y nada contrario a reacciones polémicas que pudieran derivarse del contenido de todos estos artículos.

Para finalizar con este recorrido analítico y onomástico de la primera etapa de Cuadernos, es imprescindible aludir a la importantísima aportación literaria y artística que ofrecieron sus páginas, acogiendo a un número relevante de autores, entre los que cabe destacar a Max Aub, Alfredo Bryce Echenique, Alejo Carpentier, José Corrales Egea, Juan García Hortelano, Juan y Luis Goytisolo, José Lezama Lima y Jesús López Pacheco, entre los narradores; Vicente Aleixandre, Carlos Barral, José Bergamin, Gabriel Celaya, Luis Cernuda, Manuel Duran, León Felipe, Jaime Gil de Biedma, Ángel González, José Agustín Goytisolo, Félix Grande, Nicolás Guillen, Blas de Otero, Heberto Padilla, Leopoldo Mª Panero, José Miguel Ullán, José Ángel Valente y Cintio Vitier, poetas; Fernando Arrabal y Lauro Olmo, dramaturgos. En la sección plástica (dibujos, caricaturas, fotomontajes, viñetas, comics y fotos), bajo la coordinación de Antonio Pérez, encontramos las firmas de Bartolí, Ricardo Carpani, Genovés, José Hernández, Wilfredo Lam, Manolo Millares, Rene Portocarrero, Posada, Vicente Rojo, Antonio Saura, Eduardo Urculo y Vázquez de Sola.

Aunque desde el nº 37/38 venía anunciando su desaparición, esta primera etapa de Cuadernos concluyó de hecho con el 41/42. Desde "La generación de Fraga y su destino" de Juan Triguero, hasta "La generación de la Zarzuela" de Equipo 36. Según dijo Martínez: "Desde su nacimiento, Cuadernos tuvo una vida difícil. Desde su nacimiento sufría de deficiencias congénitas para las cuales no se halló la ortopedia adecuada. Desde su nacimiento fue víctima de enfermedades endémicas (las que amenazan a una publicación de este tipo). Ahora lo es de otras plagas más o menos epidémicas (dificultad de obtener colaboraciones, reducción de su equipo redaccional, fracaso en los intentos de renovación del mismo). No damos con una terapéutica eficaz. Hemos ido de remedio en arbitrio, con mejoras y recaídas. Hasta hoy". Este hoy aparecía en aquel nº 37/38. En el 41/42 Martínez, después de reconocer que la desaparición es penosa para él, aunque quiera ver en ella algo transitorio, señalaba que poco se puede añadir a lo que allí se decía, concluyendo que para hacer posible la reaparición de Cuadernos hay que dar solución a dos problemas esenciales enumerados por orden creciente de importancia: liberar a Ruedo ibérico de una carga, hoy por hoy, ruinosa y constituir un consejo de redacción capaz de asumir una nueva época de Cuadernos de Ruedo ibérico. El primero de los problemas, el económico no se resolvió nunca. Sin embargo, el consejo de redacción quedó reducido a un grupo, eso sí, homogéneo, de tres personas: José Martínez, José Manuel Naredo y Juan Martínez Alier. El resto de los componentes que habían formado al antiguo consejo de redacción fueron ocupando otras posiciones en publicaciones del interior, que ofrecían ligeros indicios de apertura.

"Fuimos fracasando en nuestra idea de hacer de Cuadernos una tribuna libre en la que intervinieran los grupos de la izquierda antifranquista, en la que se discutieran los problemas propios de la izquierda" (12).

Ante la falla de respuesta a las propuestas de debate de los anteriores números de Cuadernos, ahora se define con mayor claridad la línea ideológica de la revista, manteniendo la irrenunciable premisa de la crítica lúcida de la realidad española en general. El editorial que aparece en el nº 43/45 "Cuadernos de Ruedo Ibérico a todos", es esencial para comprender el nuevo rumbo que la revista va a tomar a partir de aquí. Se propone una alternativa más centrada en lo esencial y a la vez más válida a largo plazo que la de los "partidos de izquierda", que en estos momentos ejercen de "comparsas" ante la inminencia de la muerte del dictador. Aceptar la política de silencio, la "reconciliación nacional", es para el consejo de redacción de Cuadernos como aceptar la legitimidad del régimen franquista y su Estado, apoyado en todo momento por el capitalismo dominante. Quedan así, muy definidas las posiciones: anticapitalismo, antirreconciliación, en definitiva, una situación permanente de antisistema en el que se huye de la fiebre pactista que desde 1974 los "partidos de izquierda" favorecen escandalosamente. En contraposición, y sin abandonar jamás su espíritu crítico, se recuperan los nacionalismos desentrañando su verdadero carácter, se ofrecen nuevas formas de lucha silenciadas por la nueva dinámica política (movimiento estudiantil, liberación de la mujer, movimientos de barrio...), huyendo de la arcaica lucha de clases. Hay que corregir los "desviacionismos" elaborando nuevos planteamientos teóricos, nuevas bases organizativas (de lo particular a lo general) que den lugar a estrategias revolucionarias por un cambio global de la sociedad, pero sin abandonar los temas del pasado más inmediato, y por supuesto del presente.

Sin embargo hay cosas que no cambian ni cambiarán en Cuadernos. Su formato, casi cuadrado, identificando un estilo ya consolidado, el color y la composición tipográfica. El estilo sí pasa a ser mucho más uniforme, debido a la reducción de "plantilla" y a los acontecimientos tan complejos que se están produciendo en el interior. Los números se hacen monotemáticos, siguiendo una misma línea de análisis, desaparece el tratamiento de temas internacionales, así como deja de encontrarse en sus páginas cualquier expresión literaria (exceptuando a José Ángel Valente en el nº 46/48) e incluso, y salvo en los dos últimos números de la tercera etapa, en las que encontramos unas portadas más artísticas, desaparecen también los trabajos plásticos.

En conclusión, los contenidos de estas dos épocas, que aunque separadas por un año siguen líneas paralelas, se reducen a dos tipos de artículos: teóricos y analíticos.

Como ejemplo de artículo teórico se puede consultar el nº 54, "Por una oposición que se oponga", donde se hace un recorrido histórico por las distintas formas que ha ido tomando el capitalismo a lo largo de este siglo, culminando como es lógico en la dictadura franquista permitiéndose el continuismo tras su muerte. En esta misma línea se inscriben todos los artículos firmados por Aulo Casamayor (José Manuel Naredo).

Pepe Martínez se reservó escasos, pero sustanciosos artículos analíticos. Sírvanos como ejemplo el que dedica en el nº 43/45 a Santiago Carrillo (crítica a su último libro Demain l'Espagne).

En el nº 46/48, "Prenecrología del franquismo", varios autores tratan la muerte del dictador desde distintos puntos de vista; desde el articulo de F. Garrido, crónica casi periodística del diario de una agonía, hasta el de Ángel Bernal (Ángel Fernández-Santos) en el que se describe "macabramente" la muerte del dictador. Lo que sí es cierto es que en este número los acontecimientos se suceden con tanta tensión y rapidez que la realidad impone su propia escritura. Con esto venimos a subrayar que Cuadernos de Ruedo Ibérico y sus redactores conectan y desconectan de la realidad según les conviene.

No debemos olvidar los diferentes colectivos que aparecen con distintos nombres, y formados por componentes-colaboradores de Cuadernos: Colectivo o Equipo 36 (Luis Peris Mencheta y Alfonso Colodrón), Colectivo 70, Colectivo Autonomía de Clase.

A pesar de esta uniformidad teórico-analítica fiel al estilo de Cuadernos, se siguen recibiendo colaboraciones eventuales de personajes del interior, algunos de ellos de gran relevancia en esos momentos. Una muestra es la Carta de Xirinacs a Francisco Franco, en la que invita a los lectores a colaborar en la critica al dictador.

La fidelidad a una línea editorial crítica e independiente, enfrenta a partir de 1975 la redacción de Cuadernos incluso con las organizaciones políticas del exilio.

Por otra parte su activismo antisistema irrita al franquismo. Tanto que la madrugada del 14 de octubre de 1975 una bomba estalla en la sede de la editorial en rue de Latran, 6. Hasta entonces, el franquismo había desplegado su artillería seudointelectual contra Ruedo, con campañas de Ricardo de la Cierva y sus acólitos, y persecuciones policiales, culminadas con la detención y proceso de Luciano Rincón en 1971, colaborador de la revista que vivía en Bilbao, bajo la acusación de ser Luis Ramírez, seudónimo bajo el que se publicaron varios artículos, además de un libro, sobre la continuidad del régimen. Luciano Rincón es condenado a cinco años de cárcel, pese a que varios redactores declaren que "en suma, señor, Luis Ramírez es Fuente Ovejuna y todos a una" (13), y a la campaña de solidaridad convocada. El atentado con bomba, sin embargo, supone un salto cualitativo en el afán de aniquilar a Ruedo por parte del último franquismo aún vivo el dictador, dentro de una campaña feroz y sanguinaria en la que están implicados grupos parapoliciales españoles. Como el mismo Martínez expresa "quedamos convencidos de que la violencia parapolicial franquista es de carácter ofensivo y no defensivo" (14). Pero este giro táctico del franquismo no es lo que más duele a Martínez, sino el silencio del exilio (partidos e instituciones republicanas y vascas que demuestran una doble moral ante la justificación de la violencia franquista). No existe una respuesta organizada ante tales desmanes, y Martínez afirma: "Veintisiete años de exilio me han permitido asistir a la decadencia de la potencia del exilio" (15). Sólo la solidaridad, moral y económica, de algunos intelectuales, profesores, colaboradores de Ruedo, editores, y muy pocos políticos franceses, le anima a continuar con su labor; y son menos aún los que coinciden en ambas campañas de solidaridad, la de Luciano Rincón y la de los atentados del 75 (Simone de Beauvoir, Julio Cortázar, Juan Goytisolo, Noam Chomsky, Arthur Miller, Nicolás Sánchez Albornoz, Barbara Probst Solomon,... pocos más).

Semprún y Claudín han abandonado el barco, el exilio va tomando posiciones para el reparto del poder postfranquista, la competencia de nuevas publicaciones surgidas en España es dura para Cuadernos, empeñados en ser fíeles a sus principios. Además del incondicional apoyo de François Maspero, otro editor contumaz, siempre codo con codo con Martínez, los colaboradores documentan el apoyo económico de la publicación italiana Iustizia e Libertá en sintonía ideológica con Cuadernos. Durante los mal reconocidos años de 1975 a 1982, Ruedo entabla una estrecha colaboración con el entorno de Isaac Díaz Pardo, mediante las Ediciós do Castro y la Galería Sargadelos, que son los únicos que rinden sendos homenajes a Martínez, en 1987 y 1996, después de su muerte, publicando incluso dos estudios suyos inacabados junto con una sentida remembranza de Isaac Díaz Pardo (16).

La tercera etapa de Cuadernos de Ruedo Ibérico se inaugura sólo un año después de que nuevamente volviera a desaparecer la publicación, y lo hace de la misma manera que la anterior, con un editorial dirigido a todos sus lectores.

De los problemas económicos que siempre acuciaron a la editorial ya hemos hablado, del mismo modo que hemos destacado hasta aquí el celo que siempre demostró Pepe Martínez en preservar el estilo y la coherencia crítica de todos los textos que fueron apareciendo a lo largo de estos años. Con "Cuadernos de Ruedo Ibérico interrumpen su exilio", aparecida en enero de 1979, el consejo de redacción hace un recorrido rememorando las distintas etapas de Cuadernos, al mismo tiempo que va destacando los diferentes acontecimientos que sí hicieron cambiar los contenidos de la revista.

Si en la primera etapa hablábamos de "frentepopulismo cultural", en la segunda se abandona la línea antifranquista para declarar un anticapitalismo y antipactismo absolutos. Cuadernos pasó a convertirse entonces en esa oposición que se oponía a todo lo que significara poner en venta su integridad política.

Cuadernos se abría definitivamente hacia el futuro libertario tan anhelado y perseguido durante los años más difíciles del franquismo. La revolución era real, estaba ahí, había dejado de ser una utopía para convertirse en una alternativa de futuro. De nuevo, Cuadernos extendía su mano, eso si por última vez, hacia los "dominados", los "decepcionados" de esta transición (transacción como la llamó José Luis L. Aranguren), torpemente vendida. La oposición pasaban a formarla los colaboradores de la revista y los lectores, buscando conjuntamente la salida a través de plataformas de expresión y discusión, basadas no sólo en la crítica pura, sino en la experiencia como una manera de amplificar a todo el conjunto social esta estrategia global que desembocaría, a largo plazo, en una nueva sociedad.

Pepe Martínez volvía a España en 1978, con una sola idea, había que hacer algo. Pero la decepción y el abandono que sufrió por muchos de los que habían sido sus colaboradores y amigos, acabó con todas sus ilusiones. Así las cosas, a Pepe Martínez no le quedó más que aislarse, exiliarse interiormente de esta España que nada tenía que ver con aquella por la que se había luchado. La transición había colocado a todos los "políticos" del mismo lado, sin hacer distingos, se había pintado el edificio pero el interior seguía intacto.

Martínez abandonó este mundo mucho antes de su muerte, nada le unía a España, desde su atalaya invisible contempló con escepticismo la construcción de una nueva ética política desmemoriada y sórdida. Otra vez se había quedado a la "intemperie", por eso volvió sus ojos al pasado, porque sólo allí estaba la verdad a la que él siempre fue fiel.

La escuela que nos dejó Pepe Martínez está contenida en cada libro de Ruedo ibérico. Allí todavía podemos oler la utopía, la crítica, la nobleza e integridad de un hombre que supo ver más allá de lo que ofrecían estos torpes años de miseria.


Publicado en ALTED VIGIL, A. Y AZNAR SOLER, M. (eds.), Literatura y cultura del exilio español de 1939 en Francia, Ed. AEMIC-GEXEL, Barcelona 1998, pp. 361-372


Notas

1. PROBST SOLOMON, BARBARA, Los felices cuarenta, Seix Barral, Barcelona, 1978, pp. 156

2. GONZÁLEZ-CALERO, ALFONSO, "La contrahistoria del franquismo" en Triunfo n° 792, 1 de abril de 1978, pp. 26

3. SÁNCHEZ ALBORNOZ, NICOLÁS, "Ruedo Ibérico, un antecedente de la libertad" en El País, 15 de marzo de 1986, pp. 28

4. VÁZQUEZ MONTALBAN, MANUEL, "De cuando España era diferente" en El País, 15 de marzo de 986, pp. 29

5. SÁNCHEZ ALBORNOZ, NICOLÁS, Id. pp. 28

6. GOYTISOLO, JUAN, "Ser de Sansueña" en El País, 15 de marzo de 1986, pp. 29

7. SÁNCHEZ ALBORNOZ, NICOLÁS, Id. pp. 28

8. GONZÁLEZ-CALERO, ALFONSO, "La contrahistoria del franquismo".. Id. pp. 27

9. Id., pp. 27

10. Presentación, en Cuadernos de Ruedo Ibérico n° 1, junio-julio 1965, pp. 5

11. Id., p. 6

12. "Cuadernos de Ruedo Ibérico a todos, en Cuadernos de Ruedo ibérico nº 43/45, enero-junio 1975, pp. 5

13. "El proceso Rincón, en Horizonte español 1972, Vol. I, pp. 285

14. MARTÍNEZ, JOSÉ, "Del atentado contra Ruedo Ibérico y de otros atentados" en Cuadernos de Ruedo Ibérico n° 46/48, julio-diciembre 1975, pp. 204

15. Id. pp. 205

16. DÍAZ PARDO, ISAAC, "Rememoración de José Martínez, fundador de Ruedo Ibérico. Liminar". Cuadernos do Seminario de Sargadelos nº 49, Madrid, 1987